Euskadi se calienta 1,1 grados, los días de calor extremo se duplican y crece el nivel del mar
El Gobierno vasco presenta su primer gran estudio sobre los efectos del cambio climático, que «no puede ser revertido»
«El planeta se está calentando de forma inequívoca. El cambio climático forma parte del presente. Es imprescindible adaptarnos para minimizar sus impactos, que ya ... estamos sufriendo y que ya no pueden ser revertidos». Josu Bilbao, viceconsejero de Medio Ambiente del Gobierno vasco, presentó ayer el primer estudio sobre el clima en Euskadi realizado por la sociedad Ihobe y Euskalmet, una herramienta de la que muy pocas regiones disponen y que analiza parámetros climáticos de los últimos 50 años tomando como referencia estudios previos de la Organización Meteorológica Mundial, del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas y registros de la evolución climática de Euskadi desde 1970 hasta 2023. Y según el informe, que se actualizará cada cinco años, la comunidad se calienta sin remedio, lo que causa afecciones en la salud humana -en 2022 fallecieron 162 personas por causas relacionadas con el exceso de temperaturas-, la economía y el medio ambiente.
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La temperatura media ambiental ha crecido en 1,1 grados desde la década de los setenta. Los días cálidos han aumentado un 85% respecto al periodo entre 1970 y el año 2000 y un 38% en la última década. Los años 2022 y 2023 fueron de récord, con 75 jornadas de este tipo. Además, la temperatura se podría incrementar hasta en 5 grados al final de siglo, lo que derivaría en «sequías e incendios, impactos en la agricultura y en el medio natural», según Bilbao. Además, las olas de calor y su duración están creciendo. Las jornadas que se encuadran dentro de estos episodios extremos - de al menos 3 días de duración para considerarse como tales- se han duplicado, pasando de cuatro en los setenta a unas nueve al año ahora. En 2022 hubo cuatro oleadas de 23 días que provocaron esos 162 fallecidos. Las horas de sol aumentan también. Hay unas 2.033 al año, un 3% más que entre 1991 y 2020. Y los días fríos y muy fríos, que eran más de 40 al año en los ochenta, ahora son menos de 28.
Los científicos, eso sí, no han podido observar cambios significativos en la frecuencia de precipitaciones extremas. Sí que aprecian síntomas de ello en Gipuzkoa. Pero se prevé que los fenómenos inusuales -borrascas asociadas a ciclogénesis explosivas y depresiones extratropicales o inundaciones- vayan en aumento. «Las olas de calor y su persistencia aumentarán, aunque podamos tener eventos fríos adversos durante este periodo de calentamiento», destacó Santiago Gaztelumendi, de Euskalmet. Irán a más las alertas por riesgo marítimo costero, por inundaciones pluviales o mareales y los fenómenos de precipitaciones intensas de corta duración.
También preocupa el imparable incremento del nivel del mar, que, según el mareógrafo de Brest, el instrumento que registra el nivel del agua en esta ciudad francesa del Golfo de Bizkaia, ha registrado un ascenso de más de 20 centímetros desde 1807. Desde los noventa, crece una media de 2,5 milímetros al año, pero «el ritmo está aumentado» y subirá 26 centímetros en 2050. Para Bilbao, «esta es una amenaza importante teniendo en cuenta que aproximadamente el 60% de la población vive en municipios costeros».
El agua marina también está más caliente: la temperatura superficial ha aumentado ya un grado desde 1981, en torno a 0,25°C por década. Ello conlleva un desplazamiento de algunas especies de peces hacia los polos y la entrada en el Golfo de Bizkaia de otras típicas de aguas cálidas. Algunas de ellas invasoras.
En cuanto a los gases causantes del calentamiento global, las emisiones han disminuido un 33% en Euskadi desde 2005. «Afortunadamente, ante peligrosos discursos negacionistas, la sociedad vasca lo tiene claro», concluyó el viceconsejero, que insistió en que «Euskadi es un territorio con ambición climática y vamos a seguir trabajando en adaptación. No actuar o no hacerlo a tiempo va a suponer pagar un alto coste, no solo en términos económicos, sino también en salud y bienestar». Según expuso, la Ley de Transición Enérgetica y Cambio Climático de 2022 impone medidas para hacer de la comunidad un lugar resiliente. Euskadi es, además, una de las regiones que forma parte de la Misión de Adaptación del Cambio Climático de la Unión Europea.
Alerta temprana
Las directrices de ordenanción territorial y del litoral introducen ya el riesgo climático y priorizan el despliegue de la infraestructura verdes y soluciones basadas en la naturaleza. URA también trabaja en la prevención de inundaciones y de sequías través de la planificación hidrológica. La viceconsejera de Protección Civil, Joana Egiluz, explicó, por su parte, que «se desarrollarán nuevas herramientas capaces de minimizar los daños que puedan surgir de las situaciones extremas derivadas del cambio climático», implantando sistemas de medición y monitorización que posibiliten mejorar la alerta temprana por temporales, inundaciones, mala calidad del aire... Además, 42 municipios han aprobado planes de clima y energía y 50 los están desarrollando. Y 26 están adheridos al Pacto por el Clima y la Energía.
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