Mucho cambio, demasiada expectativa
El Panathinaikos ha llevado a cabo la transformación más extrema de esta Euroliga, un equipo con diez incorporaciones más la de Ergin Ataman, su entrenador
Entre lo gradual y lo transformador hay una amplia variedad de espacios, como lo hay entre el blanco y el negro, y sus correspondientes grises. ... En este 'Salto inicial' apenas llevamos cinco jornadas y la palabra 'cambio' ha aparecido con cierta recurrencia. Es cierto que el cambio se produce siempre, no somos las y los mismos que ayer, cambiamos conforme cambia el entorno y somos quienes hacemos que el entorno varíe. Con lo cual el cambio es algo común en nuestras vidas, pero siempre con sus correspondientes matices.
Lo que ha sucedido en Atenas esta temporada, en el Panathinaikos, se sitúa precisamente en uno de los extremos más llamativos de esta presente Euroliga. Un equipo que ha cambiado prácticamente todo, donde sólo permanecen tres jugadores respecto del año pasado y es un equipo totalmente nuevo con diez incorporaciones más la de Ergin Ataman, su entrenador. Habría que preguntar a la propiedad el motivo por semejante transformación, aunque también es verdad que viendo sus resultados en las últimas temporadas podemos entender que, con ese orgullo griego tan reconocible, en Atenas hayan hecho suyo aquel 'empecemos de cero'.
Nos vamos a encontrar con dos situaciones a tener en cuenta. La primera, una plantilla nunca es un equipo. Para ser equipo se necesita que toda la plantilla, o una gran mayoría, se compenetren y se comprometan individualmente para generar un bloque sólido que al menos compita frente a cualquier rival y, en consecuencia, pueda sumar más victorias que derrotas. Este, en realidad, es un objetivo de todos los grupos y precisamente el más complejo. La otra situación tiene que ver con el rendimiento constante y entra en escena la figura del entrenador, que es quien precisamente debe exprimir estas cualidades individuales más el trabajo y el esfuerzo de sus jugadores en un objetivo común: vencer semana a semana para que el bloque se vaya solidificando y llegar así bien colocado al momento esperado de las grandes fechas en cada competición.
El talento brilla en el exterior y el físico en el interior, pero la unión en el juego en estático no acaba de reflejarse
Ataman ha construido un equipo con la solidez y experiencia suficiente de jugadores como Sloukas y Lessort, como eje central; con los complementos de Vildoza, Grant, Juancho Hernangómez, Papapetrou y Mitoglu; y unos 'jóvenes' con ambición de ganar la confianza como Guy, Balcerowski y Antetokoumpo. Estos, junto a Grigonis, Mantzoukas y Kalaitzakis, del año pasado, conforman una plantilla que deberá certificar que el trabajo de Ataman está bien alineado con la expectativa creada con la llegada de jugadores de cierto rango.
Hasta ahora su juego es el típico de un equipo consolidado de Euroliga y más con Ataman en el banco. Estructurado, ordenado, tratando de aprovechar las ventajas que afloran en cada jugador en situaciones concretas y con ese rasgo que aúna la libertad ordenada en ataque y la exigencia del trabajo defensivo. De momento, no acaban de cumplir esta norma, porque el equipo necesita entenderse y algunos conceptos del juego no terminan de asentarse como deberían. El talento brilla en el exterior y el físico en el interior, pero la unión en el juego en estático no acaba de acomodarse porque esa libertad se torna en individualismo y acaba minando las ventajas de un juego colectivo más sólido y compartido.
Afecta también a su defensa, donde debe corroborarse este espíritu colectivo y a veces no atina con sus responsabilidades ni individuales ni colectivas. No obstante queda tanto trayecto que a poco que consigan alinear la amplia variedad de recursos que tienen, pueden convertirse en un rival muy complicado de jugar. Como en todo, serán las victorias las que faciliten esta evolución y confirmen que el cambio en Atenas es por fin posible.
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