La avispa asiática reduce en más de un tercio el número de colmenas en Bizkaia
El calor multiplica la actividad de las depredadoras y los apicultores se llevan a las melíferas a otras provincias para salvarlas
Corren malos tiempos para los apicultores. Mantener las colmenas en Bizkaia se ha vuelto, prácticamente, una misión imposible en verano. La expansión de la avispa ... asiática. que llegó a Euskadi hace siete años, se ha convertido en una verdadera pesadilla para las abejas melíferas del territorio. También para los productores, que cada vez tienen que invertir más tiempo y dinero en producir miel. Este año ha sido el peor que recuerdan. Porque desde hace tiempo, las abejas también están a merced del ácaro de la varroa, que se consideraba la principal amenaza para la apicultura, y la velutina les dio la puntilla. Pero con las altas temperaturas, han 'salido' antes y proliferado más, por lo que han causado estragos. «Se han incrementado de un modo exagerado. Nunca habíamos conocido esto. En los colmenares no se puede ni estar de la cantidad de avispas que hay», explicó Javier Larrinaga, apicultor de Kortezubi y de la asociación de profesionales de Bizkaia que agrupa a unos 500, y cifra en 7.000 las colmenas de productores del territorio el pasado marzo. Pero ahora, ya han fallecido las inquilinas de al menos un tercio. «Para febrero, lo hará más de la mitad, solo quedarán 3.500 colmenas», apuntó. Él tiene unas 260 y está a punto de jubilarse, pero no encuentra relevo.
La avispa asiática asesina a las abejas para alimentar a sus larvas. Espera agazapada en el exterior de las colmenas para atraparla y despedazarla. Sólo lleva a las larvas la parte central. El resto de abejas se asustan y dejan de salir al exterior para recoger el polen. Se confinan en la colmena, por lo que también acumulan menos reservas para el invierno. Y las roban el alimento. Mueren más y crían menos. Pero «este bicho está acabando con todo, no solo con las abejas, también con las mariposas. Ataca a todo lo que se mueve. He visto cómo solo dejaron las plumas de un pajarillo muerto», se quejó Larrinaga.
«Aquí no se puede producir»
Denunció, además, que no existe ningún plan de erradicación, aunque los Bomberos retiren nidos y algunos ayuntamientos, como los de Dima o Zeanuri, se esmeren en poner trampas. «Estaban criando en la punta de los árboles y este año en los zarzales, matorrales...», lamentó. Y aseguró que aunque muchos apicultores llevan sus colmenas y panales a otras provincias para poder producir distintos tipos de miel, según el tipo de flora predominante, ahora lo hacen por una cuestión de supervivencia. «La mayoría tienen sus colmenas en Burgos o en el sur de Álava. Hay velutina, pero menos. Aquí es prácticamente inviable producir», destacó.
«Muchos claudican. Es muy difícil que las abejas puedan sobrevivir en la costa. No hay esperanza para ellas»
Mónica Ñúñez trashumaba a sus abejas porque buscaba diferentes cosechas de miel. Ella ha decidido llevárselas a los Collados de Asón, en Cantabria. Como están en el monte, en altura, la climatología es distinta y están más resguardadas. «Siempre he tenido colmenas en Bizkaia y en Cantabria, pero si no hubiera velutinas no trasladaría todas», relató esta apicultora que empezó, por afición, hace siete años y que ahora cuida de más de un centenar de colmenas. Pero apuntó que no todo el mundo puede desplazarlas por carecer, por ejemplo, de vehículos adecuados o de fincas en otras comunidades. «Y muchos de los que tienen colmenares aquí van claudicando poco a poco ante la velutina, perdiendo colmenas y dejando la apicultura». A su juicio, «es muy difícil que las abejas puedan sobrevivir en la costa. No hay esperanza para ellas», porque el litoral se ha convertido en el perfecto hábitat de la avispa asiática. «Las he visto volar a la altura de los tobillos por todo Bilbao. Durante las semanas de calor de octubre, volaban a diario entre las personas, pero como nadie las reconoce nadie se inmutaba», expuso la entumóloga e investigadora Marta Saloña, profesora colaboradora de la UPV.
«Las abejas lo tienen realmente difícil y los apicultores están solos contra esta invasión», lamentó, tras recordar que productos de kilómetro cero como la miel, la jalea real o la cera están en riesgo. «Las instituciones tendrán que pensar si quieren que todo venga de fuera y ser un país sin productores y para turistas», reivindicó. También alertó de que están abundando otras especies invasoras, como el mosquito tigre o el mejillón cebra.
La clave
7.000colmenas había en Bizkaia en marzo. Los apicultores calculan que ahora ya han exterminado al 35% y que en febrero quedarán 3.500.
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Mallorca, la primera región europea en eliminar al avispón
Llegó a Francia en 2004, en un contenedor que se descargó en el puerto de Burdeos, y en poco más de cuatro años colonizó toda la Aquitania para desgracia de todos los apicultores. Expertos del Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, Neiker, la detectaron por primera vez en Irún en 2010. Desde ahí se fue expandiendo por Euskadi y Navarra. Ya ha invadido toda la cornisa cantábrica e incluso el norte de Portugal, y se cree que colonizará toda la Península antes de 2029. Ha descendido hacia Extremadura y también ha sido avistada en Cádiz. Pero antes de la pandemia, Baleares fue la primera región europea en eliminar a la avispa.
Trocitos de pescado
Aquí se empezó a actuar de forma casi inmediata en 2015, tras localizar el primer nido en Mallorca, la única isla en la que se detectó. Un equipo se dedicó de inmediato a su control. Les ponían trampas -trocitos de pescado, ya que sienten predilección por la proteína para sus larvas- y se descubrió que una vez que se hacían con el alimento, volaban en línea recta hacia el nido, lo que permitió descubrir los que no estaban a la vista. Los retiraron por la noche, cuando todas las inquilinas estaban dentro. Además, se creó una aplicación en la que los ciudadanos podían alertar a las autoridades de los avistamientos. En 2018 se retiró el último ejemplar. Ya en julio de 2021, localizaron otros dos individuos en Marratxí. El nido fue destruido. La Universitat de les Illes Balears determinó, tras analizar cuatro insectos hallados dentro, que eran machos y, por lo tanto, estériles.
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