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Baskonia: Cambiar para cambiar los resultados

No es lo mismo tener jugadores que tener plantilla, como tampoco es lo mismo tener una plantilla que tener un equipo. En este año, esto ha sido una constante y hay que aprender para mejorar

JUANJO BRIZUELA

Martes, 23 de junio 2015, 00:05

Tomar las cosas con perspectiva permite analizar el pasado con mayor claridad y visualizar el futuro con más criterio. El tiempo da y quita razones pero sobre todo permite alejarte de las emociones y alinearlas con las razones. Ahora que estamos a punto de encumbrar al Real Madrid como posible ganador de la Liga Endesa ACB 2014-15 (2-0 en la eliminatoria de momento), en una liga cada vez con más peldaños, la reflexión hace que tratemos de colocar a Laboral Kutxa Baskonia en el peldaño real que le corresponde.

Con frecuencia, los agricultores se sientan después de su labor diaria en su terreno a comprobar que todo está preparado para que la naturaleza haga el resto. El conocimiento, el esfuerzo y los aperos de labranza trabajan al unísono para que la tierra y la naturaleza, el sol y el agua, permitan obtener el fruto deseado. Interpretar el momento, reaccionar si es necesario, saber esperar a que el fruto tenga su momento, ni un poco más tarde ni antes de lo previsto, forma también parte de su trabajo. Saber qué y cuándo. Y saber que la tarea de mañana, aunque sea la misma, posiblemente será diferente de la de ayer.

La temporada 2014-15 del Baskonia ha sido como aquel pequeño terreno que año tras año da sus frutos pero del que, igualmente campaña tras campaña, tampoco se obtiene el resultado esperado. A veces porque se cambia el responsable de su trabajo diario y con él, los criterios de ese trabajo. A veces porque esa semilla que a priori tenía excelentes referencias y propiedades no lo es tanto y no florece como se prometió. A veces porque las herramientas de trabajo también cambian, se estropean o se rompen. A veces porque el contexto, la naturaleza, se vuelve tan virulento que nos sobrepasa y nos sorprende sin capacidad de reacción. A veces porque al terreno, al mismo terreno de siempre, le pedimos más de lo que en realidad puede dar; le pedimos que sea como antes cuando la realidad es que nada consigue serlo.

Mientras, el mercado (la competición) y los clientes (la afición), siguen pidiendo ese apetitoso fruto del que tanto se ha disfrutado, aun siendo conscientes de que todo ha cambiado y que ya no estamos siendo tan atractivos y resultones como hace un tiempo. Así ha sido la temporada del Laboral Kutxa.

Los números

Dos entrenadores. 24 jugadores, casi tres equipos completos. 50% de victorias sobre derrotas en toda la temporada. Tres competiciones en las que el Baskonia siempre se ha quedado en la puerta de entrada a una siguiente fase, quizá la que marcaba el umbral entre el éxito y el fracaso. Un cambio de estilo que ilusionó aunque después la cruda realidad devolviera a todos a otro lugar no tan atractivo ni ilusionante. Expectativas que superan la realidad porque ésta nos recuerda una y otra vez que es difícil cambiar el resultado cuando no hay cambios profundos. El oasis producido entre diciembre y febrero, con aire fresco, un nuevo estilo mucho más dinámico y la alegría compartida en la cancha y en la grada, se vio de nuevo truncado por la imperiosa realidad de recuperar el tiempo perdido y la exigencia de ganar porque sí, aunque ésta mostrara que era más complicado de lo que parecía en realidad.

Como un mapa del tiempo lleno de nubarrones, posiblemente la inestabilidad haya sido el mayor inconveniente. Cuando las condiciones normales son cambiadas, queriendo o no, es difícil mantener una línea lógica de trabajo y, por tanto, de rendimiento. Compartido por jugadores como San Emeterio o Causeur, incluso por nuestro ya ex-entrenador Ibón Navarro, es difícil mantener una línea coherente cuando ésta se convierte en un potro desbocado que va de un lado a otro. Cuando parecía que el trabajo era correcto, un cambio de jugador, una lesión, cortaba de raíz el crecimiento y obligaba a empezar de nuevo. Así ha sido una y otra vez. Competir contra tí mismo y contra la incertidumbre, en vez de contra el rival, hace que las dudas y los miedos aparezcan con más frecuencia de lo normal. No es lo mismo tener jugadores que tener plantilla, como tampoco es lo mismo tener una plantilla, que tener un equipo. En este año, esto ha sido una constante.

