«Esperé 9 horas a que una ambulancia trasladara a mi padre, enfermo terminal»
En avanzado estado de gestación, esta vecina de Erandio interpuso una queja en Sanidad porque «trataron a mi aita como un saco de patatas»
Inma ve crecer una vida en su vientre mientras se apaga la de su aita, que a su vez le dio la suya. En un momento tan delicado para ambos, esta vecina de Erandio tuvo que estar «esperando durante más de nueve horas» a que una ambulancia trasladara a su padre, enfermo terminal de cáncer, desde el hospital de Cruces hasta su casa, en el barrio de Astrabudua, el pasado 22 de junio. «Hasta que no me puse como una loca no me hicieron ni caso; por lo visto por las buenas no sirve», protesta. Los médicos habían recomendado que el paciente fuera evacuado en un vehículo medicalizado por su delicado estado, por lo que Inma Gutiérrez aguantó la espera hasta el anochecer. En avanzado estado de gestación, de 36 semanas, lamenta el «estrés y la ansiedad» que tanto ella como su padre sufrieron aquel día, «sobre todo porque no sabíamos qué pasaba ni hasta cuándo íbamos a estar allí».
Su padre llevaba una semana ingresado en la planta de Oncología, con un adenocarcinoma que contrajo «por trabajar con amianto» en una fábrica de motores, según trata de probar la familia en estos momentos. La doctora que le atendía decidió darle el alta para que recibiera los cuidados paliativos en su casa, «ya no se puede hacer nada por él». Justo el viernes día 22 por la mañana sufrió una especie de mareo, que hizo que la especialista aconsejara su traslado, no en coche, sino en ambulancia.
A las 13.03 horas, con el informe de alta, se pidió por primera vez el vehículo medicalizado. El paciente se vistió con ropa de calle y se dispuso a esperar, sin imaginar siquiera que iba a pasar allí todo el día. Inma preguntó a la doctora cuánto tiempo podía tardar y ésta respondió que se trataba de un «servicio externalizado, no hospitalario». A las cuatro y media, Inma salió al mostrador de enfermeras, que hicieron la primera reclamación. A lo largo de la tarde hubo hasta tres sin que la ambulancia llegara.
2.000 traslados, la mayoría planificados, tuvo que realizar Ambuibérica el pasado 13 de mayo, primer día de servicio tras ganar el concurso
El hospital de Cruces dio a su padre de comer, y luego también de cenar. Ella, «como no podía dejar solo a mi aita», tuvo que recurrir a «un sandwich de la máquina». «Estaba súper mal, muy nervioso». «Desesperada», Inma decidió bajar al área de Admisión para ver qué pasaba. Allí «se lavaban las manos» al tratarse de un servicio subcontratado a la empresa Ambuibérica, que acaba de ganar el concurso. Y le entregaron una hoja de reclamaciones. El tiempo seguía pasando y la ambulancia no aparecía. «A las nueve y cuarto perdí los papeles», reconoce la mujer. «De mala leche me presenté en Urgencias y empecé a gritar como una loca». Para entonces, su marido ya había acudido en su ayuda. Les dieron dos números de teléfono a los que empezaron a llamar sin éxito. «No cogía nadie, te ponían en espera». Entonces, Inma vio llegar a una ambulancia de Ambuibérica, con un teléfono de emergencias apuntado en un costado. Y pensó: «Voy a tener que simular una urgencia para que me atiendan». «Le dije de todo: ¡Esto es una vergüenza, es que me tengo que poner de parto!».
Disculpas y «hecho puntual»
La operadora la tranquilizó y le dijo que «había una ambulancia en Retuerto que se dirigía para Cruces». «Mi aita se incorporó, si no venían en 15 minutos nos íbamos en coche». A las diez menos cuarto, «llegó un conductor todo apurado. Su turno había terminado ya. Trató a mi aita como un saco de patatas. Para pasarle de la silla a la camilla le tuve que decir que tuviera cuidado porque tenía metástasis. Y en Rontegi, que no corriera tanto», recuerda. «A mi padre ya no le va a valer, pero espero que sí a otros pacientes», dice Inma, que ha interpuesto una queja en el servicio Zuzenean ante el Departamento vasco de Sanidad. «Sé que está aguantando sólo para verle la cara a su nieto», se duele.
Carlos Magdaleno, presidente de Ambuibérica, pide «disculpas» por las molestias, asegura que se trata de un hecho «muy puntual» y reconoce que los viernes se produce «una punta en el servicio, ya que hay muchas altas hospitalarias». Admite que «es el servicio al que menos prioridad damos porque el paciente está bien atendido en el hospital. Las consultas no pueden esperar». «Hoy (por ayer), por ejemplo, a esta hora (18.15 horas) ya están todas las altas en sus casas», asegura, al tiempo que se compromete a «ir mejorando».