El paraíso del Bolintxu recupera su fisonomía aunque el ruido de la Supersur rompe su paz
La zona ha sido limpiada a conciencia, pero el incesante paso de vehículos llega hasta el bucólico arroyo y altera sus sonidos naturales
Han sido casi dos años de obras, en los que las vallas para delimitar las obras y los restos de plásticos y escombros que caían ... desde el viaducto daban un aspecto desolador a la vega del arroyo Bolintxu. Ayer fue inaugurado el nuevo vial y tocaba acercarse de nuevo al último gran paraje natural de Bilbao.
La mañana, fresca y soleada, se planteaba perfecta para un paseo por la senda que recorre toda la vaguada desde las inmediaciones de Buia hasta la pista que sube a Igertu, más conocido como el aparcamiento del Pagasarri. Apenas tiene kilómetro y medio de longitud, pero es más que suficiente para disfrutar de la riqueza natural y paisajística del paraje y evadirse del mundanal ruido que la ciudad proyecta a apenas tres kilometros. O lo era.
El agradable paseo desde el acceso por Buia es un verdadero regalo para los sentidos. El inicio de la primavera ha hecho explotar la vida en el Bolintxu. El tintineo del agua surcando los meandros del valle se mezcla con el sonido de los pájaros en busca de pareja, enmarcado todo en el renovado verdor de su rico bosque de ribera. Un par de paseantes se cruzan y saludan al periodista y el fotógrafo.
El paso de los vehículos causa un molesto 'trantrán' que se impone a los sonidos de la naturaleza
El ambiente rezuma paz y tranquilidad... hasta las cercanías de la presa y su cascada, seña de identidad del Bolintxu. Primero llega el ruido. Un incesante traqueteo interfiere los sonidos de la naturaleza. Poco después surge el impacto visual. Tras el último recodo del camino, entre los árboles se deja ver el conocido salto de agua, aunque la imagen ha cambiado para siempre. Justo sobre él, los dos viales de la Supersur cruzan el cielo del valle.
Nueva imagen
La zona ha sido limpiada a conciencia y las laderas bajo los túneles, acondicionadas. No queda ni rastro de las vallas y las cintas que delimitaban la obra. Los plásticos y escombro también han desaparecido salvo un par de trozos que se les ha escapado a la brigada de limpieza, igual que un cartón que cuelga, a más de diez metros de altura, de la rama de un árbol.
Los dos viaductos de la Supersur se elevan justo en la vertical de la presa y la cascada
Asumido el coste visual de la obra, como en su día lo fue el acueducto construido por el Consorcio para traer el agua del Zadorra hasta Bilbao, un poco más arriba de la presa, el auditivo cobra protagonismo. El 'trantrán' de fondo que se escuchaba a doscientos metros es ahora un 'cla-cla-cla' repetitivo y molesto al pasar los vehículos por las juntas de dilatación de la vía, al que se suma el zumbido a su paso por el viaducto.
El agua sigue cristalina en la poza que se forma a los pies de la cascada, pero quien quiera disfrutar de un baño estival en ella o del sonido de agua deslizándose por la presa tendrá que hacerlo a partir de ahora acompañado del molesto ruido del progreso.
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