Errores viejos y nuevos en el Baskonia de Galbiati: sin energía en defensa y de brazos caídos en la pintura
Los 64 puntos recibidos bajo su propio aro, las 18 pérdidas de balón y la inactividad defensiva ante el Zaragoza muestra un Baskonia que no logra imponer su estilo
El Baskonia se quebró ayer por donde solía hacerlo el año pasado. Un equipo que no sabe o no puede imponerse bajo el aro, sin ... pilares sólidos sobre los que sujetarse y que fía todo a su puntería. Firmó un 4 de 28 en triples que recordó al 1 de 26 de París del otoño pasado. Aquel día el conjunto de Laso perdió por dos puntos. Cuidó mejor el balón. Pero reboteó igual de mal. Un agujero negro en la zona. Una pintura líquida.
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El Zaragoza cimentó ayer su triunfo en los 64 puntos anotados bajo el aro azulgrana. Mates, ganchos, bandejas, bombas o tiros a tabla. Canastas de todo tipo y facturas ante la flojera baskonista. Entre Diop ySamanic atraparon tres rebotes defensivos. Frisch logró cinco y aún así lució sobrepasado en varios momentos. Lo mismo que Diakite, otro símbolo del intento de revitalización del juego interior. El debut de Rodions Kurucs y la vuelta de Sedekerskis, que se quedó sin jugar debido a un golpe, debería endurecer la retaguardia de Galbiati. Pero, como ocurría el año anterior, nada es indudable en el Baskonia.
El fallo sistémico en el rebote mostró errores ya conocidos durante los encuentros ligueros, y añade otros motivos para la inquietud: los cambios constantes en defensa no están haciendo dudar a los rivales. Los oponentes están encontrando con facilidad el espacio en la zona central de la defensa vitoriana, que si ya sufría de la falta de comunicación, ayer sumó una energía por debajo de la media. El flujo de esperanza generada por la notable puesta en escena ante el Olympiacos cayó en saco roto. Y lo peor es que tampoco hizo falta que soplara el cierzo para ver como la estructura baskonista se derribaba.
El baloncesto debe ser uno de los deportes que más segundas oportunidades concede. Un mal ataque queda en anécdota con un rebote ofensivo. Vuelta a empezar. Pero lo del Baskonia fue un bucle. Tirar y fallar en ataque; encajar y sufrir en defensa. Un rosario constante de una de cal y otra de arena con el que se hace muy difícil construir un juego sólido. Sin dominio en el rebote defensivo y con guarismos altos en las pérdidas de balón como ayer, 18 (15 en el tercer cuarto), dificultan la tarea de engrasar un estilo intrépido con muchas posesiones por partido.
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El Baskonia no aprovechó ayer el chollo de tener 14 ataques extra. Comenzó el encuentro desacertado pero pujante en el rebote ofensivo. Hasta siete en el primer cuarto. Pero sin sacarle partido. Los triples iban todos contra el hierro. Un destello de Spagnolo, llamado a ser importante en la ACB, puso a los azulgranas por delante. 15-16. 22 segundos en cabeza. Lo que tardó un ex, Miguel González, en encestar en su primer lanzamiento de larga distancia y provocar los titubeos de la escuadra visitante.
El guion del partido bien podría haber cambiado en caso de un mayor acierto exterior. Sin el 0 de 17 en triples al descanso, los de Galbiati podían haberse ido hasta con ventaja en el marcador. Porque sin esa falta de puntería en tiros muchas veces liberados no se explicaría el parcial de 16-2 para cerrar el segundo cuarto. La impotencia de estiletes como Howard o Forrest se trasladó también en su desempeño defensivo. Mientras rumiaban sus fallos no apretaban líneas de pase.
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Tres minutos sin base
Tampoco los cambios ultrarrápidos le surtieron el efecto deseado a Galbiati. Probó mucho y con casi ningún quinteto logró no ir a remolque de los zaragozanos. En el tercer cuarto apostó durante 3 minutos por jugar sin base. Ni Forrest ni Villar ni Nowell, descartado por la consabida norma de que no puede haber tres extracomunitarios en la convocatoria. Galbiati buscó su primera victoria con los dos que ya sabían lo que era jugar en el Príncipe Felipe. No pareció algo trascendente visto el desastre que se abrió paso en la segunda mitad.
En ese periodo sin timoneles, Diallo actuó como base circunstancial. Subía el balón y trataba de ordenar ataques un alero que terminó como ala-pívot. El vivo ejemplo de la improvisación. La pretemporada pasó y la única certeza baskonista es que su mejor fuente de producción es el contraataque. A partir de ahí, impedir que los interiores rivales firmen sus mejores partidos en tiempo, encajar menos de 300 puntos a la semana, ejecutar pases de menos riesgo y mostrarse menos frágiles en el rebote facilitarán la labor de lograr un Baskonia más competitivo.
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