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Enrike Huerta posa junto a su querido ornitorrinco, la joya de la exposición. N. Cayado

«Construir Hontza en Durango sería hacer realidad mi sueño de niño»

Enrike Huerta, Presidente del Museo de Ciencias Naturales de Mañaria ·

Sin perder la esperanza, este durangués disfruta en el espacio que ofrece ahora una exposición sobre fauna marina

NAHIKARI CAYADO

Viernes, 1 de octubre 2021, 23:07

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Hontza en Mañaria presume de ser el único Museo de Ciencias Naturales de Bizkaia. En sus salas se pueden observar más de 1.500 ejemplares de aves, mamíferos, peces, reptiles, anfibios y un sinfín de seres provenientes de todas partes del planeta. Su presidente, Enrike Huerta, se muestra orgulloso de su amplia colección, que se completa ahora con una exposición temporal sobre fauna marina. Pero el malacólogo sigue teniendo clavada la espina de que «este museo es por y para Durango».

– Hace siete años que inauguró Hontza Museoa en Mañaria, ¿cómo se siente?

– Me siento muy orgulloso de todo lo que he conseguido hasta el momento, porque he trabajado muchísimo. Detrás de este museo que ves ahora, hay un recorrido de varios años. Fíjate, tuve el sueño de crear un museo por primera vez con tan solo 14 años, en una visita que hice con mis padres al acuario de Donostia. Me pregunté, ¿Por qué no tenemos algo así en Durango? Y fue ahí cuando empecé a coleccionar las primeras conchas. Hoy tengo más de 45.000 ejemplares en total, de ellos 1.500 expuestos, entre ellos aves, mamíferos, crustáceos… Hontza es un abanico de biodiversidad que reúne lo mejorcito que se puede ver en un museo.

– ¿Cómo han capeado los cierres por la pandemia?

– Como hemos podido. Primero lo tuvimos cerrado un tiempo y cuando pudimos abrirlo lo hicimos con todas las restricciones establecidas. La gente tenía que coger cita previa y las visitas tenían que ser como tope de 55 minutos. Además, teníamos un recorrido programado, se entraba por abajo y se salía por arriba, todo para que los visitantes no se cruzaran entre sí. Pero eso ya se acabó. Ahora, a partir de octubre, las puertas de Hontza vuelven a estar abiertas en su horario habitual y no es necesaria cita previa. Además, ya tenemos varias reservas hechas de grupos de estudiantes, así que parece que va bien la cosa.

– Sorprende que un centro de esta envergadura siga careciendo a día de hoy de apoyo institucional, ¿cómo lleva la eterna pelea por darle a este espacio el sitio que se merece?

–Si te digo la verdad, me estoy cansando. Siento que me estoy haciendo mayor y yo lo que quiero es poder trabajar y disfrutar en mi museo. Yo tenía 35 años cuando propuse por primera vez crear este museo en Durango, y no he tenido más que pegas. He propuesto más de quince edificios diferentes como el palacio de Garai, la escuela de Intxaurrondo, Pinondo Etxea…, y nada. Lo propuse hasta en los ayuntamientos de Abadiño y de Elorrio. Una vez incluso puse yo 200 millones de pesetas de la época sobre la mesa para ello, pero ni con esas.

«Diseñe a mano el museo»

– Le hubiera gustado Durango, como sede pero nunca llegaron a buen puerto sus deseos. ¿Con qué problemas se ha encontrado en este largo y complicado recorrido para poder mostrar todo su extenso trabajo?

– Es que este museo es por y para Durango, no hay más. ¿Problemas? Demasiados. Como ya te he comentado, mi primera propuesta la realicé con 35 años, cuando Juan José Ziarrusta era el presidente de la comisión de cultura. Diseñé a mano el museo y todo, pero nada. Me dijeron que no había dinero ni edificios para ello. Al cabo de unos años, cuando Ziarrusta era el alcalde, retomé con él las negociaciones. Me propuso crear el museo en el segundo piso del antiguo edificio de Correos. Sería algo provisional para que, si Diputación y el Gobierno vasco vieran que se mueve la gente, pudieran ayudar a crear algo más grande, como por ejemplo, en el palacio Garai. Cuando parecía que estaba todo en marcha, falleció Ziarrusta. Después vino de alcaldesa Aitziber Irigoras, y cuando se lo comenté, me respondió que lo de Ziarrusta era de Ziarrusta y que ella era ella. Una respuesta tajante y literal. Y eso me molestó mucho.

– Le han cerrado muchas puertas, pero ha conseguido su objetivo, ¿Qué le ha supuesto?

– Después de 23 años de pelea con el Ayuntamiento de Durango, me cansé. Fue en 1987 cuando abrí la primera sede del museo, en otro edificio de Mañaria. Era un segundo piso, con polvo de las canteras, pero bueno, teníamos un aparcamiento de los autobuses delante, lo que estaba fenomenal para que vinieran los estudiantes. Funcionó, y eso que no había vitrinas ni nada. No se rompió más que una patita de un cangrejo y precisamente por una hija de unos amigos míos. Y eso que todo estaba para tocar. Fue fenomenal. Tuvimos que cerrarlo porque no era plan de seguir, aquello no era un museo. Era algo transitorio esperando a que Durango se decidiera de una vez. Pero no hubo forma. Entonces, la familia de Kirikiño me propuso hacerlo aquí y dije que sí.

– ¿Cuáles son los próximos retos?

– Estamos ampliando la segunda planta con dos nuevas estancias en las que incluiremos especies europeas y exóticas. Pero mi motivación sigue siendo hacerlo en Durango. Parece que a la Corporación de ahora le gusta la idea, también a la Mancomunidad y a la diputada de Cultura. Para mí, construir Hontza en Durango sería hacer realidad mi sueño de cuando tenía 14 años.

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