Búscate un enemigo
Si militas en una causa noble y justa no vale con defenderla y convencer al resto, hay que identificar a los bellacos
Este pasado martes, el mismo día que el Instituto Vasco de Estadística informaba de que los nombres que más se les ponen a los niños ... vascos son Ane y Oihan, estaba entre nosotros Cielo Magno. Hubo en Vitoria una cumbre sobre Gobierno Abierto al que fueron el lehendakari y el presidente español. Pero yo solo me quedé con el nombre de la ponente filipina. Cielo Magno. Es el nombre más impresionante del mundo y mi nuevo nombre favorito.
Los analistas en estas cosas vemos señales.
Por lo demás, habrán notado que esta semana han seguido arreciando los ataques euskarófobos y transodiadores contra el udaleku de Bernedo. No se engañe usted. Lo importante no es que un montón de madres que habían mandado a la chavalada a un campamento muy barato de inmersión en euskera se enterasen por las malas de que era también un campamento transfeminista en el que los cuerpos de sus vástagos eran herramientas políticas de cambio social. Minucias. Lo de las 19 denuncias, también minucias. Lo importante es interiorizar que si tienes dudas sobre que esa sea la manera correcta de actuar, si ves regulero que a los pequeños les metan en tinglados doctrinales sin avisar a sus padres, si cuestionas el proceder este, entonces eres un fascista y un cabrón y una marioneta sumisa del binarismo impuesto. Eres también un disidente de la fe verdadera. ¿Qué fe verdadera es esa? La que difunde un grupo de postadolescentes burgueses en formación norcoreana con cara de mala hostia y apariencia inequívoca. Que es, por otra parte, lo que siempre han hecho los postadolescentes burgueses: mostrarle al mundo el camino de la virtud antes de pasar a otra cosa.
Hay algo más muy del momento también: buscar enemigos entre los discrepantes. Incluso equiparar discrepantes con enemigos. Si militas en una causa noble y justa no vale con defenderla y convencer al resto, qué va a valer. Hay que buscar enemigos. Como que la identidad, el modo de estar en el mundo, se define únicamente en oposición a algo o a alguien. La estrategia es buena porque te quita presión, claro, al tener siempre la culpa de todo el malvado, que es el otro, naturalmente. ¿Y quién es el otro?
Amigo, a veces no es fácil identificar a los bellacos, y otras veces forman una masa tan variada y extensa que resulta inabarcable. Entonces la solución conveniente es apuntar a los canales de difusión del pecado. A los medios de comunicación. Vaya comodín bueno que es ese.
Es tan bueno el comodín que recurren a él a menudo también las administraciones públicas, los partidos políticos, ese mundo. Como que lo malo no es que pasen desastres, sino que se cuenten. Lo malo no es que naufraguemos en un mar de indolencia y parálisis, sino que se sepa. Lo malo no son los enchufes ni las puertas giratorias ni el nepotismo ni la incompetencia, sino que salga en el periódico. Malditos periodistas. Siempre dudando. Siempre buscando más allá de la versión oficial.
Me da a mí que en toda esta farsa, en el postureo y en el triunfo de la apariencia sobre el fondo de las cosas, encuentra acomodo y combustible el declive no ya aquí en casa, sino en Occidente en general. Ahí está Francia en crisis total, Alemania confusa, Italia con la ultraderecha dando cera, España para qué contar... La esperanza de Occidente es un señor naranja, un adolescente octogenario, que tiene un berrinche curioso porque no le han dado el Nobel de la Paz antes de levantar unos resorts de lujo muy horteras sobre los cadáveres de decenas de miles de personas en Gaza.
Personalmente, no vería mal la conquista del abatido Occidente por la suave pujanza oriental. No por el ruso que va haciendo putaditas con sus drones en el espacio aéreo aliado, por supuesto. Ni por el chino que tiene el mismo gesto hierático que un ídolo milenario esperando las diez plagas. Me refiero a una colonización con matices poéticos. A la llegada de líderes con nombres impresionantes y bellísimos. Cielo Magno, sin ir más lejos. Con menos se han fundado civilizaciones.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión