El acusado, durante el juicio. Manu Cecilio

Los forenses desmontan la versión del acusado y avalan que Leyre fue asesinada

Jorge Mateos presenta «rasgos psicopáticos», pero sabe lo que hace. «Lo más característico es su frialdad y falta de culpa», explican los expertos

Jueves, 12 de abril 2018

Los médicos forenses desmontaron ayer la versión parcialmente exculpatoria del acusado del crimen de La Peña, al asegurar que «no es compatible» con las seis lesiones incisocontusas que presentaba la víctima en la parte trasera de la cabeza. En su declaración, Jorge Mateos aseguró que su exmujer se golpeó al caer hacia atrás de forma accidental. Sin embargo, los peritos que realizaron el levantamiento del cadáver y la autopsia señalaron, a preguntas de la fiscal que el agresor «tuvo que sujetar» la cabeza de la víctima, «probablemente con una mano», para dirigirla contra el escalón. Estas heridas en el cuero cabelludo, de las que tuvo que sangrar abundantemente, no le provocaron la muerte, pero disminuyeron su conciencia.

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Leyre Rodríguez presentaba además otras lesiones en la cara –hematomas en los ojos, erosión en la nariz y equimosis en la boca–, que según los forenses pudieron producirse con la «presión» de una mano, aunque tampoco descartaron que recibiera puñetazos. La mujer estaba viva cuando, tal como su exmarido ha reconocido, la trasladó hasta la carretera de Buya donde simuló un atropello.

Agentes de la Ertzaintza, a los que la jueza felicitó por su trabajo, realizaron la reconstrucción del accidente. Según este informe, el 'Peugeot 307' negro de Mateos arrolló el cuerpo de Leyre, depositado en la calzada tras sacarlo del maletero, primero marcha atrás a una velocidad de 8 kilómetros por hora y después hacia delante, a 18 kilómetros por hora. El atropello duró «cuatro segundos». Entre otras lesiones, la víctima presentaba una «laceración en el abdomen» provocada por el arrastre contra el asfalto, fractura de pelvis por aplastamiento y un desgarro.

Nueva relación

El dibujo de una rejilla situada en los bajos del vehículo quedó grabado en la piel de la mujer y también la rodadura de un neumático manchado de sangre. Todas estas lesiones fueron producidas antes de la muerte, que los forenses situaron en torno a la una y media de la madrugada del día 8 de agosto de 2015. Así que Mateos estuvo con Leyre durante cuatro horas en el domicilio, ya que, según el acusado, llegó sobre las nueve.

La víctima había quedado aquella noche con un chico, aunque nunca llegó. «Estábamos empezando una relación de pareja desde julio, aproximadamente un mes antes de su muerte», confesó el joven en el juicio. Leyre, o el acusado con su móvil, le advirtieron mediante un whatsapp que se retrasaría y él la estuvo esperando. «No se presentó, la llamé, pero no contestaba. Me pareció rarísimo porque yo al día siguiente me iba al pueblo. Pensé que se había enfadado conmigo porque esa tarde me había quedado dormido», explicó. Nada más lejos de la realidad.

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También intervinieron los forenses especializados en psiquiatría que realizaron el informe sobre el estado mental del acusado. «Su personalidad presenta rasgos de tipo psicopático. Es manipulador, frío y centrado en sí mismo», aunque no llega al grado de «trastorno». Sin embargo, aclararon que esto «no le impide saber lo que está bien y lo que está mal, no altera sus capacidades de conocimiento y voluntad». «Lo más característico es su frialdad y falta de culpa», concretaron. En las dos entrevistas que mantuvieron, mostró «una actitud distante y sin ninguna referencia a la víctima», lo que implica «distancia emocional, como si fuera algo ajeno».

Respecto a la versión que sostiene el acusado de que Leyre estaba «alterada» y se cayó dos veces, para los expertos se trata de un «relato no racional, artificial, difícil de comprender para un oyente ajeno. Obedece más a una explicación justificadora para no asumir una responsabilidad».

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