«La abadesa se quejaba en privado del Concilio Vaticano II»
Los vecinos de Orduña todavía están asimilando la decisión de las monjas, a las que veían «cada sábado en el mercado de la plaza vendiendo sus dulces»
La imagen de Orduña era ayer muy distinta a la que suele ofrecer a vecinos y visitantes. Su habitual calma se vio alterada por el ... suceso de las quince clarisas. En la calle, los residentes iban parando de grupo en grupo comentando la noticia de las religiosas. Era un murmullo constante que sólo se enmudecía cuando algún periodista abordaba a éstos para saber más sobre el día a día de las monjas. Pero nadie daba un paso al frente para contar nada más allá de que «venían todos los sábados por aquí y las veíamos habitualmente», coincidían los vecinos.
La vida de estas clarisas no pasaba por hacer mucha vida social en la ciudad, por lo que los vecinos tan sólo las veían durante esa mañana. Las religiosas acudían todas las semanas a vender sus tradicionales dulces al mercado de la plaza de los Fueros. «Nunca dieron un problema y siempre han sido muy amables con los vecinos», coincidían varios orduñeses.
Pero hay quienes sí pudieron acercarse más al día a día de estas monjas que celebraban de lunes a domingo una misa abierta al público a la que podían acudir los vecinos. Una persona cercana a ellas cuenta que llegaron a la ciudad «no hace ni cinco años» y desde entonces han estado trabajando «para reparar el monasterio». Entre las actuaciones que llevaron a cabo se encuentra «la sustitución de la cubierta» o la creación «de un nuevo obrador» para elaborar sus dulces.
Sin embargo, en conversaciones más cercanas con la abadesa, Sor Isabel de la Trinidad, quienes podían acceder a ellas cuentan que «solía sacar en privado el tema del Concilio Vaticano II y lo negativo que era para ella, y aunque negaba a todos los Papas posteriores a Pío XII, a Ratzinger (el Papa Benedicto XVI) le tenía en mayor estima».
Desde que llegaron a Orduña, la vida de estas clarisas no pasaba por hacer mucha vida social en la ciudad
«Estaban muy acogidas»
Pese a sus ideas controvertidas, esta fuente admite que «jamás tuve un problema con ellas». Es más, «la ciudadanía se implicaba mucho con ellas y estaban muy acogidas; se veía con buenos ojos que quisieran arreglar el monasterio por la importancia que tiene en la ciudad a nivel patrimonial». Los vecinos aseguran que todas las informaciones que han salido sobre las clarisas de Orduña «nos han pillado por sorpresa y para nada esperábamos que fueran a negar al Papa, es todo un poco extraño», apuntaba un grupo en la plaza de los Fueros.
Las religiosas eran, sobre todo, reconocidas en la ciudad por su maestría en el obrador. Más allá de las famosas trufas de chocolate, con las que conquistaron una importante plaza como es Madrid Fusión, las clarisas de Orduña también vendían en el mercado semanal vizcaíno otros productos como «mermeladas, pestiños o magdalenas». Que, polémicas a parte, «eran una delicia».
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