Escalofríos
Ignacio Marco-Gardoqui
Martes, 24 de mayo 2016, 20:18
La situación produce escalofríos. Si hace un par de semanas conocíamos que en diez años habíamos perdido un tercio de la población joven situada en ... el rango de los 25 a los 34 años de edad, hoy vemos que en 2.026, nada menos que el 42% de los trabajadores tendrán entre 50 y 64 años. Un porcentaje que ha subido desde el 27% que suponía en 2001. Otro dato más; en los próximos diez años perderemos más de 160.000 personas en edad de trabajar y las dos terceras partes de los empleados actuales del sector público se habrán jubilado.
El CRL desata las alarmas sobre la situación y propone algunas solución. Pero ninguna es sencilla. La mayoría camina en la dirección de prolongar la vida laboral. Una eventualidad que ha recibido siempre la oposición radical de los sindicatos. Primero porque eso de trabajar durante mucho tiempo no ha sido nunca una de sus principales prioridades y, segundo, porque piensan que el número de empleos de una sociedad es un número cerrado y constante, de tal manera que si un mayor trabaja un joven deja de hacerlo.
Y, obviamente, no es así. La oferta de empleos no es un número fijo que nos venga determinado por el destino o por el azar, es una cifra cambiante que resulta de la suma de muchas decisiones que tomamos todos los días. Tendremos más trabajo si conseguimos más actividad y será de tanta mejor calidad en función del valor que consigamos añadir. Por eso, conviene adoptar medidas que faciliten la continuación en el trabajo una vez alcanzada la edad de jubilación. La propuesta no solo es coherente con la situación demográfica, sino también con la experiencia personal. Hoy en día, una persona de 65 está capacitada para dar clases, para diseñar productos y para establecer planes estratégicos (espero, por la cuenta que me trae, que también para escribir comentarios en los periódicos...), además de para llevar a los nietos a jugar al parque.
Una solución parcial es que, como no llegan jóvenes, que al menos no se vayan los que pocos que tenemos, pero eso hay que matizarlo. En mi opinión, el problema no es que se vayan, que eso siempre educa y viene bien, el drama es que no tengan oportunidad de volver después, una vez formados.
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