La compra de Gamesa por Siemens, un mal negocio para la industria vasca
Un total de 700 proveedores asentados en Euskadi, que facturan 250 millones a la eólica, pueden quedar desplazados por la multinacional alemana
José Luis Galende
Martes, 2 de febrero 2016, 02:12
Las empresas vascas tienen una contumaz tendencia a morir de éxito. Nacen, producto de una idea brillante. Crecen, fruto de una gestión ambiciosa y en ... muchos casos visionaria. Y acaban engullidas por compañías mucho más grandes que tienen pulmón financiero, momento a partir de cual se produce el alejamiento de los centros de decisión, la pérdida de sintonía con el entorno y también la reducción paulatina de la riqueza que generan en su área de influencia. La oferta lanzada por la multinacional alemana Siemens para engullir a la vasca Gamesa ha vuelto a resucitar ese viejo fantasma. Una parte nada despreciable de la industria vasca, en torno a 700 empresas que actúan desde Euskadi como proveedoras de Gamesa y a la que vendieron el pasado año productos y servicios por un importe total de 250 millones de euros, observa con preocupación este movimiento.
Muchos de ellos tienen razones de peso para temer que si la compañía cae bajo el control de Siemens, quedarán desplazados. Es bastante simple. El catálogo de Siemens es tan amplio que en su interior hay un buen número de componentes de los aerogeneradores -equipos eléctricos, software o telecomunicaciones-, precisamente los de mayor valor añadido, por lo que no necesita recurrir a proveedores externos como lo hace Gamesa.
«Entre los fabricantes de aerogeneradores, Siemens es el que tiene una mayor integración vertical de su producto», señala un experto del sector, quien reconoce que el temor a perder un gran cliente si la firma germana toma el control de Gamesa «es lógico».
Las partes implicadas
Según los datos oficiales de Gamesa en torno al ámbito geográfico donde realiza sus compras, aproximadamente el 34% del total se sustancian en España y algo más de un 10% tienen su origen en Euskadi. Incluso, el papel de las empresas vascas es muy superior al que refleja ese porcentaje, ya que muchos proveedores locales han seguido a la empresa eólica en muchas de sus implantaciones mundiales, ubicando también filiales en esos países en los que Gamesa ha construido plantas de producción.
Y si la vertiente de los proveedores es importante, no lo es menos el inevitable alejamiento de los centros de decisión -digan lo que digan las promesas prematrimoniales-, que provoca cualquier operación de este tipo. Una tendencia inevitable que siempre tiene consecuencias negativas en la generación de riqueza en el entorno de la sociedad absorbida.
Para Siemens, sin embargo, una operación que le permita aterrizar sobre Gamesa tiene una gran lógica. Anula de un plumazo a un competidor más pequeño pero fuerte, aprovecha las economías de escala y da la bienvenida a los elementos complementarios. Gamesa, por ejemplo, tiene una posición destacada en el mercado latinoamericano que Siemens no ha podido conseguir hasta ahora.
Pero además le permitiría asumir el liderazgo mundial del sector, en la actualidad en manos de la danesa Vestas, que controla el 12,3% de la cuota de mercado. La suma de Siemens y Gamesa daría a la multinacional germana una cuota mundial en el entorno del 15%. Por otra parte, le serviría para resarcirse del revés sufrido en su intento de adquirir los negocios energéticos -entre ellos la división eólica- de la francesa Alstom. El Gobierno galo, que controla de forma indirecta la empresa, prefirió aceptar la oferta que le había hecho la norteamericana General Electric. En síntesis, prefirió dejar paso a un norteamericano dispuesto a crecer en el mercado europeo, antes que facilitar las cosas a un competidor del mismo continente.
Doblar el valor
Gamesa ha experimentado una notable recuperación en el mercado bursátil en los últimos tres años, fruto de una progresiva recuperación de su actividad pero sobre todo de la rentabilidad del negocio. Bien es verdad que todo ello tras haber experimentado un hundimiento considerable, que le llevó a registrar unas pérdidas de 640 millones de euros en 2012 y a despedir a 2.600 trabajadores entre ese ejercicio y el siguiente. Desde ese punto, la empresa -que alcanzaba ayer una capitalización bursátil de 4.717 millones de euros- ha conseguido emerger hasta doblar su valor. Y ahí, probablemente, está la clave de lo que todos los analistas consideran una «operación más financiera que industrial», ya que para los actuales accionistas de Gamesa la propuesta de Siemens puede suponer beneficios importantes. Fuentes del mercado financiero apuntan, por ejemplo, que la plusvalía para Iberdrola, que es el socio de referencia y controla casi el 20% de las acciones, rondaría los 500 millones de euros.
Fuentes consultadas por EL CORREO señalaron ayer que aún están pendientes de negociación «algunos flecos importantes» de la operación y que resolverlos, aseguraron, «exigirá algo de tiempo». También se especula con la idea de que Siemens ha propuesto crear una nueva compañía, a la que aportaría su negocio eólico terrestre y marino. Aproximadamente el 60% de las acciones de la nueva sociedad quedarían en manos de Siemens, mientras que el 40% restante se repartiría entre los accionistas de Gamesa.
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