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Uno de los jugadores más peculiares que ha pasado por las canchas bilbaínas. Por su inesperada calidad estrenándose como profesional marcando las diferencias en el ... control del espacio aéreo en ambas canastas. También por una forma de ser diferente. En el cara a cara Ben Lammers es un chico abierto, divertido, con una sonrisa imborrable en su cara y ciertos rictus de timidez. Cuando se cierra la conexión o apaga la grabadora vuelve a su mundo, a un universo propio que en pleno confinamiento ocupa con muchas horas de juego con sus amigos de Estados Unidos, las conversaciones para calmar la inquietud de su madre y su novia, y el acercamiento a la cocina, que también realiza de manera peculiar.
Un ingeniero con alma de científico que cuenta como Biblia culinaria con un libro de recetas 'The Food Lab' tratadas desde el punto de vista de que la química y física son la base de toda la cocina por la interacción que hay entre calor, energía y moléculas. Y reconoce el pívot texano que le falta aquí y ahora el taller del que dispone su padre en su hogar americano. Con piezas y material se habría cumplido el vaticinio de su compañero, compatriota y amigo Jaylon Brown. «Seguro que se habría construido algún robot para que le trajera las cosas de la nevera».
– ¿Convive bien con la soledad?
– Soy una persona bastante solitaria y desde ese punto de vista no tengo mucho problema. Preferiría poder hacer cosas, claro. Además estoy muy en contacto con mis amigos. La mayoría están teletrabajando y con la diferencia horaria que hay les cojo en casa seguro y puedo jugar con ellos o hablar mucho más que lo que hacía antes en los tiempos de normalidad.
– ¿Qué es lo que más le extraña de esta vida en 'stand by'?
– El no saber qué pasará. Si seguiré aquí dentro de un mes, si volveremos a jugar. La incertidumbre es mucho más desesperante que el hecho de no salir a la calle o estar en un país extranjero porque es donde trabajas, pero sin poder hacerlo.
– ¿Ha llegado a tener miedo de la enfermedad?
– No especialmente. Por el rango de edad el virus ha atacado a gente mucho mayor. Y como soy una persona solitaria y es habitual en mí estar tranquilo en casa, también tengo menos riesgo de pillarlo.
– De haber tenido un laboratorio o taller cerca, ¿qué habría hecho el Ben Lammers ingeniero para ayudar?
– Seguro que habría tratado de echar una mano. No soy un súper inventor, lo mío es más el diseño de robots. Podría haber trabajado en alguna mejora para los respiradores.
– ¿Cree que el cambio que se da por hecho que habrá tras esta pandemia nos hará entrar en una nueva era de la robótica?
– Creo que la gente vivirá de una manera diferente ante cualquier problema que pueda surgir. Habrá nuevos modelos de comunicación como el que tenemos ahora, habrá comportamientos para proteger a la gente de todo lo malo que esté por venir.
– Siempre podrá sacar tiempo para diseñar un artefacto para las 'BattleBots', las peleas entre robots. El ocio también cuenta.
– No son complicados. Se basan en un pequeño ordenador, una emisora, servomotores y mecánica bastante simple.
– Lo de crear e investigar le viene de niño. ¿Qué es lo más fuerte que ha salido del taller de su padre cuando usted y su hermano se ponían a trastear?
– Era mi hermano mayor el que me liaba. Hicimos algunos lanzadores de patatas, algunas catapultas y lo más loco fue jugar con algún cohete a escala con motor de despegue que alguna vez orientábamos hacia el vecino de enfrente, lo que no era muy inteligente.
– ¿Se siguen llevando bien con aquellos vecinos?
– La mayoría de estas cosas las hacíamos en la parte trasera de la casa y allí durante muchos años no tuvimos vecinos hasta que se mudaron unos... y no acabaron muy contentos.
– En su familia parece que coleccionan ingenieros y arquitectos. Si llega a presentarse diciendo que quería ser escritor o abogado le desheredan.
– (Ríe) Bueno, en eso mi hermano también abrió camino porque hizo un doble grado de Física y Filosofía, y mira que son difíciles de combinar.
– Vayamos al deporte. ¿Es optimista sobre que se pueda acabar la temporada?
– Sería bueno intentarlo después del esfuerzo que estamos haciendo. Para llegar a esa situación todos deberemos estar bien examinados y que la situación del país mejore. Aunque esos tests quizá sería mejor utilizarlos para el bienestar de la población en general y no para unos deportistas, que somos unos trabajadores más y no de la primera línea contra el virus.
– Parece que debemos prepararnos para partidos sin público durante mucho tiempo. ¿Ha jugado sin aficionados alguna vez?
– Algunos partidos de víspera de Navidad que no va casi nadie a ver, pero siempre hay gente. Juego ante público desde que tengo 12 años. Se nos hará difícil llegar al nivel de esfuerzo, dedicación y entrega que cuando estamos con público.
