Bilbao repiensa Zorrozaurre
El Ayuntamiento analiza la vigencia del plan de Zaha Hadid, que se remonta a 2004 y ahora genera dudas porque el mundo ha cambiado. ¿Hay que levantar más pisos? ¿Es adecuado el espacio reservado a empresas?
A ver si el proyecto de Zorrozaurre se nos está quedando viejo antes de empezar tan siquiera a urbanizar la isla. Atención, plantearse tal cosa ... da miedo, es normal. ¿Quién en su sano juicio no teme cuestionar a estas alturas esa especie de monte Parnaso donde habitan las musas del Bilbao futuro? Estamos hablando de la operación urbanística más ambiciosa que se va a llevar a cabo en la ciudad en las próximas décadas, uno de los elementos fundamentales para diseñar qué queremos ser. Da vértigo repensar lo pensado y ya asumido. Pero hay que hacerlo.
El Ayuntamiento está en ello. Discretamente. Cuando Juan Mari Aburto llegó a la Alcaldía, en 2015, ya se interesó por la vigencia del proyecto de Zorrozaurre. Por si era eso lo que necesitaba Bilbao. Es lógico que sintiese inquietud: el plan fundamental que le va a marcar los próximos mandatos le viene dado, cocinado, y eso es incómodo para cualquier político. Además, el planteamiento de la prestigiosa arquitecta Zaha Hadid llega desde el lejano 2004. De antes de la crisis, cuando todo era diferente.
Aburto consultó con expertos y hace un año contrató un estudio a una conocida consultora, bien relacionada con el Gobierno vasco, para analizar la vigencia de algunos planteamientos diseñados para la isla. Un plan estratégico que en su primera fase ha analizado los dos polos tecnológicos proyectados, y que en una segunda fase ampliará el foco.
De fondo, el runrún de muchos expertos que, también discretamente, piden un giro. Quizás no un revolcón, pero sí cambios. ¿Hay que dar más densidad edificatoria a la zona para crear más tejido urbano a costa de reducir los espacios verdes? ¿Tiene un gran futuro una isla a la que no llega el metro? ¿Es suficiente el 25% de suelo reservado para actividades económicas? ¿O sobra?
El alcalde ya reconoció a finales de 2017 que si por él hubiese sido habría menos viviendas y más zonas destinadas a empresas. Pero ahí se quedó. Pareció asumir el 'statu quo' como un imponderable. ¿Es tan difícil cambiar el paso? Pues sí.
El diseño de los planes urbanísticos dura años porque tienen que ser garantistas, someterse a procesos participativos, informaciones públicas... Todo para intentar evitar pelotazos y curruptelas. En el caso de Zorrozaurre hay un elemento adicional: los suelos son de muchos propietarios, que fueron indemnizados, o que decidieron entrar en la comisión gestora, en base al valor de esas parcelas. Un valor que viene dado por la cantidad de pisos que se van a levantar. Se prevén 5.500. Como siempre, es la vivienda la que lo financia todo.
Muchos intereses en juego
Pues bien, imagínese el caso del propietario de un taller que se deshizo de su local, fue indemnizado, y ahora se encuentra con que se van a levantar más casas y, por lo tanto, lo que vendió vale más. O que alguien entró en la 'comunidad de vecinos' con unas condiciones, y ahora se encuentra con que va a haber más suelo destinado a actividad económica, que es más barato, y por lo tanto pierde dinero. En fin, que cualquier cambio supone un lío monumental.
Ese proceso, la reparcelación, e incluso del plan de urbanización, está ya cerrado en la fase 1: la margen derecha del canal (en San Ignacio y Deusto, donde ya se está construyendo) y en las puntas Norte y Sur (donde la previsión es empezar a urbanizar y construir los primeros pisos este año). Mucho dinero en juego. Va a ser difícil tocar todo esto.
Pero la fase 2, la parte central de la isla, es diferente. De un lado, aquí un cambio de rumbo sería menos lesivo porque la zona está por reparcelar. De otro, quizás sea el área que más pide modificaciones porque aquí casi todo es residencial. Es decir, en las puntas norte y sur están los parques tecnológicos que dan coherencia a Zorrozaurre como barrio que combina vivienda y empresas. Pero el centro es esencialmente residencial. Aquí quizás sí se podría meter mano. Y más después del surgimiento de iniciativas como Digipen o As Fabrik en viejos pabellones rehabilitados. ¿Y si se aprovecha este suelo de manera más eficiente para impulsar el perfil universitario de la isla a costa de usos residenciales en una ciudad que, al fin y al cabo, no se prevé que crezca en población? ¿Y si se conecta esa zona estudiantil con el campus de Sarriko con una pasarela peatonal?