Si observamos con atención el rendimiento de otros equipos rivales del Baskonia, se aprecia que la estabilidad es un factor que se acaba notando. Valencia Basket recuperó su espíritu competitivo y le dio un nuevo giro hasta casi hacer dudar la supremacía de un Real Madrid tan excelso como competitivo, como está demostrando en estas fechas, a las puertas del triplete. Unicaja ha mantenido una línea constante de juego y emoción en todas las competiciones hasta casi reventar el 'status quo' de un Barcelona también inestable y ahora en aparente estado de KO. Incluso equipos como Bilbao Basket, Joventut, Canarias y Zaragoza han realizado una muy buena temporada. La estabilidad ha propiciado que estén en esa posición de sostenibilidad y crecimiento de cara al futuro.

Estabilidad

¿Ha de ser esta estabilidad una lección de la que aprender? Así debería ser. Como en muchos aspectos de nuestra vida, todo es cuestión de gestionar las expectativas. Quizá el fértil terreno esté ya en fase de agotamiento y necesite un buen vuelco para volver a rendir, entrar en barbecho no a corto plazo pero sí de cara a garantizar el futuro. Quizá debamos ser más pacientes también con nuestras semillas, que en algunos casos tanto prometen, pero a las que es preciso cuidar, mimar, trabajar y rodear de otras plantas que les permitan crecer firmes y protegidas, sin el daño de otros agentes externos. Quizá nuestras herramientas también deban ser otras y quizá haya que buscar en otros parajes los recursos que permitan cambiar de rumbo para cambiar de resultados. Quizá el hortelano tenga que mantener esa línea de juego ilusionante, con esfuerzo en el campo y crecimiento paulatino, individual y colectivo, pidiendo lo que en cada momento sea necesario: hacer de una plantilla todo un equipo con identidad.

Lo que tenemos claro quienes queremos disfrutar cada semana de este Laboral Kutxa (si es que se sigue llamando así la próxima campaña) es que tampoco queremos atiborrarnos de magníficas cosechas a costa de la identidad, o a costa del disfrute diario (o semanal, o quincenal) de un buen partido en el Buesa o por TV. Vitoria-Gasteiz no exige trofeos ni grandes títulos. Somos modestos. Nos basta, y nos encanta, estar ahí cada día, en primera línea de mercado, haciendo dudar al cliente si comprar al de siempre o probar con lo nuevo. Ahí somos extraordinariamente competitivos y se nos mira como una amenaza real.

De momento, tenemos terreno y tenemos ya un agricultor, Velimir Perasovic, conocido, pero que tampoco es lo primordial. Ilusionará en la medida que pueda transmitir. Perasovic tendrá que saber qué quiere conseguir y qué o quienes son necesarios para hacerlo. A priori el puesto de base y poste alto son requisitos ineludibles. En el base, James promete, a pesar de que a veces no se le comprenda. En el 'cinco', Iverson puede ser el estandarte del físico en el campo, necesario en un juego interior que domine los tableros en ambos lados del campo. Este esquema necesita un tirador. Ojalá la vuelta de Bertans sea tan rápida como su capacidad para armar el brazo. Con o sin él, el equipo será totalmente diferente.

Si al tirador le acompaña un 'cuatro' que aporte físico, ritmo y verticalidad en el juego, se torna un elemento peligroso en ambas partes del campo: como el Tillie de final de temporada y algunos destellos de Shengelia durante el segundo tercio del año. También se necesitan jugadores que den seguridad. Y el hombre en este rol será probablemente Causeur, habida cuenta de que quizá San Emeterio esté ya más fuera que dentro. A partir de ahí, habrá que sumar aquellos recursos que permitan potenciar los valores actuales de un lado y, de otro, complementar el dibujo final. El ritmo debería ser una constante: un nuevo base con capacidad para marcar la pauta necesaria en cada momento, y peligroso en sí mismo. Una nueva amenaza en el tiro exterior en un baloncesto que cada día se juega más fuera del 6,75 que dentro de la zona. Un jugador versátil que permita ofrecer nuevas variantes de dentro-fuera y fuera-dentro, si es en la posición de 'tres', mejor. Y posiblemente un jugador que aporte músculo y físico en la posición de interior que permita relevos en el quinteto sin perder un ápice de ritmo y explosividad. Nadie dijo que sea fácil.

El verano acaba de comenzar. Cuando los frutos están en su máximo esplendor es cuando comienza a diseñarse el nuevo terreno y lo que se quiere de él. Tiempo de calma, de imaginar el futuro sin olvidar el pasado y, sobre todo, aprender que cuando ha habido cambios se han producido nuevos resultados. Aprender de que cuando se han modificado las condiciones, o éstas nos han obligado a ello, el terreno se ha mostrado endeble y poco productivo. Aprender para mejorar. Cambiar para tener mejores resultados. Ésa es la tarea.

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