¿Y si pudieras vender tu alma al diablo?
Vista Alegre será desde este viernes 15 de mayo y hasta el 7 de junio la plaza más canalla del país. Un descenso a los infiernos aderezado con arte, humor y mucha, mucha lujuria.
Sergio García
Viernes, 15 de mayo 2015, 00:41
Todavía no se ha despejado el aroma a marisco que invadio el coso de Vista Alegre durante semanas y ya llega otra tentación, esta vez en forma de lujurioso y abracadabrante espectáculo, donde cualquiera libre de prejuicios se encontrará a sus anchas compartiendo patio de butacas con siervas de Satán, minotauros, cíclopes, gigolós del averno, predicadores sin pelos en la lengua, y un enano irreverente capaz de sacar los colores al espectador más curtido. Cabaret Maldito, el broche de la trilogía El Circo de los Horrores, traslada la acción a una catedral sumergida en tinieblas y habitada por ninfas de nombres tan inquietantes como Demencia, la succionadora, o Lamia, la de la vagina dentada. Bienvenidos al reino de Lucifer, donde no hay tabú que valga y todos tienen la oportunidad de vender su alma por una noche más de aplausos.
Jesús Silva Suso es Lucifer y también el alma de un montaje que es mezcla de circo, cabaret y teatro, todo ello aderezado con generosas dosis de ingenio y desparpajo y una atmósfera muy del tipo La Fura dels Baus; cañones de luz, niebla embotellada y explosiones de fuego taladrando ese cielo sin estrellas que es el submundo. La escuela de Suso es el Circo de los Muchachos, con el que recorrió de chaval todo el mundo y donde aprendió que el corazón es un arma que tiene recursos poderosos. Su espectáculo es picardía, desvergüenza, carnalidad y muchos, muchos cortes de mangas; todo ello aderezado sobre la marcha con verdades como puños, disparadas, eso sí, con perdigón lobero y a voz en grito. Tímidos abstenerse.
Este descenso a los infiernos, que convertirá Bilbao en la capital del pecado del 15 de mayo al 7 de junio, corre a cargo de un equipo de más de 70 personas de los que sólo una treintena suben al escenario. Es hora de tomar asiento, de que arranque esta ópera bufa, entre odaliscas impúdicas que se bañan en cálices de sangre, patines acrobáticos, equilibristas de piedra y cintas en el aire que compiten con el mejor trapecio. Agárrense a sus butacas, porque está la cosa que arde.
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