El Ayuntamiento descarta reabrir el albergue de peregrinos de Altamira
Las instalaciones, que en invierno alojaban a personas sin hogar, presentan problemas estructurales y serán parcialmente derribadas
Pasa la pandemia y el mundo va recuperando su pulso más o menos normal, pero también hay algunas cosas que no volverán. Estos dos años ... de paréntesis han servido para que las instituciones reevalúen algunos equipamientos y determinen que ha llegado la hora de poner fin a su vida útil: es el caso del albergue de peregrinos de Altamira, que cumplía un doble papel durante el invierno como alojamiento municipal para personas sin hogar. La decisión de no reabrir este espacio, ubicado en las antiguas escuelas del barrio, ha pillado por sorpresa a algunas personas que recorren estos días la ruta del norte del Camino de Santiago -al llegar, se han topado con las verjas cerradas- y a los propios gestores del albergue, la Agrupación de Hospitaleros Voluntarios, que daba por hecho el retorno a su uso habitual.
Según explican fuentes del Ayuntamiento a este periódico, el cese de esta actividad se debe a los problemas estructurales que presenta el edificio: «Se ha constatado que cada vez reunía menos condiciones de confort para quienes se alojaban allí. Las instalaciones, a nivel de fontanería y electricidad, requerían de reparaciones constantes y no cumplía con los requerimientos actuales en cuanto a aislamiento térmico: el coste del mantenimiento y el consumo energético eran exagerados», detalla un portavoz. La opción de reformar el inmueble tampoco se ha considerado viable. «No tenía sentido, porque ya cuando se construyó, hace unos cuarenta años, se hizo como provisional», insisten. Ahora, los planes municipales pasan por «derribar las plantas superiores» y consultar a los vecinos del distrito sobre «el uso que quieran dar a la parcela».
«Se plantea un problemón grandísimo: en Bilbao se crea un cuello de botella», lamenta la agrupación que lo gestionaba
Los responsables del Consistorio consideran que la doble función del albergue pueden asumirla sin mayor problema otras instalaciones. «Existen alternativas. Acción Social tiene sus recursos y dispositivos de albergue invernal. Y a nivel de peregrinos, actualmente existe el que la Asociación de Amigos del Camino tiene en la parroquia de La Cruz, en Begoña, y en el futuro el que se hará en el depósito de agua de Zabalbide», apuntan. Este último proyecto, que se encuentra en fase de redacción, cuenta con una subvención europea de 2,6 millones de euros: si tenemos en cuenta el plazo necesario para la licitación y las obras, parece improbable que llegue a inaugurarse para el verano del año que viene.
Cuello de botella
Los primeros sorprendidos por el cierre definitivo del albergue han sido los miembros de la Agrupación de Hospitaleros Voluntarios, que se encargaba hasta ahora de gestionarlo y contaba con él para la campaña estival, la temporada alta de las peregrinaciones jacobeas. «Ahora se plantea un problemón grandísimo, porque todos los días está acudiendo gente allí y se lo encuentra cerrado. El otro día, un grupo quería tirar la verja abajo. Nosotros nos vemos en apuros, porque nos llaman y nos dicen que están delante del edificio y que confiaban en dormir allí. Y el Ayuntamiento no nos brinda una alternativa», lamenta el presidente de la entidad, Juanjo Mateu.
Las instalaciones de Altamira acogían a 70 peregrinos, mientras que el albergue de La Cruz, que depende de los Amigos de los Caminos de Santiago de Bizkaia y retomará la actividad el 1 de junio, cuenta con 22 plazas. «Se está creando un cuello de botella en Bilbao», se queja Mateu.
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