En el Ayuntamiento no quieren meterse en muchos berenjenales todavía. Mikel Ocio, director de Planificación Urbana, admite que hay «un proceso de reflexión» en marcha. Pero, de momento, lo que se plantea más en serio es modificar las tipologías edificatorias en las zonas destinadas a empresas. «Existe cierta preocupación en los espacios terciarios... Habrá que ser un poco más flexible en los polos tecnológicos». Se refiere a que el proyecto de Zaha Hadid dibuja inmuebles de planta estrecha, y hoy en día las tendencias no son esas. «La demanda es de espacios más amplios, en horizontal más que en vertical».
En cuanto al resto, Ocio considera «plenamente vigente» la mezcla de usos, santo y seña de Zorrozaurre. O sea, que convivan pisos y empresas limpias. Vivir y trabajar en el mismo sitio. Un modelo mucho más eficiente que el que propone áreas exclusivamente residenciales porque minimiza desplazamientos y permite optimizar un buen número de servicios públicos. Un modelo muy alejado de otros desarrollos contemporáneos al momento en el que se pensó, como es el caso de Miribilla.
Aburto siempre ha dicho que querría más espacio para empresas y menos viviendas
Vida en el barrio
Cuestión diferente es la densidad que se le ha dado a Zorrozaurre. Uno de los urbanistas que más abiertamente ha cuestionado el proyecto es Juan Alayo, experto en planificación de ciudades y exdirector en Bilbao Ría 2000. Además, conoce bien los planes para la isla porque desde la consultora londinense Arup colaboró con Zaha Hadid. A su juicio, el principal pecado del proyecto es que no aprovecha bien el suelo. Tiene una densidad edificatoria «de 1,26», lamenta. Eso quiere decir que por cada metro cuadrado de terreno hay 1,26 metros construidos. «Muy poco», porque la ley ya permite casi el doble. El resto son zonas verdes, viales... En principio, suena bonito eso de tener grandes espacios libres, avenidas, oxígeno. Pero, dice el experto, no es eficiente. Primero, porque es costoso de mantener para las administraciones (cuanta más densidad, más fácil es prestar servicios públicos en una determinada zona). Segundo, porque las calles «no tienen vitalidad». Siempre se pone como ejemplo el barrio vitoriano de Lakua, hijo de otro tiempo, en el que no hay forma de que prospere un tejido comercial que haga ciudad, que convierta la calle en lugar de encuentro de los vecinos.
Alayo lanza otra reflexión más global: el proyecto de Zorrozaurre surgió en un momento histórico determinado, pero ahora las cosas han cambiado mucho. Por ejemplo, ahí está pendiente el desarrollo de Abando tras el soterramiento de las vías. «¿No sería ese un lugar más adecuado para la implantación de empresas que la isla? En el centro, al lado del TAV...». También recuerda lo que ha costado llenar los 50.000 metros cuadrados de oficinas de la Torre Iberdrola, y lo compara con «los 200.000 que hay proyectados en Zorrozaurre» para actividades económicas. A su juicio, se debería parar, tomar aire, y analizar la situación.
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El PGOU en 2020
Máxime, cuando de telón de fondo está la amenaza terrible del invierno demográfico. Es decir, todas estas reservas de suelo –tanto para vivienda como para actividad económica– están ideadas para un Bilbao que no va a ganar población. Al menos, esa es la previsión del Plan General de Ordenación Urbana que desde 2013 se está preparando.
Lo curioso es que este PGOU es precisamente el que mete prisas a todo el proceso. Porque todo cambio en la planificación de Zorrozaurre debería incluirse en él. Y su aprobación definitiva está prevista para finales de 2020; un suspiro en el mundo de las tramitaciones urbanísticas.
Así que el debate está abierto. Y en él hay muchas otras variables. Hay expertos que, como el alcalde, sí creen que debería haber más actividad económica en la isla y primar esta dimensión sobre la residencial. Pero, claro, están las limitaciones de acceso para el tráfico pesado. Que no haya metro sería otro inconveniente. Y la circulación interna, con esa gran avenida en medio, también genera recelos. Igual que la lámina de agua... ¿Cómo darle vida a la ría? ¿Y si colocamos un pequeño puerto deportivo en la Punta Norte?
Lo bueno es que aún no hay ladrillos puestos y, por tanto, hay margen de maniobra. Lo malo es lo de siempre, ¿quién sabe qué vamos a necesitar dentro de 30 años?
Vivir y trabajar
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5.500 pisos se levantarán en Zorrozaurre, donde también se prevén implantaciones de empresas con capacidad para crear 6.000 empleos.
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