Mujeres emprendedoras en Durango
Cinco vecinas de la villa destacan el papel de las féminas y la igualdad en el comercio local en la antesala del 8M
Reivindicar la labor de las mujeres y la igualdad en los comercios locales de décadas de historia en Durango. A dos días del 8 M, cinco vecinas de Durango reflexionan sobre las tiendas tradicionales, el papel de las féminas y el relevo generacional, destacando la gran presencia de chicas gestionando establecimientos de diferentes sectores como carnicería, joyería, tienda agrícola, librería o moda. La localidad realizará este sábado una declaración institucional, que tendrá lugar a las 11.30 en Andragunea, reivindicando la labor de estas mujeres y la igualdad de género, con el objetivo de reforzar el compromiso con una sociedad más justa e igualitaria. Posteriormente, a las 12.30, partirá la manifestación desde la plaza del Ayuntamiento, convocada por la Asamblea del 8M de Durango.
Victoria Astigarraga, carnicería Astigarraga
La vecina Victoria Astigarraga, junto a su hermana Beatriz, son la tercera generación de esta carnicería que se abrió en el año 1888. «Mi infancia la recuerdo siempre ayudando a mis padres Jose Antonio y Juanita y ésta última, siendo peluquera, se puso a trabajar en este establecimiento recién casada. Todas colaborábamos activamente con nuestros padres en todo tipo de tareas vinculadas al negocio, interiorizando el oficio.
Tras el fallecimiento de su padre hace 39 años, continuaron con el negocio junto a su amama y su ama y analiza la situación del comercio. «Antes, se vendía todo lo relacionado con el ganado (cordero, ternera, cerdo). Ahora, tenemos que reinventarnos y elaborar más productos a parte de éstos» subraya antes de apuntar que la situación de la mujer ha evolucionado mucho afortunadamente pero recalca que hay que seguir mejorando.
Reconoce con cierta nostalgia que mantiene la misma receta de la preparación de chorizos, morcillas, chistorras o salchichas. No obstante, recalca que ahora hay más competencia debido al auge de las grandes superficies, mientras prepara junto a su hermana platos como morcillas, callos, patas de cerdo, pimientos rellenos o lengua rebozada y en salsa. «También tiene éxito la lasaña de carne picada, fritos, san jacobos y cachopos», detalla
Mari Jose Gorrotxategi. Agricentro Gorrotxategi
Mari Jose Gorrotxategi empezó a ayudar a su padre en el negocio agrícola que lleva ese mismo nombre con 14 o 15 años, mientras estudiaba en el instituto de Durango y reflexiona el papel de la figura de la mujer y el feminismo en los negocios. «Sí hemos sufrido un poco el abuso de los clientes y cuando éramos más jovencitas, uno te venía y tocaba el culo. No lo tomábamos como algo normal, pero lo soportábamos. Hoy en día, no lo aguanto, si me vienen de malas maneras o echarme una mano, la primera en cortarle soy yo. Esto es consecuencia de los años, antes el cliente te pegaba un achuchón, algo que ahora no se permite», subraya.
Del mismo modo, apunta que su padre comenzó de una manera muy primaria, con venta de pienso, patatas y productos de la huerta. Ahora, en este local que ha tomado el testigo el vecino Beñat Granados y con la ayuda de Mari Jose, venden patatas, flores, tomates, lechugas, pimientos, pienso para animales, plantas y macetas. »La irrupción de las grandes superficies y venta online es un pequeño golpe al comercio local. La gente de antes se contentaba antes, ahora es más exigente», manifiesta.
Inmaculada Bardeci. Tienda Fercy
Corría el año 1962 cuando se abrió la tienda de ropa Fercy en el casco viejo de la localidad. Inmaculada Bardeci insiste en que fueron pioneros en aquella época en la localidad, en un momento que había escasez de establecimientos. «Siempre hemos tenido una atención con los clientes muy cercana, incluso también hemos contado con taller de sastrería para realizar arreglos. Si una manga tienes larga o una chaqueta tienes que ajustarla, que salgan perfectos. Hay mucha gente que ni se fija».
