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Panorámica del Buesa Arena en el partido inaugural de la Euroliga del año pasado. Igor Aizpuru
Análisis

Seamos realistas

Quizás rebajar las aspiraciones en la Euroliga pueda permitir al Baskonia centrarse en la competición doméstica, donde se han bajado demasiados peldaños en las últimas temporadas

Martes, 30 de septiembre 2025, 00:20

¡Qué mayor estoy! Tengo cuatro faltas y quiero seguir jugando. Cualquier día se equivoca un árbitro y me pita la quinta. Cuando llegue el ... momento, me iré a la ducha pensando que valió la pena vivir abrazado a un balón. No busquen otras razones. Este es el motivo del porqué estoy aquí.

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Se pone en marcha el baloncesto, tanto europeo como nacional, pendiente más del futuro que se avecina para la próxima temporada que de la que arranca. La Euroliga consuma otra expansión y da entrada a algún equipo, Dubai Basket, que desde luego no es europeo. No debe olvidarse que los rusos, cuando se acabe el conflicto, reclamarán sus derechos. La situación se crea partir del momento en que la NBA anuncia su desembarco para un futuro cercano. Definitivamente, tener dos competiciones profesionales en el continente no parece viable. Luego, todo está condicionado a lo que pueda ocurrir con los dos equipos israelíes.

Es evidente que el baloncesto copia el formato del fútbol, clubes poderosos económicamente y grandes ciudades. La diferencia sustancial entre un deporte y el otro es que los que juegan con el pie generan beneficios y los nuestros dependen económicamente de gobiernos o de propietarios de gran fortuna. Valga como ejemplo el Valencia de Juan Roig, que supongo se mueve por un presupuesto de 30 millones. Barcelona y Madrid se salen de este formato y respiran del oxígeno del fútbol.

El baloncesto en Europa y en España vive más pendiente del futuro que se avecina que del curso que arranca

En este contexto se mueve el Baskonia. Conviene tener muy clara la situación. Tanto el público como la Prensa deben olvidar éxitos pasados y aceptar la presencia del equipo en la Euroliga con las mismas aspiraciones que aceptan los aficionados del Alavés. O sea, mantener la categoría. Los aficionados tendrán el privilegio de ver pasar por Vitoria a la élite del baloncesto continental, que no deja de ser un buen premio. Otros equipos prefieren jugar una competición menos exigente con muchos partidos intrascendentes. Si el club azulgrana acepta con naturalidad esta situación, los nervios, las frustraciones y las improvisaciones no serán necesarias. Quizás disminuir aspiraciones europeas pueda permitir al grupo centrarse en la liga ACB. Son demasiados los peldaños que el equipo ha bajado en la competición doméstica. Para transcurrir con sosiego se necesitan proyectos realistas.

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En cuanto a lo estrictamente deportivo, ni puedo ni debo hacer el más mínimo comentario. Entrenador nuevo desconocedor absoluto de la exigencia de la competición local, debutantes de segundo nivel europeo, se supone que deseoso de mostrarse para su futuro. Qué menos que una docena de encuentros para hacer una mínima valoración.

El abandono de las instituciones a nuestro deporte después largos años de éxitos dificulta el trabajo de los secretarios técnicos. No hay jugadores nacionales ni siquiera para cubrir las cuatro plazas reglamentarias. La Federación, ahora asustada por el ridículo del Europeo, presentaba a primeros de verano un campeonato de jugadores sub'22. Puede que sea una base para iniciar el largo camino de recuperación. Recuerden que somos el país europeo que menos jugadores tiene en la NBA, donde sólo Aldama nos representa. Llama la atención que el Baskonia sea uno de los tres equipos ACB que han renunciado a participar en tan imaginativo proyecto. No alcanzo a entender las razones, cuando los gastos los cubre el Consejo Superior de Deportes. Sus motivos tendrá.

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