Emocionante
La presencia de Pablo puede ayudar a convencer a algunos jugadores para dar ese paso de más
Si a usted, como a mí, le gusta habitar en el mundo de las sorpresas, le ocurrió seguro que tuvo que contar hasta once. Para ... estirar la sorpresa, para ganar más tiempo y sacudir la cabeza un poco más por si algo oscuro había alrededor o para abrirle la puerta al «no puede ser» y se fuera del todo antes que el sí se apoderase definitivamente de la situación. Si escribí que desear, querer y poder no eran sinónimos, que Pablo Laso sea el nuevo entrenador de Baskonia aniquila -de manera bendita- del todo aquella frase.
Del pasado me interesa sobre todo aquello que pueda influir en el futuro próximo. Todo está escrito ya, el currículo de victorias y trofeos, su época como jugador, sus pasos como entrenador, eso está en la página anterior. No hace falta repetir nada más salvo incidir en que si un profesional así, una persona decide aceptar un reto como el que Baskonia plantea cada temporada, es para tenerlo muy en consideración. Quizás acertemos también en comprender por fin que los proyectos requieren de ese incesante corto plazo necesario para construir también un medio plazo más sólido y con más garantía de competir.
Dijo Pablo hace unos años que «estoy más orgulloso del trabajo que de los títulos» y a esto debe ser a lo que debemos agarrarnos como principal expectativa ante la próxima temporada, y sobre esa frase seguramente coincidan tanto él mismo, el club y seguramente su plantilla. Los resultados, lo sabe bien, son siempre la consecuencia de «algo» que sucede con anterioridad y ellos mismos también se fijan firmemente sobre los cómos y no en quiénes, ni los palmarés ni la historia. El presente es la única verdad en el campo y para llegar ahí se necesita una alta dosis de esfuerzo diario, objetivos claros, mentalidad y una identidad clara y reconocible cada semana.
Falta una parte importante de la plantilla por cubrir, pero la presencia de Pablo Laso puede ayudar a convencer a algunos jugadores para dar ese paso de más en su carrera profesional en un proyecto como el de Vitoria-Gasteiz. Puede ayudar también a que aquellos que ya forman parte de la misma confíen más en este proyecto y dar ese plus de progreso que seguro se les exigirá, en especial los más jóvenes. Y puede ayudar también para entender que ese equilibrio entre talento por explotar y experiencias pasadas necesarias para unir juventud y veteranía deba solidificarse en un equipo como el Baskonia. Este será ese eslabón que alinee jugadores, plantilla y equipo. Ahí la figura del entrenador es siempre clave.
El juego del baloncesto nos está enseñando últimamente que es una mezcla de ritmo, espacios, asociaciones y mentalidad. El Baskonia nos ha llevado por esta senda, en especial la del ritmo y la mentalidad, en el pasado reciente a una vertiginosidad poco frecuente en las competiciones. Ahora esta identidad se refuerza por un entrenador que precisamente si algo ha impregnado siempre en sus equipos ha sido el ritmo -por algo fue un base eléctrico-, los espacios, generando siempre oportunidades para cualquier jugador que esté en el campo, y en el cierre de los mismos en defensa; las asociaciones, con el pase como otra de sus señas de identidad; y en especial la mentalidad, y aquí poco podemos añadir por su trayectoria.
Es difícil en estos momentos visualizar a qué jugará el Baskonia hasta que no sepamos los jugadores a su disposición, pero seguro que intuímos cómo jugará, y en esto tanto club y dirección técnica como el entrenador coincidirán en la manera de hacerlo: ritmo en las transiciones, intensidad máxima, físico, dejar florecer el talento para que el jugador y el público, disfrutemos de un juego vibrante. Queda aún bastante tarea pero ya es realidad: Pablo Laso está aquí.
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