La siete 'ventanas' que permitirán observar las entrañas de la Tierra en la calle Iparragirre
El Ayuntamiento de Bilbao inaugura la instalación lumínica de Olafur Eliasson, con los 'miradores' repartidos entre el Guggenheim y la iglesia de San José
Son siete elementos lumínicos de acero y vidrio con forma de rombo colocados a lo largo de la calle Iparragirre, entre la iglesia San José ... y el Museo Guggenheim de Bilbao, que invitan a observar las entrañas de la tierra. Al mirar a través de cada 'ventana', los viandantes contemplan una forma sugerente, geométrica y orgánica, con una textura mineral, así como los bordes nítidos de un poliedro. Las formas, eso sí, son ilusiones generadas por los caleidoscopios construidos con espejos en forma de trapecio. En el subsuelo de cada obra hay siete minerales y rocas seleccionados por su importancia dentro de la historia de la industria de Bizkaia y la minería de la región.
Al caer la noche, se iluminan desde abajo. Se trata de calcita, limonita, goethita, siderita, basalto, arenisca y caliza. Fueron escogidos por un equipo de geólogos que trabajan para el Ente Vasco de la Energía. La instalación pretende visibilizar el arte en el espacio público, en una arteria que sirve de puerta de entrada al Guggenheim, uno de los iconos de la ciudad y del arte contemporáneo en todo el mundo.
El artista creador de la instalación, Olafur Eliasson; el alcalde Bilbao, Juan Mari Aburto; el director general del Museo Guggenheim de Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, y Asier Abaunza, edil responsable de Planificación Urbana, Proyectos Estratégicos y Espacio Público, han inaugurado este martes la obra, que será permanente. Las arcas municipales han invertido 700.000 euros, además del importe de la instalación. No es la primera vez que el entorno del Museo acoge transformaciones artísticas y del espacio público a través del color y de la iluminación. Un ejemplo es el Puente de La Salve, que se pintó de rojo y se viste de luces cada noche.
Eliasson es conocido por el público bilbaíno gracias a la retrospectiva 'En la vida real' que el Museo Guggenheim Bilbao le dedicó hace tres años. En esta nueva obra titulada 'Beneath Bilbao, the curious planet', el artista invita al público a detenerse y «mirar hacia abajo ver lo que hay en nuestros pies, la Tierra» y reflexionar «sobre la crisis climática». El artista ha insistido en contemplar el subsuelo de Bilbao, con los minerales que han servido para construir la ciudad. «Las cámaras subterráneas de espejos ofrecen un instante de reflexión en el que disfrutar de una visión caleidoscópica de materiales extraordinarios que solemos pasar por alto —materiales que constituyen los fundamentos elementales de la ciudad— y tomar conciencia de nuestra presencia en la Tierra, aquí y ahora».
Convenio de colaboración
Las obras arrancaron a finales de mayo. El Consistorio y el Guggenheim firmaron en agosto de 2020 un convenio de colaboración en virtud del cual ambas entidades «se comprometían a continuar fortaleciendo su alianza en el desarrollo y mejora de la ciudad, y especialmente en la presencia y visibilización del arte en su espacio público». El Ayuntamiento y el Museo expresaban su compromiso de trabajar de forma conjunta para integrar una intervención artística lumínica en el entorno urbano de la calle Iparraguirre. Y coincidían en señalar a Olafur Eliasson como el artista indicado para ejecutar la obra.
Eliasson nació en Copenhague en 1967 y vivió gran parte de su infancia y adolescencia en Islandia. Estudió en la Royal Academy de Bellas Artes de Copenhage y vive entre esta ciudad y Berlín, donde tiene un taller en el que elabora sus obras en colaboración con arquitectos e ingenieros. El pasado 13 de septiembre, fue reconocido con el premio internacional de arte Praemium Imperiale de escultura, un galardón otorgado por la familia imperial nipona en nombre de la Asociación de Arte de Japón. Desde 1997 ha organizado amplias exposiciones con instalaciones, pinturas, esculturas, fotografías y películas en los museos más importantes del mundo.
Desde el Tate Modern de Londres hasta el Guggenheim de Nueva York o el Palazzo Strozzi de Florencia. La luz siempre ha sido uno de los materiales preferidos de Olaf Eliasson. De hecho, la primera obra que cronológicamente aparecía en la exposición, de 1991, constaba de un foco sujetado al techo que proyectaba un círculo de luz. Lo instaló por primera vez en la cafetería en la que trabajaba de camarero. Los clientes se ponían debajo de él, miraban su sombra, y se movían para ver cómo se desplazaba su silueta.
Una de sus obras más conocidas, trampolín de su carrera en cuanto popularidad se refiere, fue 'The Weather Project', en la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres. Colocó en 2003 un sol enorme envuelto en una fina niebla hecha de azúcar y agua. Se refería a la costumbre universal de hablar del tiempo, en casa, en el ascensor y también el museo.
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