– En su particular altar deportivo seguro que coloca a Mumbrú.
– (Ríe). Es un gran entrenador y lo descubro cada día. Ha sido jugador y eso te conecta más. Trabajas mucho la táctica, pero a la vez te lleva a jugar cinco contra cinco, partidos, a coger la forma jugando.
– ¿Qué le extrañó más, la llamada de un equipo de Bilbao que le sonaba a chino o que le ofrecieran poder jugar en ACB?
– Tacho la primera opción. Nunca había venido a Europa, sólo conocía las ciudades más grandes, era mi primer contrato profesional. El año pasado confiaba mucho en que, si haciendo las cosas bien ascendíamos, Álex me iba a decir para continuar.
– Usted fue un estudiante brillante y esa inteligencia se plasma también en la cancha para leer el juego.
– Es muy importante ser capaz de analizar, y lo más rápido posible, los datos que recibes. Imagino que eso es inteligencia.
– ¿Le ha resultado sencillo jugar a la europea?
– Tuve la suerte increíble de poder jugar con Javi Salgado, un tío que te la pone donde quiere. No necesitas ni mirarle, sabes que te la va a dejar para ponerle el lazo.
– Tiene un 'timing' increíble. ¿Es talento puro?
– Hay que trabajarlo todos los días, pero a la vez es algo que he tenido siempre de manera natural, algo que he sabido entender que llevaba dentro.
– ¿Con qué dos momentos se queda como hombre de negro?
– Si no me dejas elegir más, que hay muchos, el partido del ascenso y la victoria contra el Barcelona para meternos en la Copa.
– Llámeme romántico, pero algo me dice que el dinero no va a ser el elemento definitivo que le haga quedarse o no en Bilbao.
– No me puedo quejar de nada. De Bilbao me encanta todo. Estoy en el inicio de mi carrera profesional y no es malo quedarte en un sitio para madurar, aunque hay muchas opciones, claro.
– Le queda un año de contrato, pero con una cláusula de salida asequible. ¿Qué porcentaje le da a la posibilidad de seguir el próximo curso en el RETAbet?
– No me preocupo de ello demasiado, tal como están las cosas. Tendría que recibir una oferta muy loca para dejar un sitio en el que me encuentro tan a gusto.
– ¿Valorará si el Bilbao Basket juega competición europea?
– Es muy interesante, te ven fuera, eres más conocido, juegas más y entrenas menos (ríe)... todo es importante.
– Es ley de vida, pero lástima que tengan que romperse grupos con la química que desborda esta plantilla del Bilbao Basket.
– Me encantaría seguir con la misma tripulación en el barco. El ambiente es de primera categoría.
– ¿Dónde cree que habría estado el techo del equipo sin mediar el parón?
– Seguro que nos metíamos en los play-off. Y pese a haber perdido a Axel (Bouteille) y con Jaylon (Brown) lesionado, apostaría por un Top6.
– La pregunta obligada, ¿cómo va su confinamiento?
– Bastante aburrido, imagino que como muchos, encerrado en un apartamento pequeño. Pero nos debemos al equipo y trabajamos juntos a diario. Y en mi casa en América están todos bien en mi familia. No vivimos en una gran ciudad, así que respetar los espacios y las distancias les resulta sencillo.
– Si le hubiera pillado la pandemia en Estados Unidos, ¿cuál sería el escenario en el que se estaría moviendo ahora?
– Imagino que estaría en casa de mis padres, donde tenemos mucho espacio, con un gran terreno por el que pasa un río en la parte de atrás. Por allí no pasa nadie y podría bañarme o pescar.
– ¿Qué pensó cuando vio el alcance que iba adquiriendo esta pandemia?
– Cuando se empezó a escuchar hablar de esto todo parecía concentrado en Italia y pensabas que se contendría y no llegaría aquí. Y lo que vino después fue una situación de locura. Tienes que pensar qué hacer, viajar no es la mejor decisión y tu trabajo está aquí en Bilbao. Estaba claro que había que quedarse.
– ¿Qué le dijo su familia?
– No te voy a negar que tuve ciertas presiones de mi madre. Cada vez que escuchaba o leía algo sobre el virus me llamaba o me lo enviaba y sólo le faltaba sacarme un billete para volver. Y fue a más con mi novia, que también está en Estados Unidos. Y más aún cuando hablaban entre ellas y me bombardeaban con mensajes (ríe).
– Cuál es el 'timing' que domina jugando con sus amigos?
– Cuando aquí es de noche en Texas acaban de comer así que es el momento idóneo porque sé que ya están más liberados de sus ocupaciones al trabajar desde casa, aunque antes también juego contra algunos compañeros de equipo. En los que mejor me muevo son en el 'Animal Crossing' con la Nintendo y desde el ordenador con el 'Call of Duty'.
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