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Imagen de Botxoman.

El primer superhéroe de Bilbao

Se hace llamar Botxoman y le gusta "hacer el bien". "Lo mismo rescato a un gatito que te bailo un aurresku" es su lema

Isabel Ibáñez

Jueves, 5 de febrero 2015, 00:13

Parece que Bilbao, como Gotham City, al fin tiene su superhéroe. La ciudad antaño gris y hoy reluciente, pese o gracias a la lluvia que ahora es nieve, cuenta ya con alguien que guarde sus calles, que cuide a sus paisanos. Aún no se sabe desde dónde vigila, si tiene su cuartel general en el Pagasarri o si prefiere apostarse en el ático de alguno de los rascacielos que acarician el techo plomizo. Los superhéroes suelen guardar con celo cualquier información que puedan aprovechar los villanos (y no nos referimos a los habitantes de nuestra villa). El enigma le rodea. Sólo unos pocos le han visto, pero partir de ahora está dispuesto a acudir allá donde se le necesite. Se sabe que se hace llamar Botxoman, que calza abarcas y guarda su anonimato cubriendo su rostro con una máscara de lucha mexicana, mitad roja mitad verde. Como no podía ser de otra forma, luce camiseta del Athletic, pero la de Darío Urzay, aquella que soliviantó tanto a los hinchas y que solo unos pocos, quizá los espíritus más sensibles a la cosa artística, supieron entender. "Sólo por llevar esa camiseta ya eres un héroe", cuenta que le dijo alguien una vez. Como colofón, mallas negras y, al igual que cualquier superhéroe que se precie, calzón por fuera. Mejor dicho, unos dodotis XXL. Ah, y capita plateada.

En una misteriosa entrevista concertada con este periódico en un lugar del que no se puede hablar, el héroe desgrana su historia: No he venido para quedarme, llego ligero de equipaje y sin pretensiones de perpetuarme en la poltrona, soy culo inquieto. Más que casta me considero caspa. Tengo vocación de dejar este lugar a otro", dice. Su modestia parece verdadera. "Quiero reivindicar con estas acciones-actuaciones el lado heroico, los superpoderes que tiene la gente de Bilbao, potenciar ese espíritu nuestro que no somos capaces de valorar en su justa medida". Porque Botxoman no nació por culpa de la picadura de una araña radiactiva, ni por una explosión bioquímica. Tampoco llegó a lomos de un asteroide, aunque algunos así lo crean. Desvela que una mañana, hace cosa de dos meses, cuando aún era sólo un mortal más, el ambiente tristón fruto de la crisis que atenaza a la sociedad bilbaína como a muchas otras empezó a provocar en su ser una reacción alérgica, una especie de sarpullido que culminó con un ataque de conciencia. Se puso la capucha, calzó las abarcas y corrió a la calle. Una de sus primeras actuaciones tuvo lugar en Artxanda, donde impidió que una pareja que disfrutaba de las vistas pusiese su integridad en peligro al acercarse tanto a la barandilla. En otra ocasión, fue visto parando un coche para evitar que colisionase con el tranvía. No contento con eso, ayudó a levantar la tapa de un contenedor para que un vecino depositara su basura sin riesgos. "Lo mismo rescato a un gatito que te bailo un aurresku", es su lema. Porque Botxoman no se plantea grandes metas, sino pequeños detalles cotidianos con los que sorprender a las gentes de su ciudad.

Y... ¿quién es el súpervillano que acecha a Botxoman? Porque todo superhéroe tiene enfrente a un personaje antagónico que le hace la vida imposible. "La falta de solidaridad, de compromiso", contesta el hombre tras la máscara. "Sólo quiero ayudar a la gente de Bilbao a recuperar ese espíritu que hace que siempre esté dispuesta a dar lo mejor de sí, a hacer el bien en muchos pequeños gestos que hacen la convivencia mejor y posible. Que la gente use ese poder que tiene, que potencie su parte positiva. Siempre hemos sido capaces de reinventarnos, remontar y superar cualquier situación usando nuestros superpoderes. No hacen falta grandes esfuerzos, sólo hacer a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros".

La labia y el buenrrollismo sin duda forman parte de la magia de Botxoman: "Ya es hora de apostar por una ciudad alegre, animada, solidaria. Ya es hora de usar la sátira y reírnos hasta de nuestra sombra. Recordad: bromas sí, putadas no. Un bilbaíno nunca retrocede; da media vuelta y sigue avanzando. ¡Tomad las calles, pero dejadlas limpias!". Pese a la razón que le respalda en todas sus manifestaciones, como cualquier superhéroe, ha padecido la incomprensión de los suyos. Pueden comprobarlo los lectores en este vídeo captado por un transeúnte, donde se observa la reacción de un individuo al que Botxoman devuelve la cartera que se había deslizado de su bolsillo. Acaso pensando que venía, puede que por su aspecto, a desplumarle, la emprendió con él a mamporros. No es el primero ni será el último, Spiderman también sufrió, vilipendiado por sus vecinos y perseguido por la Policía. Qué decir de Hulk.

Al preguntarle por qué prefiere quedarse entre nosotros en lugar de repartir bondad por todo el planeta, responde: "En esta ciudad tenemos de todo, somos la capital del mundo, pero no teníamos un superhéroe". Ahora le tenemos a él. Pero recuerda, Botxoman, que todo gran poder conlleva una gran responsabilidad. Lo entiende y acata. Quizá el lector se sorprenda durante estos carnavales cuando, en medio de las máscaras, capita al viento, aparezca este tierno encapuchado para cogerle del brazo y depositarlo en un lugar seguro, al otro lado de la calle. Y si se le necesita... ¿qué hacer? A Batman (con el que mantiene correspondencia) lo llamaban con aquella señal luminosa con sombra de murciélago. Nuestro héroe casero, sin embargo, prefiere las nuevas tecnologías. Si algún bilbaíno requiere sus poderes, puede escribir a superbotxoman@gmail.com. Siempre responde. Incluso cuando se le interroga por sus debilidades, ese algo que, a modo de kriptonita, le haga desfallecer. Puntos débiles los tengo todos, contesta humilde. No nos lo creemos.

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