
La calle por la que no pasan ambulancias
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Los vecinos de Irustabidea, entre San Adrián y La Peña, piden mejoras en la vía, a la que no acceden vehículos sanitarios ni de bomberosIrustabidea comunica el centro del barrio de La Peña con la rotonda de Iberdrola en San Adrián por 1,9 kilómetros sinuosos en sentido ascendente. ... Es muy utilizado por los viandantes para ascender al Pagasarri pero las ambulancias no pueden subir desde La Peña y desde el otro extremo solo pueden llegar a mitad de camino, donde se sitúa el lavadero público, a un kilómetro del arranque de la calle. Los vecinos que residen más abajo, - allí hay una decena de caseríos, algunos de varias plantas y habitados por varias familias- se las ven y se las desean si hay una emergencia: o bajan andando hasta La Peña o suben hasta esa zona por este camino.
Denuncian, por un lado, que la calle está impracticable hasta esa zona del lavadero. Por otro lado, en la vía no hay lugar para dos vehículos y, cuando se cruzan, uno ha de retroceder, pero la vegetación está «tan alta» que no se puede atinar dónde apartarse y esperar. Hay una señal en la que se advierte de que la vía es solo para residentes, pero piden más advertencias y, al menos, un semáforo. A principios de diciembre, una grúa que quería bajar a La Peña se adentró por el camino desde arriba y quedó atravesada, colgando frente al número 49, «a punto de caer encima». Tardaron más de un día en retirarla. Tuvieron que tirar de ella con cinchas. «Menos mal que no fue un camión. Y si hubiera pasado algo, no hubiera podido venir la ambulancia», denuncia Patricio Marchant, que reside en un caserío de la zona desde hace cinco años con su mujer y con sus hijos. «Uno de ellos es alérgico, tenía 8 años o así y comió huevo. Le dio un shock anafiláctico, -una reacción alérgica grave que afecta a todo el organismo- y tuve que llevarle aúpas hasta arriba, hasta donde podía llegar la ambulancia, durante un kilómetro».
José Rodríguez, que reside en el barrio desde hace 16 años, sufrió un incendio en casa, del que salió intoxicado. Los bomberos tuvieron que subir a pie con las bombonas de oxígeno y los extintores a cuestas desde La Peña. En otra ocasión, un amigo suyo cayó de un andamio y se partió las costillas. Tardaron más de una hora en evacuarle. A los vecinos lo que más les urge es, precisamente, que adecenten la carretera y retiren la vegetación y la basura «con la frecuencia de cualquier otro barrio de Bilbao». «Llevamos años pidiendo una poda radical, pero no nos hacen ni caso. Es como una selva, tenemos todos los coches rallados. En verano, si esto prende fuego, se puede liar parda, porque los bomberos no pueden entrar, y en invierno, cae un montón de agua de la autopista, esto parece un río, hay que ponerse botas de agua. Los coches y las personas resbalan y caen».
En la ladera hay una escombrera ilegal en la que hay «hasta un coche» desde años recubierto por vegetación. A esto se suma, denuncian, la falta de iluminación. «La hierba está tan descontrolada que tapa la luz. Hay cuatro mujeres que entran a trabajar a las seis de la mañana y no se ve nada.. Y encima, se resbalan. Se ha caído mucha gente».
«El camino es algo angosto y discurre por propiedades particulares», asegura el Ayuntamiento, que sostiene que se desbroza dos veces al año. La maquinaria solo puede acceder a un tramo. Entre ambos túneles las labores se tienen que realizar de forma manual, pero si llueve, se retrasa. Fuentes municipales explican que uno de los ramales -en la parte de abajo- se mejorará al compás de unas obras para «garantizar la seguridad y acceso de vehículos de emergencia». En el futuro, también se «dispondrán» hidrantes o tomas de agua para los bomberos.
Residir en Irustabidea tiene otros inconvenientes. Por ejemplo, aunque sí les reparte el cartero, «hay taxistas que no nos traen, te dicen que hasta aquí no vienen por su seguridad. Y si un día sales y quieres volver responsablemente a casa, tienes que ir andando», denuncia Patricio. Por suerte, tardan unos diez minutos desde que se toma el camino, aunque si llueve «es prácticamente imposible de lo que resbala» y además, la «escasa» iluminación tampoco anima a hacerlo. Por otro lado, los jabalíes toman la zona por la noche. «Hace unos tres años, salió una hembra con sus jabatos y me tumbó. Me caí del patinete y me llevó la Policía a casa. Y hace poco otro jabalí me ha roto la valla y se ha metido en el jardín».
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