«Aprendí con mis padres Eduardo y Maxi y tras estudiar secretariado de dirección en Deusto, empecé con 20 años en la tienda hasta hoy porque quería conseguir dinero para irme de vacaciones a Escocia. Empecé gestionando diferentes aspectos, entre ellos, la contabilidad en una época en la que contábamos con muchos trabajadores, entre seis y ocho», analiza.
El prêt-à-porter, la sastrería a medida de caballero, los vestidos de comunión y de novia se adentraron en este establecimiento. «El comercio ha cambiado todo, fue evolucionando y nos fuimos especializando en ropa de hombre y abrimos otra tienda dedicada exclusivamente a mujer. Primero abrimos una zapatería y esa la transformamos en ropa de mujer. Ahora mismo, tenemos dos tiendas de Bardezi, una de mujer y otra para hombres», reconoce.
«Ahora, han cambiado mucho las cosas porque de hace diez años a esta parte, la evolución ha sido total, cuesta muchísimo sobrevivir. Los gastos se han multiplicado, ya solamente con abrir la persiana, tienes un nivel de gastos considerable. El consumo de ropa de nuestro sector ha bajado bastante», manifiesta



Maite Mancisidor. Joyería Mancisidor
Maite Mancisidor es la quinta generación de la joyería que lleva su mismo nombre. Desde 1866, este establecimiento ubicado junto al pórtico de Santa María en el casco viejo, es una referencia para todos los durangueses. «Tiene mayor protagonismo la mujer en los pueblos y en muchos establecimientos hay féminas al frente. En mi caso, soy la primera porque el negocio siempre se ha trasladado de hombre en hombre. Mi padre tuvo dos hijas y fue un 'pequeño disgusto para él, le faltaba el chico para que continuara con el relevo generacional. Yo empecé muy joven ayudando a mi padre porque tenía dificultades ya que apenas veía y tenía problemas, poco a poco, cogiendo más responsabilidad en el local», resume.
Además, destaca que lo que más recuerda de su progenitor son las relaciones humanas con trabajadores, proveedores y clientes. «Aprendí el oficio con él y recuerdo que llegó a haber hasta ocho personas trabajando en un local que contaba con taller de joyería y relojería, algo que ahora se ha externalizado. Había mucha más actividad que ahora», añade, antes de apuntar que lo más complicado de un negocio local es el trabajo diario incluyendo los horarios comerciales y el hecho de trabajar los sábados.
Según indica Maite, lo que más venden son las sortijas y pendientes. «Lo que más nos piden es mujer y cuando son hombres, buscando un regalo para la mujer. Las nuevas generaciones, los chicos más jóvenes empiezan a pedir más joyería, pero todavía no lo tenemos bien resuelto. Es un cambio», prosigue, además de indicar que el comercio local se ha transformado por completo. «Antes el consumo solo era en tiendas físicas, no existía lo online, lo cual hacía que la actividad fuera mucho mayor. Ahora, el consumo está muy repartido», confiesa.
Asun López, Libería Urrike
Qué sería de la lectura y la cultura sin las librerías y donde la gente observa en el escaparate o en su interior los diferentes ejemplares. «Abrí en 1981 el comercio y siempre he vendido libros y un poco de papelería. Estoy muy contenta porque siempre he tenido clientela fiel de todas las edades, sobre todo me piden los géneros de narrativa e infantil, pero también ensayos, libro de regalo, clientes tradicionales y jóvenes», reconoce, reivindicando el papel de las mujeres en las librerías locales. «Siempre estaré agradecida por el trato y el éxito que ha tenido esta tienda en los clientes», reconoce a las puertas de su merecida jubilación en los próximos meses.

Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.