

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
'El sexto hombre' es una newsletter de EL CORREO exclusiva para sus suscriptores que cada semana hace un repaso a la actualidad del Baskonia. Si quieres comenzar a recibirla en tu correo electrónico suscríbete aquí
El Baskonia cerró la semana pasada la participación en su vigesimoquinta Euroliga consecutiva con una derrota en la cancha del Armani Milán en ... cuya foto final salió poco agraciado (111-89). Rubricó casi siete meses de competición continental con un balance de 14 victorias y 20 derrotas, a cuatro cuerpos del décimo puesto que marca la barrera de acceso al play in. Demasiado lejos de los mejores y de la sorpresa que ha supuesto esta temporada el París Basketball liderado por Tiago Splitter. El equipo francés bien podría ejercer el papel del Baskonia en otros tiempos, el del club que se cuela sin permiso, con esfuerzo y optimización de recursos en el banquete de los más acaudalados.
Ya sucedió la pasada campaña, con Dusko Ivanovic al timón y una escalada hacia los play off a través del novedoso formato del play in. Este curso toca quedarse 'out'. Puede que se imponga la lógica de los presupuestos más potentes de la Euroliga, pero seguro que en el Baskonia se acuerdan de un puñado de partidos que pudieron tener otro final a lo largo de la fase regular. Toca en la entidad azulgrana asumir la realidad de la jungla continental, pero sin conformismos. Las diferencias de chequera siempre han existido. Pueden explicar situaciones o servir de excusa para disfrazar una construcción de equipo con fisuras. Si hay que consolarse, hay otros poderosos que también lloran. Los casos más claros son los de Armani Milán, Partizan o Virtus Bolonia.
El club azulgrana es ahora espectador de la fase más apasionante de la Euroliga, la que concluirá con la Final Four que se celebrará en la lejana Abu Dhabi entre el 23 y el 25 de mayo. Para el jugador baskonista se pone fin a la acumulación de partidos, a las jornadas dobles o simples que parten la semana con una Euroliga tan atractiva como despiadada con los más débiles. Atrás quedan los viajes por territorio europeo, los madrugones para subirse a un avión, las interminables escalas en Frankfurt o Múnich, los retrasos en los vuelos, el excesivo celo de algunos controles de pasaporte, la cansina cadencia de aterrizar, recoger maletas, subir a un autobús, pasar por el hotel y después ir a entrenar. Es una rutina que desgasta lo suyo, por mucho que le vaya en el sueldo al baloncestista profesional.
En la temporada 2000-01 que inauguró la nueva Euroliga separada de la FIBA, el Baskonia disputó un total de 22 partidos si se suman los de la primera fase, rondas de play off y eliminatoria final por el título contra el Kinder Bolonia. En la que acaba de concluir, ha jugado 34 encuentros en la fase regular. El año sigue teniendo 365 días, la Liga ACB espera siempre como una trampa de fin de semana y la realidad es que al Baskonia le cuesta esconder sus problemas para compatibilizar dos competiciones. Los partidos se agolpan como una sesión continua y se requiere de una mentalidad robusta para no perder el foco. Disponer de una plantilla amplia también ayuda lo suyo.
En otros tiempos, el excedente de lo primero, el manido 'carácter', solía compensar la limitación de efectivos en las filas baskonistas. Luego estaba el depósito de calidad, que permitía ganar partidos sin forzar en exceso la máquina. Ahora, el equilibrio parece imposible para un equipo vitoriano que ya acumula más de un año sin sentir la seguridad que da estar entre los ocho primeros clasificados de la Liga ACB.
La plantilla azulgrana vive en una inestabilidad constante, pero es más que posible que sus componentes añoren esa loca centrifugadora de partidos que en ocasiones les obliga a activar el GPS para recordar dónde están y cuál es el rival de turno. De repente, el Baskonia tiene que buscar plan entre semana para llenar las jornadas sin partidos de Euroliga. Porque si al jugador le dan a elegir entre disputar un partido tras levantarse a las cuatro de la madrugada y subirse a un par de vuelos o entrenar, ya pueden imaginarse cuál es su preferencia. Sucedía en los tiempos del 'horario Michelin' del añorado Manel Comas, en la época más estajanovista de Dusko Ivanovic y ahora que la aglomeración de partidos parece desterrar los entrenamientos de mañana y tarde o las sesiones de 'castigo' tras una derrota poco decorosa.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.