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Jorge junto a la imponente catedral de Grossmünster. E. C.
«Me gusta perderme con mi perro 'Yoko' en busca de lagos»
Vascos de altos vuelos

«Me gusta perderme con mi perro 'Yoko' en busca de lagos»

Jorge Velasco - Arquitecto en Zúrich ·

El getxotarra dejó su tierra hace cinco años por motivos laborales. «En Zúrich hay buenas condiciones de trabajo», afirma

Ane Ontoso

Lunes, 4 de febrero 2019, 00:54

Desde lo alto de la Karlsturm, la más meridional de las torres gemelas de la catedral Grossmünster de Zúrich, se pueden contemplar unas espléndidas vistas del lago Zürisee. Solo hay que subir los 187 peldaños de la escalera de caracol de la torre de Carlomagno. Su figura domina la nave en pleno casco antiguo y sobre la margen derecha del Limago (Limmat).

A dos horas en avión gracias a la conexión directa con el aeropuerto de Loiu, la margen derecha de la ría de Bilbao muestra otro pueblo de belleza infinita bañado por las olas del Cantábrico, Getxo. Allí ha vivido siempre Jorge Velasco Rodríguez, un arquitecto de 31 años que desde hace cinco vive y trabaja en la mayor ciudad suiza. Una urbe próxima a los Alpes con fama de motor financiero y cultural, además de ser la capital del cantón homónimo.

Jorge eligió Zúrich para establecerse empujado por el azote de la crisis de la construcción, que vivía sus «peores momentos». Aunque ya conocía la ciudad, donde su trabajo estaba «bien valorado». Después de estudiar la carrera en Pamplona y vivir un año en Milán, el verano de 2011 realizó las prácticas en la misma oficina del estudio de arquitectura donde todavía hoy sigue. «Fueron unos meses de mucho trabajo en los que también tuve tiempo para viajar por el país y conocer un poco su cultura. Suiza es un país con una calidad de vida muy alta, con buenos salarios y excelentes condiciones laborales. Y además está relativamente cerca de Euskadi», explica.

¿Qué fue a lo que más le costó adaptarse?

– El idioma, sin duda. Aquí se habla un dialecto del alemán, que es bastante distinto al que se estudia en las academias.

Según Jorge, el ambiente laboral y social es bastante «internacional –uno de cada tres habitantes de Zúrich es extranjero–, y se tiende a cambiar al inglés para facilitar la comunicación. Todo esto contribuye a que aprender el idioma resulte más difícil», admite. Un hándicap que no le hizo perder la sonrisa que caracteriza, dicen sus allegados, al arquitecto vasco.

'Openairs'

Al contrario del estereotipo habitual, cuenta el getxotarra que los suizos tienen mucha vida social. «Hay actividades culturales, deportivas o sociales toda la semana. Es curioso ver los bares y restaurantes prácticamente llenos todos los días, excepto el domingo, que es el día de la familia y las calles están desiertas», ilustra. Aunque si el plan es ir de cena, hay que tener cuidado con salir más tarde de las nueve. «La mayoría de los restaurantes ya tendrá la cocina cerrada», advierte.

En verano, parques, ríos y, en especial, el lago, se llenan de gente con sus barbacoas portátiles –objeto «indispensable» en este país–, «combatiendo el calor a remojo». Tienen, asimismo, algo parecido a las 'jaias' veraniegas, que allí llaman 'openairs'. Con una sutil diferencia. «En torno a las 2 o 3 de la mañana ya no suele quedar nadie», desliza.

En invierno, el esquí se convierte en el rey de la pista. «Es habitual ver a gente esperando al tranvía con las botas puestas y los esquíes en la mano», descubre. Una red de transporte público maestra permite surcar las 'calles' níveas de los Alpes «en menos de una hora» –más de la mitad de la población en Zúrich no tiene coche, prefieren moverse en tranvía, tren o bici–. El resto del año, no obstante, también se disfruta mucho de las montañas. El senderismo –o 'wanderung', como lo denominan– es la actividad favorita de los suizos, que no dudan un instante en aprovechar su red de senderos salpicados de paisajes de postal. Jorge a menudo se pierde por ellos en busca de lagos y montañas acompañado de 'Yoko', su border collie.

¿En qué se parecen Suiza y Euskadi?

– Tanto en uno como en otro la naturaleza está muy presente. En los dos lugares estamos muy orgullosos, además, de nuestras tradiciones y nuestros orígenes. Aquí también tienen un idioma propio, más bien un dialecto del alemán, el 'schweizerdeutsch', y ponen mucho esfuerzo en preservarlo. 

El arquitecto vasco confiesa que «el orgullo por tu tierra se multiplica cuando estás fuera». Y espera que su próxima mudanza sea a Getxo. Sin embargo, toca esperar, Zúrich aún tiene Jorge para rato.

«Llegar diez minutos tarde puede suponer un problema grande»

Pese a guardar similitudes, la sociedad vasca y la suiza también muestran contrastes. «La suiza es muy organizada –asegura Jorge–. Se puede ver en el transporte, en el entorno laboral y también en el social». El arquitecto explica que es «habitual» que los planes se organicen «con varias semanas o incluso meses de antelación». Una realidad que difiere de la costumbre euskaldun de organizar algo sobre la marcha. «En Euskadi somos más espontáneos. A menudo me ha ocurrido que me pierdo una fiesta u otro evento por no acordarme cuando llega la fecha». Así que ha tenido que «enseñar a mis colegas que si quieren que aparezca en la fiesta me tienen que avisar con un par de días de antelación (risas)». La puntualidad suiza también difiere con la vasca: «Aquí llegar diez minutos tarde a una cita, aunque sea una cena con amigos, puede suponer un problema grande».

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