«Es como yo, pero con más bíceps»

Lo que diferencia a 'InMoov' de otros robots humanoides es que se puede modelar en casa con una impresora 3D pequeña y un poco de habilidad para construir. Los planos se pueden descargar de internet y hay varios vídeos que explican paso a paso cómo construir las piezas. Desde niño, a Langevin siempre le gustó esculpir manos en todo tipo de materiales. «Hace siete años un fabricante de vehículos francés me pidió que hiciera una mano futurista. Pensé que tener una impresora 3D con tecnología FDM me vendría bien. El trabajo se canceló, pero decidí diseñar la mano de todos modos. Colgué el modelo 3D y un tutorial del proceso de creación en internet. En dos meses 7.000 personas se habían descargado la mano». Luego decidió construir un robot entero inspirado en su propio cuerpo, pero «con bíceps más grandes». La mano de InMoov sirvió de base para crear prótesis de bajo coste. Pero después de casi ocho años, su tecnología se usa para tantos proyectos que es difícil discriminar. Para la investigación de aviones piloto, para conducir de forma autónoma...

Langevin, que se gana la vida como diseñador y escultor creando objetos para marcas, no ha pretendido nunca beneficiarse de los derechos de autor. «Hace unos años un multimillonario quiso que participara en lo que se ha llamado 'iniciativa 2045', que busca la inmortalidad. No devolví la llamada porque pensé que era una broma». Al preguntarle si estamos preparados para los robots, este 'maker' recuerda que su robot «es capaz de memorizar tu cara y guardar tus datos en un servidor. De manera que luego, todos los robots InMoov sean capaces de reconocerte y, saber, por ejemplo, si estás casada o tienes un perro.

Este funcionamiento en red de los autómatas todavía no está en marcha. Tenemos que pensarlo a nivel ético», reflexiona. «Aunque es algo que también pueden hacer los móviles, ¿lo sabía?». En cuanto a una posible amenaza de los robots hacia los humanos, destaca la importancia de que los proyectos de inteligencia artificial sean compartidos como el suyo. «Si algo va mal, todo el mundo tiene que tener acceso a él. Hemos visto escenarios muy malos en las películas y en los libros, debemos aprender de eso», concluye.