
Pantzar y De Ridder, dos pilares para sostener la final
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Líderes. Con su fuerza, ambición y cualidades técnicas, el base sueco y el ala-pívot belga son dos bazas esenciales del Bilbao Basket para conquistar la FIBA Europe CupJosé Félix Cachorro
Bilbao
Martes, 22 de abril 2025, 19:12
Los hombres de negro tienen este miércoles, a partir de las 19.15 horas, una cita histórica en la vuelta de la final de la ... FIBAEurope Cup en casa del PAOKSalónica. Gran parte del éxito del equipo bilbaíno en el torneo dependerá de cuántos jugadores encuentren el acierto, de cómo el Surne funcione como un coro contra un adversario sobrado de talento en su línea exterior. Además de la sintonía grupal, también necesitará una buena versión de Melwin Pantzar y Thijs De Ridder, sin duda dos de los jugadores más regulares a lo largo de la presente temporada en las filas del Surne.
Pantzar, de 25 años, puede definirse como el base que siempre ofrece una actuación con una nota de notable o cercana a esta calificación. Su aportación comienza en la defensa, en la que, gracias a su privilegiado físico, mantiene el control constante sobre su par, ayuda con su velocidad y hasta pelea por el rebote. Sabe manejar sus manos y su cuerpo para arrebatar el balón al contrario. Estas cualidades le han aupado a la séptima plaza de los mejores 'ladrones' de la Europe Cup, con 1,8 recuperaciones por partido, y a la decimoctava de la ACB, con 1,2.
En ataque, destaca individualmente por sus penetraciones a canasta, cortas carreras verticales, tanto por su derecha como por su izquierda, repletas de potencia, en las que el sueco sabe esconder la bola y elevarse con garantías frente a defensores más altos que sus 190 centímetros y anotar con bandejas. Más director de equipo que tirador, el escandinavo toma la iniciativa con acciones personales cuando la circulación se atasca. Sin tratarse de un especialista, su porcentaje de triples encestados sobrepasa el 40% en el caso del torneo continental.
A causa de su paso por equipos poderosos como el Real Madrid y el Mónaco, Pantzar tiene la experiencia suficiente para medir los tiempos en el parqué. No es amigo de las prisas y prefiere dirigirse a colocar una bandeja sin detenerse en el camino, porque tampoco le gustan las especulaciones ni las dudas. Activa el motor de inyección de sus piernas para volar a su objetivo.
Su compañero De Ridder también posee un cuerpo excepcional. Tiene las medidas adecuadas de un baloncestista completo, de los que corren, saltan, tiran bien de lejos y de cerca, y nunca dudan en combatir en todos los terrenos. El belga, de sólo 22 años, responde al perfil de un jugador del futuro, capaz de desenvolverse en muchos lugares de la pista y cuyo físico avala su rendimiento. Es un gran ala-pívot pero puede actuar de 'cinco' en momentos puntuales por su disposición a rebotear y, como Pantzar, por su destacable actitud defensiva. En Europa acumula 5,6 capturas, 31% de acierto en triples y más del 68% en disparos de dos puntos. Hace daño junto al tablero con diferentes formas de lanzamiento y dispone de un instinto casi natural para apoderarse de los balones sueltos.
Con una calificación de 15,1, el número 11 del Bilbao Basket demuestra su polivalencia al situarse en el duodécimo puesto en la lista de jugadores más valorados de la Europe Cup. Su estancia en el equipo de Miribilla le sirve como etapa de maduración y como trampolín para dar el salto algún día a la NBA, su sueño deportivo.
En un momento dulce
De Ridder también guarda otro sueño en su interior, el de «levantar el título y debemos hacerlo realidad. No pienso en las diferencias de puntos», en alusión a la ventaja que el Surne obtuvo en Miribilla (72-65) en la ida frente al PAOK. De idéntico modo piensa Pantzar, convencido de que «hay que ganar en Grecia y no pensar en los siete puntos de ventaja. Lo hicimos contra el Tofas y nos equivocamos, ante el Dijon lo hicimos de otra manera y remontamos... Quiero contar alguna vez a mis hijos cómo fue aquella vez en Salónica».
El sueco y el belga podrán rememorar con orgullo su actuación contra el PAOK en Miribilla, donde ambos jugaron como locomotoras para propinar el primer golpe en la final. Entonces fueron los hombres de negro más inspirados y este miércoles pueden repetir otro ejercicio admirable.
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