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Un policía municipal de Bilbao fuera de servicio intentó el pasado sábado que el funicular de Artxanda realizara un viaje extraordinario, fuera de su horario ... fijado. Para ello, el agente no dudó en utilizar su placa y ordenar a uno de los trabajadores que se pusiera al mando de la unidad. Incluso llegó a plantarse frente a la puerta del vagón solicitando a los sorprendidos pasajeros que aguardaban en el andén que no pasaran al interior. Con todo, no logró su propósito. Al menos esto es lo que se ha denunciado ante el Comité de Riesgos Laborales del Ayuntamiento, donde se ha presentado una queja formal por el supuesto «acoso» sufrido por el operario, según ha podido saber EL CORREO.
El incidente tuvo lugar al filo de las seis de la tarde del sábado. Se trataría de una situación «inédita» que dejó «alucinados» a los trabajadores, que no esperaban un comportamiento así, según las fuentes consultadas. El funicular, que gestiona de forma directa el Consistorio, suele realizar cuatro viajes a la hora, aunque, en ocasiones, si se dan una serie de condiciones, los técnicos pueden optar por un pase adicional.
Pero es algo excepcional y se lleva a efecto pocas veces, ya que se tiene que ejecutar con cierta agilidad y con la seguridad de que se va a llegar en hora para el siguiente servicio. Al parecer, cuando faltaban cuatro minutos para las seis, el policía municipal, que estaba en su tiempo libre y llevaba una bolsa de deporte, se acercó a la unidad parada en la estación inferior, en Matiko, con la intención de montarse en dirección a Artxanda. Fue entonces cuando, según la información recabada por este diario, que no ha podido contactar con el agente aludido, pidió que el funicular se pusiera en marcha de manera inmediata, alegando que había demasiada gente dentro y que, supuestamente, no se cumplían los protocolos de seguridad frente al covid. Al parecer, le preocupaba que entraran más usuarios. Por eso ordenó que no subiera nadie más.
El empleado que bajó en ese momento al andén habló con el miembro de la guardia urbana y le explicó que no se podía hacer el viaje extra por razones técnicas. Además, le aclaró que el aforo en todos los transportes públicos hace tiempo que no está condicionado por el virus. Los coches del funicular pueden transportar un máximo de 70 personas, como antes de la pandemia, y no se llegaba a esa cifra. Fue entonces cuando el policía «levantó la voz y mostró su placa», intentando ejercer una autoridad que no le correspondía, exigiendo que arrancara ya la unidad.
El trabajador informó a los pasajeros que aguardaban que podían pasar, que no había problema alguno, pero las personas optaron por hacer caso al agente. Finalmente, la unidad salió a su hora, sin el policía, que decidió coger el siguiente. No hubo viaje extraordinario, pero los hechos han generado malestar en la plantilla del funicular. El personal considera que ha habido una situación desagradable e injustificada contra un compañero, que se habría sentido humillado por el trato recibido, y esperan que el Consistorio investigue lo sucedido y «obre en consecuencia». Hay grabaciones de las cámaras de seguridad.
La plantilla no lo entiende, máxime cuando la colaboración con la guardia urbana venía siendo «extraordinaria». En alguna ocasión, los trabajadores han adecuado la operativa para que los agentes (uniformados o de paisano) pudieran detener a algún ladrón, pero este caso «nada tiene que ver» con eso. Por su parte, fuentes del Área de Transportes confirmaron a este diario que existe un procedimiento en el Comité de Relaciones Laborales por un caso de «acoso», a raíz del incidente del sábado. El área de Seguridad Ciudadana no se pronunció «al no tener por ahora constancia de los hechos».
El Reglamento de Régimen Disciplinario de los Cuerpos de Policía de Euskadi aprobado en 1994 establece como falta muy grave sacar a relucir la placa sin motivo aparente. Así lo refleja el artículo 8.8: «Hacer ostentación del arma o los distintivos del cargo, sin ninguna causa que lo justifique y causando grave perjuicio a cualquier persona o grave desprestigio del Cuerpo». No obstante, también puede considerarse una falta de carácter grave. La diferencia en estos casos estriba en que se suele valorar si hay perjuicio a terceros y a la imagen de la policía. En el supuesto de que la queja por acoso motive una investigación y derive en un expediente sancionador, el castigo, llegado el caso, dependería de como se tipifique la actuación. La sanción oscilaría entonces entre la suspensión por cinco días y la separación definitiva del servicio.
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