El RETAbet firma su peor arranque en la Liga Endesa

No hay ninguna duda de que el Bilbao Basket atraviesa por un momento delicado y que suele venirse abajo con el primer empujón. Contra el Murcia, cuando Frankamp pegó un puñetazo encima de la mesa los vizcaínos fueron incapaces de volver a colocar las figuras encima de la mesa. Los malos resultados socavan la confianza y generan dudas, lastre que debe soltar cuanto antes la tropa de Álex Mumbrú si quiere subirse a la ola buena. El sábado aguarda el choque ante el Betis en Sevilla y pese a la amplitud del calendario el duelo adquiere dimensiones de una final. Marcharse al parón con una victoria -luego hay ventanas internacionales- daría un aporte de energía vital a uno de los vestuarios con menos presupuesto de la Liga Endesa. Es su realidad.

El comienzo de la temporada es malo y no hay precedentes de un 1-8, aunque sí existen modelos parecidos que podrían servir de inspiración. En la primera campaña en la ACB, la 2004-2005, los hombres de negro cerraron los nueve compromisos iniciales con un 2-7. Solo ganaron al Joventut y al Estudiantes, el resto fueron derrotas. Después rubricaron una racha de 4-0 que les dio vida, y luego sufrieron una terrible de 0-7. Aún así, y pese a todas las dificultades, el equipo terminó con 12 triunfos, a tres de los puestos de descenso. Hubo otro preocupante 2-7 en el curso 2009-2010, cuando solo se logró batir al Granada y Alicante. Pero el Bilbao Basket reaccionó, llegó a firmar un increíble 10-1 y se quedó a un partido de disputar el play-off por el título. Acabó noveno.

El RETAbet precisa de un triunfo, de una palanca que le saque del barro y le permita recuperar el equilibrio. En la temporada 2013-2014, el equipo abrió la Liga Endesa con un 0-5. Sufrió mucho aquel año, y eso que contaba con gente como Bertans, Mumbrú, Hervelle, Raúl López y Grimau, entre otros, pero salió adelante. Recolectó 12 victorias y dejó el descenso a cinco partidos. Cuando el Bilbao Basket perdió la categoría en 2018, iba con un 3-6 a estas alturas del campeonato. Pero los problemas eran ingentes, se cambiaron hasta tres entrenadores y la economía era un desastre. Ahora la situación es difícil, muy complicada, pero hay cierta estabilidad en un contexto pandémico grave y gente con muchas tablas en el vestuario que invita a pensar en positivo.

La figura de Ondrej Balvin es fundamental. El checo es el máximo reboteador de la ACB y la inconfundible referencia del equipo. Acaba de llegar Goran Huskic, un guerrero que necesita algo de tiempo para ponerse a tono y asimiliar los sistemas. Ante el Murcia demostró que puede ser una pieza valiosa. Jonathan Rousselle es energía pura, dirección y anotación, mientras que Brown debe canalizar bien su talento y Kulboka afinar su muñeca de francotirador. Zyskowski empieza a sumar, Álex Reyes también es fundamental en la rotación, Serron es un perro de presa en defensa y Hakanson debe demostrar lo buen jugador que es. Todas estas piezas en manos de Mumbrú están llamadas a encajar y componer un cuadro reconocible. Todo ello sin dudar y tener fe en el proyecto, en lo que se hace y en quiénes lo hacen.