Y Valverde dio con la tecla
Acertó a cambiar tras el descanso la disposición del frente de ataque para arreglar el desaguisado de la primera parte
Mantenerse fiel a unos principios contra viento y marea a veces tiene estas cosas. El Rayo gasta justa fama de manejar el balón con criterio ... y de tratar de jugar con buen gusto. Eso implica sacar la pelota tocándola desde la propia portería. Esa fidelidad a los principios roza muchas veces el fanatismo y los jugadores ponen todo su empeño en evitar el pelotazo sin remilgos, como si esa suerte del juego fuera impropia entre tanta sofisticación. Es lo que tiene el seguir con la fe del carbonero y sin el mínimo atisbo de crítica la doctrina que impartió Guardiola en su día.
Repetía la jugadita una y otra vez el Rayo, en parte por convicción y en parte porque le venía bien para perder algo de tiempo y para forzar el error de un Athletic muy inseguro, que muchas veces no sabía si ir o venir. El portero Batalla daba el primer pase corto desde un vértice del área pequeña que atraía a la primera línea de presión rojiblanca para poner a continuación el balón en el inmenso espacio que se abría a su espalda. No solo parecía que siempre había un rayista más en el sitio preciso para recibir con ventaja, sino que, de hecho, lo había, ante la mirada entre asombrada e incrédula de los de Valverde, que se desgastaban persiguiendo sombras.
Pero alguna vez tenía que ser: Berenguer se fue decidido a la presión, Gumbau dudó, Sancet le robó la pelota con limpieza y el rayista cometió el error fatal que arruinó todo el sistema operativo del Rayo. Para cuando el colegiado Juan Martínez, que guarda un parecido asombroso con el Martínez Munuera de toda la vida, señaló el penalti tras consultar con la pantalla, Iñaki Williams ya estaba con el balón en las manos en su nuevo papel de guardián del punto de penalti, para entregárselo esta vez a Sancet, quien coronó su esperada reaparición con la eficacia habitual.
El navarro llevaba en el campo solo veinte minutos, pero su influencia ya se estaba dejando sentir desde que sustituyó a Maroan en el descanso. Algo tenía que hacer Valverde para arreglar el desaguisado de la primera parte y acertó al cambiar la disposición del frente de ataque. Con Sancet en su sitio y Berenguer en el suyo, la pelota empezó a circular con más precisión y la sensación de peligro se instaló en la portería del Rayo, aunque algunos errores de bulto en el último pase o en la definición arruinaran la mejoría general. Valverde admitió lo erróneo de su idea inicial, que es el paso imprescindible para corregirlo.
Esperábamos un Rayo atrevido y jugón, un equipo que mira de frente y se va adelante sin remilgos; lo que nadie esperaba era encontrarse con un Athletic tan aturdido como el que empezó el partido. A los de Valverde les costó un cuarto de hora enterarse de por dónde estaba soplando el aire. Tuvieron la suerte de que el Rayo no supo aprovechar la confusión para trasladar al marcador lo que estaba sucediendo en el césped. En realidad, si hay que hacer recuento de ocasiones, el Rayo asustó mucho pero no llegó a poner a prueba a Simón, salvo cuando a los dos minutos, De Frutos le hizo un caño en el primer palo.
Nadie esperaba encontrarse un Athletic tan aturdido como el que empezó el partido
Además de lo de sacar el balón jugado desde atrás, la doctrina de Iñigo Pérez incluye la práctica de una presión alta feroz, con mucha gente con el cuchillo entre los dientes dispuesta a forzar el error del rival. Los del Rayo consiguieron que gente tan sólida como Vivián o Paredes estuvieran hechos un flan, dudando de sí mismos y de sus compañeros, lo que llevaba a que dos y hasta tres rojiblancos se fueran a por el mismo balón dejando unos agujeros por los que un demonio como Isi Palazón aparecía y desaparecía para crear más desequilibrios que los que los propios rojiblancos provocaban con su inconsistencia.
Correr hacia atrás es lo que menos gusta a un futbolista y lo que más problemas desvela en un equipo y el Athletic se pasó medio partido corriendo hacia atrás por su mala cabeza y porque un rival entonces mejor armado y superior, le obligaba.
El Athletic tuvo el innegable mérito de superar los problemas iniciales, hacerse con las riendas del partido y acumular méritos suficientes para terminar ganando. Si ante el Sevilla el equipo perdió pie durante un cuarto de hora del segundo tiempo, anoche caminó por el alambre toda la primera mitad.
Sigue faltando brillo y abundan las dudas, algo que a estas alturas todavía resulta comprensible y aceptable, mucho más si a pesar de tantos sobresaltos, el equipo ha sumado seis de seis, que es de lo que se en definitiva se trata.
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