Una especie invasora sin apenas depredadores naturales en la ciudad
«La población se puede desmadrar en cualquier momento si las condiciones son benignas», alertan los expertos
Hay que asumir que debemos convivir con las ratas. Aunque sean asquerosas y tengamos tan interiorizada su naturaleza innoble que llamamos así a las personas ... despreciables y a las que son muy tacañas. Lo dice la Real Academia Española (RAE). «Allí donde vamos los humanos, hay ratas», acepta Iñigo Zuberogoitia, doctor en Zoología. ¿Por qué? «Porque les proporcionamos cobijo y comida». Pero también porque ya no tienen depredadores en las ciudades.
En este sentido, el biólogo apunta que la utilización de venenos en las urbes para tener controladas las poblaciones de roedores han tenido, históricamente, un efecto colateral muy nocivo: «Se acaba matando también a sus depredadores». Porque si se alimentan de animales envenenados, la sustancia tóxica también llega a ellos.
En el Ayuntamiento matizan que los nuevos cebos contienen una menor proporción de principio activo para que resulte letal en animales pequeños, pero no para sus depredadores.
En cualquier caso, Zuberogoitia sostiene que, a estas alturas, ya prácticamente se ha terminado con las poblaciones urbanas de «pequeños depredadores como lechuzas o cárabos». Una medida a su juicio interesante para que regresen y vuelvan a cazar ratas sería potenciar la instalación de «cajas nido en los parques urbanos».
Porque cualquier ayuda es buena para mantener a raya a una especie que supone una amenaza constante. Con su capacidad para reproducirse «la población se puede desmadrar en un momento si las condiciones son benignas. Tienen crecimientos muy rápidos y explosivos». Claro, una vez roto el equilibrio natural siempre es muy difícil controlar estos fenómenos.
Son animales muy inteligentes capaces de apreder pronto a no caer en las trampas
No hay magia
En realidad, el equilibrio se rompió en el momento mismo de la llegada de las ratas, una muy eficiente especie invasora. Y luego con la creación de un ecosistema ajeno a la naturaleza como son las redes de saneamiento. A eso se suma, además, que «son animales muy inteligentes», desconfían de lo desconocido y también «aprenden a no comer ciertas cosas, así que si se usan los mismos venenos de forma continua» acaban pillando el truco. En fin, que con las campañas de desratización «se controla la población pero no hacen magia». Así que el reto es mantener unos niveles aceptables.
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