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Kristian Quintans cruza la línea de meta.
«He sufrido y me duele todo el cuerpo... Pero volvería a competir en Hawai»
triatlón

«He sufrido y me duele todo el cuerpo... Pero volvería a competir en Hawai»

El bilbaíno Kristian Quintans termina el Campeonato del Mundo de Ironman séptimo en su grupo de edad (de 25 a 29 años) y el 75 en la general. Un magnífico resultado en su bautismo en Kona que dedica a su aitite, que falleció en febrero

Hizkuntze Zarandona

Domingo, 9 de octubre 2016, 21:45

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A sus 28 años, pocos retos le quedan por superar a Kristian Quintans. Ayer tuvo el más grande de ellos: el Ironman de Hawai. Tan sólo lleva cuatro años practicando este deporte y ya puede presumir de ser finisher del triatlón de larga distancia más duro del planeta, el 'Tour' de la especialidad, y el considerado como campeonato mundial oficioso. Tradición (allí nació la prueba, fruto de una apuesta entre marines norteamericanos), dureza (el viento, la humedad y el calor que envuelven a la isla forman un demoledor cóctel) y 'glamour' (acude lo más selecto del circuito) se dan la mano en mitad del Océano Pacífico.

Después de meses y meses de preparación, el bilbaíno cruzó la meta séptimo en su grupo de edad (de 25 a 29 años) y el 75 en la general, con un tiempo de 9 horas 15 minutos y 35 segundos: «Por el podio de mi grupo de edad podía haber luchado. Aquí suben cinco y el cuarto ha quedado a menos de cinco minutos de mí». Iba muy bien encaminado hacia el éxito, pero una penalización de cinco minutos por hacer blocking -tapar el paso en bici a los que vienen por detrás- le apeó del pedestal. «La norma es así y yo no la conocía del todo bien y aquí en Estados Unidos parece que eso se castiga bastante. Pero he sido séptimo y me quedo con eso, sigo estando muy contento», afirma.

Pero, ¿qué le pasa a uno por la cabeza cuando se encuentra en la salida del Ironman mas importante del mundo? «Piensas en muchas cosas, sobre todo te sientes afortunado de estar en la línea de salida que todos soñamos. De la familia es imposible no acordarse, y más estando a tantos kilómetros de distancia. Piensas en la gente que está pegada al ordenador para seguirnos... Pero sobre todo en mi aitite, que falleció en febrero y tenía que dedicarle una buena carrera. Le hubiese gustado mucho verme cruzar la línea de meta».

Ya en carrera, Kristian intentó estar lo más concentrado posible. Por delante le esperaban 4 kilómetros a nado y 180 en bici y una maratón. Tuvo momentos de bajón, pero el de Hawai es un muro ya derribado y con nota. «En el kilómetro 18 de la carrera a pie, que justamente era uno de los tramos más duros, he tenido un momento de bajón y he sufrido. Pero he conseguido ser fuerte. Al final, venimos preparados para esto. Abandonar siendo la primera vez... ¡nunca! Hay que terminarlo, aunque sea a rastras, jeje».

A pesar de este esfuerzo sobrehumano, el joven bilbaíno asegura que «se disfruta». Y cruzar la meta del verde infierno hawaiano no tiene precio. «Todo el esfuerzo realizado compensa al 100%. Es la meta que todo triatleta de larga distancia quiere cruzar, y aunque ahora me duele todo el cuerpo, recuerdo momentos de la carrera y me sale una sonrisa», confiesa.

El segundo vasco en curzar la meta

Quintans fue el segundo vasco en cruzar la meta. El primero fue Eneko Llanos, que sufrió como nunca en su undécimo Ironman de Hawai. Finalizó en la plaza 27, muy lejos del alemán Frodeno, uno de los grandes de la especialidad, después de haber terminado octavo el sector sobre la bicicleta. «Eneko es un tío diez, y aunque no le ha salido la carrera que tenía en las piernas lo ha luchado hasta el final y no ha dudado en animarme cuando nos cruzábamos igual que Gurutze Frades -acabó en el puesto 33 y después de 10 horas, 18 minutos y 46 segundos-, que tampoco ha tenido su día y ha sufrido mucho. Es la carrera que han preparado todo el año y no han podido terminarla como les hubiera gustado, pero desde aquí les mando un fuerte abrazo y les felicito por haber luchado la carrera hasta el final. Son humanos, como todos, y a veces se puede fallar. Ayer me demostraron que son mejor personas que deportistas, animando a los demás cuando ellos no lo estaban pasando bien», describe Quintans.

Asegura que no es supersticioso, aunque reconoce que el postre de la cena anterior a la prueba tiene que ser un dulce de chocolate. «Cuando no lo hago, no me sale la carrera tan bien. A veces pienso que es algo mental más que de superstición». Viendo el buen resultado que ha logrado, parece que se dio un buen homenaje antes de la cita cumbre del triatlón.

Quintans ha conocido el éxito en multitud de pruebas del calendario vasco y nacional. El pasado año, el Ironman de Barcelona se rindió a sus pies al conseguir terminar la prueba en 8 horas y 43 minutos. Logró lo que parecía imposible: la clasificación para el Ironman más conocido del mundo. Y ha dado la talla. Sin duda, un bautismo excepcional en Kona, que guardará para siempre en su memoria.

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