Bailes en la estación de Abando: «En Bilbao siempre se ha 'bailao'»
La estación de Renfe de Abando se convierte los primeros domingos de mes en una animada pista de danza gracias a la asociación Bilbao Aretoko Dantza TARA
El primer domingo de cada mes, desde el mediodía hasta las dos de la tarde, la estación de Renfe de Abando se convierte en una ... pista de baile para las parejas que quieren practicar todo lo aprendido a base de mucho esfuerzo en las diferentes academias de la ciudad. La Asociación Bilbo Aretoko Dantza TARA, que cuenta ya con más de 300 socios, organiza en este espacio, a los pies de la impresionante vidriera, el baile vermut de los domingos. Una tradición que arrancó hace tres décadas y que amenizaba la mayoría de las estaciones del país. Ahora la de Bilbao es la única que la acoge, aunque la iniciativa se para los meses de junio, julio y agosto. La pandemia puso en suspense estos bailes, que ahora han regresado con más fuerza. En ellos se suelen dar cita medio centenar de parejas, si bien esta mañana, al ser el día de la madre, la asistencia se ha visto reducida. Han acudido una veintena. La mayoría de más de 55 años. Algunos, de más de ochenta. Y lo más llamativo es que lo mismo bailaban una kizomba, baile propio de los criollos caboverdianos, como una bachata, un chá cha chá o una sevillana. Le dan a todo.
Juan Ballester, médico anestesista de 64 años, es uno de los asiduos a estos bailes, a los que puede acudir quien quiera. «Empecé a bailar muy tarde, con 40, porque no me había atrevido hasta entonces. Me daba pánico bailar con las chicas, hasta que me solté el pelo y ya no he parado. Aprendí en una academia, no sabía como moverme, era como una escoba. Ahora bailo de todo, pero mal», bromea. El doctor explica que el baile, además, resulta muy beneficioso. «Nunca es tarde para empezar y es la actividad más gratificante que existe. Porque no solo es ejercicio físico, que lo es, si no que además te obliga a estar mentalmente activo, tienes que aprender las coreografías, los pasos, y luego empiezas a descubrir partes de tu cuerrpo en las que nunca habías reparado y compruebas cómo están tus caderas, rodillas u hombros». El secretario de la Asociación, Carlos Santiago, de 69 años, empezó a bailar con su mujer también a los cincuenta y muchos y ahora da clases. Ha llegado a los primeros puestos en varios campeonatos de España de parejas en la categoría senior.
«Hasta entonces no bailaba nada, pero mi mujer y yo nos picamos y empezamos en competiciones nacionales. Casi todos los fines de semana íbamos a campeonatos puntuables, llegamos a bailar internacionalmente». Es uno de los que escogen la música para que «la gente baile y disfrute». «Somos la única asociación de Euskadi sin ánimo de lucro que lucha por el baile social (una compilación de diferentes ritmos, desde bailes de salón hasta caribeños) y lo que queremos es que nos dejen un lugar de baile. Defendemos el baile social y queremos llevarlo a todos los rincones de Bizkaia. Un intermedio entre el baile de las verbenas y el de las academias. Es decir, gente que se sabe los pasos y que sin ser un campeón, y baila por afición. Bailamos todo. Tocamos todos los palos», asegura. Los domingos, también organizan bailes en el hotel Occidental, el antiguo Avenida, en Begoña, de 18.15 horas a 21.15 horas.
«El baile de salón se está perdiendo»
La Asociación también quiere preservar los bailes de salón de toda la vida, los tradicionales, que se están perdiendo. Ahora los que están de moda son los caribeños, como la bachata. Todas las academias están volcadas en ellos por la alta demanda. «Aquí en Bilbao siempre se ha 'bailao'. Mis padres bailaban en las fiestas. Hay que recuperar el baile de salón, que siga siendo popular, porque está desapareciendo», explica la presidenta de la Asociación, Isabel Saiz, que montó una escuela de esta disiciplina 1985. Ya entonces vio la necesidad que tenían los alumnos de las academias de la ciudad de salir a la calle a bailar y a poner en práctica lo aprendido «porque necesitan soltarse y expresarse». «El baile es una actividad muy completa, porque no solo entra la expresión corporal, también las emociones, hay que coordinar, seguir el ritmo... Es como si se te abrieran los sentidos».
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