Denuncian a 5 médicos de Basurto por rechazar en la UCI a una mujer de 85 años y «dejarla morir»
Los hijos de la paciente acusan en la querella a los doctores y al responsable del protocolo anti-Covid de Osakidetza de un homicidio doloso y omisión del socorro
Los hijos de una vecina de Bilbao de 85 años, Tina, han presentado una querella criminal por homicidio doloso contra seis médicos de Osakidetza por « ... dejar morir» a su madre al denegarle el acceso a la UCI del hospital de Basurto por el protocolo anti-Covid, pese a que había camas libres. Se trata de la primera vez que trasciende que haya llegado a los tribunales en Euskadi un caso de estas características, que sí se ha registrado en otras comunidades como Madrid. Cinco doctores son anestesistas o estaban asignados a las unidades de Urgencias, y Traumatología. El sexto implicado fue el responsable del plan de contingencias de Unidades de Cuidados Intensivos en la pandemia.
Tina se resbaló y cayó al suelo en su casa de Bilbao, donde vivía con su marido, el jueves, 23 de julio de 2020. Hacía un mes que habían decaído las medidas más restrictivas contra el virus. Su hija Ascen estaba con ella y llamó a una ambulancia porque «le dolía mucho» el costado derecho en el que se había golpeado y no se podía levantar. Al llegar a Urgencias del hospital de Basurto, le confirmaron que se había fracturado la cadera, en concreto la cabeza del fémur, por lo que «había que operar en un plazo máximo de 24 horas».
A sus 85 años, Tina tenía los achaques propios de la edad, como una dolencia cardíaca que con medicación lograba mantener «estable», pero su estado general era bueno, tal y como reflejaba el informe inicial de Urgencias. Según sus familiares, los médicos le prescribieron morfina y haloperidol para paliar el dolor, ambos fármacos contraindicados para enfermos cardíacos. Cuando empezaron a hacerle efecto estos medicamentos, la mujer sufrió episodios múltiples de hipotensión, que los facultativos trataron con líquidos, sin llegar a averiguar «el origen» de la descompensación. También le realizaron varias transfusiones de sangre.
Tina tenía una dolencia cardiaca e ingresó tras romperse la cadera el 23 de julio de 2020
Ascen se quedaba a dormir con su madre en el hospital mientras su hermano, Moisés, atendía al padre, nonagenario, que se había quedado solo en casa, hasta que encontraron una cuidadora. En plena madrugada, les avisaron de que su madre estaba grave. «Me quedé ojiplática, pero si ha venido por una rotura de cadera», espetó ella.
La paciente fue asistida por doctores de las unidades de Urgencias, Traumatología y anestesistas, a los que acusan de «levantar las manos y dejar pasar el tiempo sin hacer nada». Durante los días 23, 24 y 25 de julio de 2020, distintos médicos «le denegaron de manera consensuada hasta en tres ocasiones» el acceso a la UCI por no ser una paciente susceptible de ingreso, pese a cumplir al menos «cuatro criterios» para ello. «La UCI no son sólo respiradores, sino para que un paciente esté allí monitorizado todo el tiempo, que era lo que necesitaba ella», mantienen los hijos, representados por el abogado Pablo Besga.
Finalmente, la paciente fue dada de alta en Traumatología y derivada a Medicina General, donde quedó «abandonada a su suerte» en el Pabellón Revilla, «con paracetamol» como único tratamiento. «Confías en los médicos. Deciden por ti, ni te preguntan. Crees que hacen lo mejor para su salud, pero nos mintieron. Nos dijeron que en planta iba a tener los mismos cuidados que en la UCI», lamentan ahora. Moisés, que velaba su sueño aquel día, se percató de que su madre ya no respiraba. Había fallecido. Se sorprendió porque «había estado consciente hasta que se quedó dormida. Incluso habíamos reñido porque le insistía en si quería una revista o un libro», recuerda con una sonrisa. «Me pilló en otro planeta».
«Los motivos por los que se denegó el tratamiento necesario para la supervivencia (de Tina) son contradictorios e indeterminados. Primero, por no estar lo suficientemente grave, después por no cumplir los criterios de reanimación que no se especifican, y por último por su deterioro cardiológico y su grave estado de salud», señalan en la querella interpuesta el 31 de diciembre y admitida a trámite por el juzgado de instrucción número 1 de Bilbao, que ha abierto diligencias.
Dos informes periciales
Mantienen que en realidad se trata de un caso de «discriminación por edad». Para demostrarlo, incluyen en la demanda el protocolo de selección de enfermos ante un hipotético colapso de las UCI que aprobó Osakidetza el 23 de marzo de 2020. Buscaban elegir a los pacientes que más pudieran beneficiarse en términos de supervivencia y calidad de vida en un caso de mayor demanda que oferta de camas, extremo que nunca llegó a darse en Euskadi.
El mayor pico de contagios, con 723 positivos, se registró el 25 de marzo de 2020. A partir de ese día, descendieron. El nivel más alto de ocupación se produjo a finales de marzo, con 233 camas ocupadas. Fueron momentos que tensionaron fuertemente el sistema sanitario sin llegar a colapsarlo.
Aunque en la UCI «había camas libres», se reservaban para pacientes de menor edad
En uno de sus puntos, el protocolo señala expresamente que «el ingreso de pacientes mayores de 80 años debería ser una excepcionalidad en el escenario de pandemia con recursos limitados». Los denunciantes aseguran que la propia Osakidetza les ha reconocido, después de sus insistentes peticiones de información al servicio de atención al paciente, que en los días en que su madre estuvo ingresada en Basurto, «había camas libres en la UCI».
Presentan en la querella dos informes periciales firmados por tres médicos, que aprecian «negligencia» en el tratamiento que se ofreció a la paciente. Para los querellantes, se trata de algo más grave que una mera imprudencia profesional, ya que entienden que tomaron una decisión a sabiendas de las consecuencias y la «elevada probabilidad de que se produjera el resultado fatal», por lo que acusan a los seis médicos de homicidio por dolo eventual, omisión del deber de socorro, discriminación y provocación con apología del delito.
«Si hubiéramos estado en el Himalaya, se puede entender, pero a 10 minutos de un hospital. De haberlo sabido, no la llevo al hospital de Basurto. Si se hubiera quedado en casa, seguiría viva, igual en una silla de ruedas para siempre pero yo habría tenido una madre». Los hijos de Tina no buscan dinero sino que «se sepa todo lo que ha pasado aquí. ¡Cuidado que como tengas más de 80 hay cosas que no te van a dar!». «Sospechamos que como el caso de nuestra madre, ha habido muchos», especulan.
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