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Se lo confieso: tenía casi acabado este 'Salto inicial' para que pudiéramos observar con atención el partido de esta tarde-noche frente al Alba Berlín, ... pero tuvimos un sobresalto en la tarde de ayer que llegaba desde la misma capital alemana: Israel González, su entrenador, cedió su puesto al recién llegado Pedro Calles, que fue su ayudante desde el pasado enero. Digo sobresalto porque, a pesar de que estemos habituados a este tipo de movimientos en el basket profesional, en el Alba Berlín no es nada habitual por su identidad. Aunque en esencia tenía escrito algo parecido tuve que reconducir un tanto los argumentos de este espacio.
Puestos a 'confesar' nuestros particulares puntos de vista, sabe bien que por estas líneas hemos ensalzado la identidad y el estilo del Alba Berlín. Desde la llegada de Aíto García Reneses, ha tenido muy claro que los resultados debían llegar desde la intensidad, el gusto y el cuidado del buen juego y la progresión constante de sus jugadores a lo largo de las competiciones. Con Aíto, el equipo consiguió atraer la atención de la competición, convertirse sobre todo en un rival complicado de vencer y muchas veces lograba precisamente vencer y convencer, algo nada fácil. El relevo por Israel González estaba también diseñado: fue fiel ayudante de Aíto y era continuar con su estilo, el estilo Alba Berlín en general. La idea central era extender esta identidad año tras año.
Su manera de entender el juego es sencilla y apuntando hacia los básicos de este deporte: defender con mucha intensidad tanto al balón como anticipar las líneas de pase, un compromiso colectivo con el rebote defensivo, salir velozmente al campo contrario tras obtener la posesión y un juego en ataque por conceptos explotando algunas virtudes individuales, pero siempre al compás que marca la conexión del pase entre los jugadores para encontrar el mejor tiro, y hacerlo desde lo colectivo, nunca de manera meramente individual. Todo ello propiciaba un estilo rápido, atractivo, poco especulativo, arriesgado en ocasiones pero con personalidad propia y con la sensación de que si cada jugador mejoraba, lo hacía el equipo a la par, y esto obligaba aún más al jugador a seguir mejorando para tener oportunidades.
La base del equipo mantenía cierta continuidad, de forma que garantizaba esta identidad. Bien es cierto que las salidas de Sikma, Lo, Koumadje, Blatt y Thiemann vaticinaban cierta dificultad en este avance. A ellas se suma la ajustada política de fichajes ligada sobre todo a la progresión futura más que al corto plazo. También es bien cierto que ese relevo, esos jugadores que debían abanderar este estilo renovado, no ha logrado superar el listón que la competición exige: Delow, Mattiseck, Thomas, Schneider y Olinde no han conseguido asentarse y crecer como se preveía, y aunque la llegada de Procida, Hermannsson, Spagnolo, McCormack, Bean, Wetzell, Baker y McDowell-White podría apoyar el desarrollo, no empujan lo suficiente para seguir dando pasos adelante como proyecto.
¿Qué nos podremos encontrar esta tarde? Tenga seguro que no cambiará ni un ápice estos pilares del ideario del Alba; todo lo contrario. Se reforzarán y brillarán con una renovada ilusión de la mano de Pedro Calles, que ha bebido de esta manera de entender el baloncesto. Si no, nunca hubiera fichado por este equipo. Esto lo hace todavía más peligroso. Renovar las esperanzas es un pequeño chute de energía y de ilusión, que quizá era lo que más se demandaba en Berlín: reilusionarse para progresar y seguir creciendo como equipo.
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