
«Se demoniza al plástico pero no es un residuo, sino un recurso»
Expertos concluyen que la concienciación ciudadana y el avance de la tecnología mejorarán las tasas de reciclaje
Cada día generamos decenas de toneladas de envases, la mayoría fabricados de derivados del petróleo y otros compuestos y capaces de permanecer en la naturaleza durante siglos. La cuestión es que son también un valioso recurso al que no sacamos todo el provecho posible. 'De la recogida al tratamiento: Retos y soluciones para el envase' es el tema con el que se han retomado los ciclos Mundo Futuro, organizados por EL CORREO con el patrocinio del Gobierno vasco, la Diputación Foral de Bizkaia, BBK e Iberdrola, en el que los expertos han reflexionado sobre las soluciones para reducir el número de no recuperados que se desechan en el medio ambiente, las fórmulas para optimizar la clasificación de materiales en las plantas de reciclaje y la segunda vida que tienen después.
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«Solo recogemos el 40% de los envases»
En la actualidad, la recogida de estos residuos -envases de plástico, latas y briks (como los de leche o zumo), bandejas, bolsas de plástico y envoltorios, papel de aluminio o film- se realiza en el contenedor amarillo de Ecoembes, la asociación de envasadores. El año pasado logró recoger 1,5 millones de toneladas de envases de los depósitos. Un 5,4% más. «Queremos entrar en el campo de los residuos comerciales y situar España entre los cinco países que más reciclan de Europa», apunta Fernando Blázquez, gerente en la zona norte. Después, los envases y bolsas se clasifican en plantas como la BZB de Amorebieta y se trasladan a empresas recicladoras como la de Prezero, en la que el año pasado se reciclaron 1.500 millones de botellas que se convirtieron en otras similares.
Pero no todos los envases se depositan en el contenedor amarillo -en Bizkaia la tasa de recuperación es del 40%- y también hay que tener en cuenta que el 20% de los objetos que se vierten no deberían estar en esos contenedores. La Diputación ya ha puesto en marcha «campañas de sensibilización» con el objetivo de incrementar al 75% la tasa de reciclaje en cinco años.
También se impulsará en toda España un sistema de devolución y retorno. Es decir, los consumidores obtendrán una pequeña recompensa económica por cada envase que reciclen, lo que servirá como fórmula para reducir la 'basuraleza'. Los expertos explican que el sistema de devolución y retorno no admitirá todas las fracciones que se recogen actualmente en el contenedor amarillo, pero que «puede ser una alternativa que sirva como complemento», destaca Álex Peláez, director de Medio Ambiente de la Diputación de Bizkaia.
Capacidad
Otro de los desafíos es, precisamente, optimizar los procesos de reciclado en las plantas. A veces la mezcla de materiales lo hace difícil. El tratamiento mecánico biológico permite clasificar, y después recuperar, el 80% de los envases que llegan. El reciclado químico, un 30%. «Tenemos que quitarnos de la cabeza que son residuos. Son recursos muy valiosos mal gestionados», relata Soraya Prieto, directora de Circularidad de Tecnalia. En Europa no existen yacimientos de petróleo de los que extraer la materia prima, por lo que las botellas y otros materiales desechados son el principal recurso para fabricar otras botellas y envases. Un ejemplo claro de reciclabilidad es el PET, el plástico de las botellas de agua o refrescos, que se limpia y se tritura en un proceso del que vuelven a surgir nuevas botellas.
En este sentido, España es el país con los mayores niveles de recuperación de envases de la Unión Europea. «Somos líderes en capacidad de reciclado per cápita. Podemos reciclar 2,2 millones de toneladas al año y estamos funcionando al 70%. Se están procesando 1,5 millones de toneladas de envases y de las plantas salen 1,2 millones, lo que supone un ahorro en emisiones como el de unos 4 millones de vehículos. También somos líderes en tecnología. Estamos reciclando residuos plásticos de otros países europeos», explica Óscar Hernández, director general de Anarpla, la asociación de empresas recicladoras de plástico. La durabilidad del material, perniciosa para el medio ambiente cuando se deposita en la naturaleza, es positiva para la industria. «Al final el plástico reciclado se usa en los mismos productos -en construcción y en envases-, pero generando menos huella de carbono. Esa es la magia. De botellas se fabrican botellas».
Aun así, los recicladores tienen otros problemas que requieren la intervención institucional. «Para ajustarse a la normativa europea, que reclama introducir cada vez más porcentaje de materiales reciclados en los productos, hay que dimensionar todas las plantas de reciclado, y la capacidad no se está incrementando al ritmo que debería», cuenta Joan Valls, director de Economía Circular de la empresa Prezero. Se puede dar la circunstancia de que se disponga de «grandes plantas, generando materiales buenísimos, que no tendremos dónde llevar».
Y es que se encuentran con que los envases realizados con plástico virgen o con plástico reciclado procedentes de fuera de la Unión Europea y fabricados con reglas más laxas suelen ser más económicos para el consumidor. «El material reciclado debe ser siempre la primera opción», insiste Valls. Desde Anarpla proponen «aumentar la demanda de plástico reciclado» mediante «incentivos» como cláusulas de contenido reciclado obligatorio, cláusulas de compra verde e incentivos fiscales.
«Ventajas»
Los expertos también apuntan que el ajetreado modo de vida de la sociedad favorece, en muchas ocasiones, compras poco conscientes y con un mayor impacto ecológico. «Hay que decidir si ese es el mejor envase o no para esa función concreta», abunda Soraya Prieto. Y es que, recalca, «se demoniza el plástico». «Se le considera un problema, cuando se trata de un recurso que nos aporta muchas sus ventajas», con multitud de aplicaciones sanitarias y alimentarias.
«Hay que medir también la huella ambiental de envases de otros materiales. Lo que cuesta llevarlos a la planta en Madrid, volveros a traer... Por ejemplo, una bolsa de plástico es completamente reciclable, pero habría que analizar si lo son otras alternativas», ejemplifica Valls. «Por otro lado, cuando te centras en reducir un solo material, lo que estás provocando es una sustitución. Y si sustituyésemos todos los envases de plástico por otros materiales se emitirían 2,7 veces más emisiones de CO2. Porque el plástico es ligero y muchas veces se transforma en la misma industria en la que se incorpora al envasado. Además lo hace a 200 grados, frente a los mil y pico que requieren otros materiales», apunta Óscar Hernández.
Los profesionales coinciden en la necesidad de avanzar en la sensibilización social para reducir la 'basuraleza' e incrementar la recogida selectiva. Y apuntan hacia la mejora de la tecnología para optimizar la recuperación de materiales en las plantas y la apertura de nuevos mercados para las fracciones del material reciclado. Además, coinciden en que es clave ahondar en «el ecodiseño» para crear productos «más reciclables». La Diputación ha inaugurado, en este sentido, el laboratorio 'Waste Lab Bizkaia' para buscar soluciones a todos estos retos.
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