El Gobierno vasco subvencionará el cambio de pinos por robles en Urdaibai
Dará hasta 200.000 euros en ayudas a cada propietario y también financiará los cuidados al que no busca rentabilidad rápida y apuesta por la repoblación autóctona
josé domínguez
Lunes, 24 de junio 2019, 01:00
El roble y el castaño eran los reyes de Urdaibai, con permiso de la encina, el avellano, el fresno y el laurel. Pero de ... eso hace mucho. Más de un siglo antes de que el estuario del río Oka fuese declarado Reserva de la Biosfera. Porque ya en el XIX el auge de las ferrerías, la producción naval, las guerras y hasta las desamortizaciones de tierras redujeron sensiblemente sus bosques. Para colmo, a principios del XX las enfermedades sufridas por las dos primeras especies en toda la cornisa cantábrica oriental dejaron muy pocos árboles sanos. La situación debió ser tan preocupante que, tanto los propietarios como la Diputación de entonces, apostaron por una reforestación con esquejes de crecimiento rápido para devolver la vida a los montes. Así renacieron las frondosas arboledas que hoy ocupan 14.709 hectáreas, dos terceras partes de la comarca. Ahora el 75% de los ejemplares son coníferas, sobre todo pinos, pero también abundan los eucaliptos -uno de cada siete-. Una aplastante mayoría que, sin embargo, podría estar asistiendo a su punto de inflexión en favor de la regeneración autóctona.
El Gobierno vasco asegura que no tiene nada que ver pero, en plena crisis por la plaga de las bandas marrón y roja que están diezmando notablemente las plantaciones de pinos en toda Euskadi, el Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda ha elaborado un decreto para fijar un nuevo régimen de ayudas que permita compensar a todos aquellos propietarios de terrenos en Urdaibai que acepten sustituir una conífera que en este caso es originaria de Estados Unidos -o en su caso el eucalipto-, por especies tradicionales de la región como el roble, el castaño, la encina, el avellano, el fresno o el laurel. El nuevo texto está a punto de entrar en vigor y, presumiblemente después del verano, se podrán presentar las primeras solicitudes, que permitirán optar hasta un máximo de 200.000 euros por «personas física o jurídica» durante un plazo de tres años.
«El objetivo de esta aportación pública es facilitar el tránsito de estas especies, garantizando a los afectados la rentabilidad que obtenían por las antiguas», explica el director de Patrimonio Natural y Cambio Climático, Aitor Zulueta. Los pinos se cortan cada 25 o 35 años, mientras que la tala de otros árboles de crecimiento más lento puede demorarse una década más. Los cálculos ahora sobre la mesa buscarán «evitar que este dinero sea para hacer negocio, sino solo como incentivo para modificar la política forestal en la reserva».
Opción 'de custodia'
El decreto todavía debe ser desarrollado por una orden que concrete estas compensaciones y también una segunda opción. La de los suelos donde no hay árboles o, si los hay, al menos no están previstas talas para obtener beneficios y sus dueños estarían dispuestos a plantar especies autóctonas o a sustituir esos pinos o eucaliptos. «En estos casos se darán ayudas 'de custodia', o lo que es lo mismo, para gestionar una ampliación de bosques sin alterar el suelo», subraya Zulueta. En estos casos, podrían implicarse «desde particulares que no de un uso forestal a su solar, a ayuntamientos con terrenos, asociaciones sin ánimo de lucro».
Los datos
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Dominio de las coníferas. Urdaibai tiene 22.000 metros cuadrados de superficie, dos de cada tres ocupados por árboles. Los pinos representan el 65,5% del total. Se calcula que los eucaliptos suman otro 10,2% del total.
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Criterios europeos. Estas ayudas cumplen los criterios de la UE para no alterar la libre competencia.
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El Parque de Urkiola. Su nuevo plan de gestión también incluirá ayudas, en este caso de hasta 2.500 euros para cambiar pino por roble.
Se aceptan fondos de empresas con planes para reducir emisiones
El nuevo reglamento incluye una tercera vía para impulsar la reforestación autóctona de Urdaibai. Aunque no consiste en inyectar dinero público, sino al revés. En aceptar fondos privados de empresas que acrediten su sincero compromiso de colaborar en la lucha contra el cambio climático y por la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera. Aitor Zulueta se explica. «Deben ser actividades que cuenten con su propio plan estratégico para que sus fábricas minimicen al máximo la contaminación», adelanta. Pero, si a pesar de haber aplicado las medidas a su alcance -desde las de eficiencia energética a reducir consumos o promover el transporte sostenible de trabajadores o mercancías-, no consiguen que la emisión de CO2 sea «neutra», podrían solventar «la diferencia con un proyecto de compensación ayudando a promover bosques que generen tanto oxígeno como el que ellos consumen».
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