El método de Ibon Navarro: un motor de confianza y sensatez hasta para salvar el traje en plena celebración
El técnico vitoriano contactó en una emotiva videollamada con su hijo y se mostró exultante tras la consecución de su quinto título en dos años. «Es bastante gordo»
Un vitoriano ha revolucionado el baloncesto de la ACB. El Unicaja es el equipo de moda gracias a Ibon Navarro, el químico de los 'Coras' ... y el entrenador que ha terminado con la tiranía de Real Madrid y Barcelona. El técnico celebró anoche su segunda Copa del Rey, a lo que se suma una Supercopa, una Intercontinental y una Champions de la FIBA en apenas dos años. Nadie había ganado tantos trofeos desde el banquillo del conjunto costasoleño. «Es bastante gordo».
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En Málaga lo conocen como el plan de Ibon. «A veces el entrenador tiene que no molestar demasiado. Somos gestores de personas. Eso es más complicado de dar con la clave de un partido», se quita mérito táctico el vitoriano de 48 años. Su mejor faceta, dice, es la cercanía y la emotividad. La química. Una familiaridad que salta a la vista en la pista y fuera de ella. Lo primero que hizo el técnico vitoriano tras ganar la final al conjunto de Chus Mateo fue acordarse de los que no estaban. De Will Thomas, de Darío Brizuela y de su hijo. «¡Aritz! Te llevo el trofeo el miércoles para que lo veas», declaró nada más postrarse ante los micrófonos de la televisión.
Terminados los primeros compromisos con los medios a pie de pista, Navarro fue al vestuario a recoger su teléfono móvil y hacer una videollamada con su hijo. «¿Has visto que te he saludado?», le preguntaba con una sonrisa de oreja a oreja. Cómplice, volvió sobre la pista para mostrarle cada detalle de la celebración. La de Badalona y la de la Supercopa en Murcia pudo vivirlas in situ. Anoche también fue parte. «Aritz, te queremos», le brindaban diversos componentes de la expedición malagueña.
Aritz es un valenciano con nombre vasco que se ha aficionado al Unicaja. Esa es la fuerza de Ibon Navarro, capaz de hacer que la afición baskonista se alegre de sus éxitos pese a militar en uno de sus rivales acérrimos. Un vitoriano es el entrenador más laureado del Unicaja, algo difícil de prever en los tiempos del imborrable «Te reto en TAU».
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La realidad es que ni siquiera en los más fanáticos del club de Los Guindos podían imaginarse semejante trienio dorado. Entre 2020 y 2022, el equipo del Martín Carpena finalizó 11º, 11º y 12º. El club destituyó a Fotis Katsikaris e Ibon Navarro apenas logró vencer en tres de los diez primeros partidos de los que dispuso. En la directiva confiaron en su ambicioso discurso y en su método: libros de autoayuda y sesiones de 'coaching', como reconoció el excajista Rubén Guerrero en una entrevista en este periódico. «Entendemos que es el hombre que debe reconducir un proyecto nuevo, distinto, más acorde a sus realidades deportivas y a nuestras pretensiones», reconoció el presidente López Nieto.
Los éxitos no tardaron en llegar. Desde aquel febrero mágico en Badalona, en 2023, han sido un goteo constante. Ya tiene experiencia. En la celebración de hace dos años se terminó la vida útil del traje que portaba. «A mí no me vuelven a joder otro», dijo ayer antes de entrar al vestuario con chanclas, pantalón corto y camiseta coorporativa. Amagó con borrar los 7 días libres que tenía la plantilla y le tiraron a una piscina de plástico instalada para la ocasión. Todo ello sin arrojar al suelo ni una gota de la cerveza que portaba en la mano. En cuanto salió del agua fría en la que el vitoriano no espera mejorar de su catarro, Olek Balcerowski volvió a tirarle.
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La escena es una imagen representativa del éxito del de Corazonistas. Su fichaje respondió a una oportunidad de mercado de un jugador que quedaba libre procedente del campeón de la Euroliga, Panathinaikos, pero no a una necesidad del equipo una vez conocida la continuidad de Osetkowski y una previsible sanción por dar positivo en un control antidopaje que no acaba de llegar. «No sé gestionar a siete tíos por dentro. No sé cómo lo voy a hacer. Tendré que aprender», declaró Ibon Navarro.
Esta vez no había un plan. Pero se puso manos a la obra y supo gestionar la situación. En los cuartos de final brillaron Tyson Pérez y Osetkowski. En semifinales, Yankuba Sima, que en verano se planteó aceptar una oferta del Gran Canaria. Y en la final, David Kravish, ayudado en la rotación por un Balcerowski que fue descartado en las dos rondas anteriores. «Es lo que es este equipo, cada día aparece uno», decía el vitoriano en la rueda de prensa posterior.
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