Como no existen dos piezas iguales en un puzle, no queda otra que jugar a otro puzle. Es tan difícil intercambiar una pieza por otra ... que aunque el juego sea distinto ya no es el mismo. Pasa en los juegos, nos pasa en la vida real, como para no pasar también en el deporte. Más si cabe si hablamos de personas, donde cada una de ellas tiene su propio sentido y aunque el entorno sea prácticamente el mismo, la mera interacción de esta nueva persona modifica las relaciones habituales.
Por eso, el Fenerbahce al tomar la decisión de sustituir a Dimitris Itoudis por Saras Jasikevicius, su nuevo entrenador, fue consciente de que aquellos propósitos de inicio de temporada quizá ahora no tuvieran sentido, aunque el objetivo principal del Top 8 y casi la Final Four, a tenor de sus refuerzos, sigan manteniéndose con firmeza. Jasikevicius precisamente no se va a amedrentar por semejante reto, todo lo contrario. Si ha iniciado una nueva etapa en Turquía, es porque quiere seguir siendo una de esas piezas que ayudan a sus equipos a lograr su máxima meta: brillar en la Euroliga, que quiere decir que necesita en sus manos un equipo solvente, experimentado, físico, gobernable y con la ambición suficiente para lograr objetivos. De momento, acaban de ganar la Copa en Turquía.
El técnico ha aportado lógica, rotaciones más completas y que sus jugadores se sientan más partícipes
No es tarea fácil llegar a mitad de temporada y comenzar a remendar un desaguisado en un equipo. Primero, porque la velocidad de adaptación es proporcional a la del rayo de luz, ya. Segundo, porque se necesita recuperar esa paciencia que se fue por el sumidero de los disgustos para empezar a sentirte a gusto con lo que pasa en el campo y en el marcador. Conjugar resultados con cambios es el alimento para el proyecto, y es algo que tiene que ir no sé si desde el primer día, pero casi. Tercero, porque una cosa es conocer los jugadores individualmente y otra distinta cómo se comportan entre sí, en otros contextos y con otras ideas que no son tuyas. Hay que desaprender a la misma velocidad con la que propones nuevas ideas que deberían llevarte de otra forma a cierto éxito. Y cuatro, la competición no te espera, no te da una segunda oportunidad. El ritmo es vertiginoso. O tienes la habilidad de subirte a la exigencia máxima o si no, no tú sino todo el vagón descarrila del todo.
Logros: Jasikevicius, y su equipo, ya ha conseguido ponerse en balance positivo. Le costó, con un calendario también 'algo' favorable, llegar a puestos de Top 8, pero mira ya con más tranquilidad al futuro. Ha aportado por otro lado más lógica en el equipo, rotaciones más completas y, sobre todo, que sus jugadores se sientan más partícipes. La plantilla tiene tanto ego que lograr que se deje en la cómoda de la entrada para pensar en colectivo no es fácil. Teniendo tanta o más personalidad que Itoudis, Jasikevicius está trasladando ese extra defensivo y ese orden en ataque con la misma firmeza que la necesidad de ir acostumbrándose de nuevo unos a otros.
Calathes está más cómodo y tiene más relevo con Guduric, al físico de Hayes-Davis y Motley se le une el de Noua, algo más sólido que Pierre; Wilbekin está más integrado en explotar el cuándo y el dónde anotar, y Dorsey, Biberovic, Papagiannis y Sanli tienen un rol secundario mejor complementado con el eje Calathes-Wilbekin-Motley.
Así que las piezas están encontrando su sitio en este nuevo puzle que comenzó Jasikevicius y tienen una cierta forma de proyecto más real que cuando comenzó en su momento. Hay mayor garantía pero el calendario a partir de ahora se endurece, para todos, incluso para los recién llegados.
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