Jauregizar juega con un dardo en una de las salas de recreo de Lezama, donde llegó en 2021. Foto: Mireya López | Vídeo: Pablo del Caño

«Mis padres todavía flipan cuando me ven jugar en San Mamés»

Mikel Jauregizar proclama su amor eterno al escudo que defiende: «No hay nada más allá del Athletic, es el club de mi vida»

Domingo, 12 de octubre 2025, 01:14

Mikel Jauregizar tuvo que elegir y eligió poner todas las fichas en los colores rojo y blanco. Dejó la pelota y abrazó el mundo del ... fútbol, concretamente al Athletic, el club de su vida en el que sueña con los ojos abiertos. Sentado en el sofá de una de las salas de Lezama, donde hay una mesa de billar, otra de tenis de mesa y una diana de dardos, el centrocampista habla de su vida, de los sentimientos por el escudo que defiende, de los estudios de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte que está a punto de terminar en Deusto, de la tranquilidad de su querido Bermeo, del valor de la amistad. A sus 21 años, cuatro de ellos en Lezama, se ha convertido en uno de los grandes valores del equipo bilbaíno.

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– Fue pelotari hasta los 14 años. ¿Cómo surgió la idea de meterse entre las dos paredes?

– Mi padre jugaba de pequeño a pelota mano y lo compaginaba con el fútbol, y mi hermano, dos años mayor, entró antes que yo. Empecé con ocho años. Iba con amigos de clase y me gustaba. Es un deporte que aún me gusta.

– ¿El mundo de la pelota se ha perdido a un grande?

– Ja, ja, ja, qué va. Me defendía, pero no era bueno, bueno. Era delantero y zaguero, según con qué pareja jugaba.

– ¿Veía más pelota o fútbol?

– Fútbol. Pero me gustaba ver los dos deportes. Solía ir a Miribilla y en las fiestas de Bermeo venían los pelotaris a jugar e íbamos a verles. ¿Mi favorito? Me gustaba mucho Berasaluze. Pablito.

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– También le va la cesta.

– Sí. Espero ir a las Winter Series. También es cosa de mi padre porque fue con los colegas y me dijo que era un espectáculo que tenía que vivir. Fui un par de veces al frontón de Gernika y resultó espectacular. Lo recomiendo.

– ¿Por qué decidió cambiar los frontones por el fútbol?

– Porque por las tardes tenía fútbol, esku pilota, algún particular de inglés y matemáticas. Salía de casa a las ocho de la mañana y volvía a las nueve de la noche. Un entrenador del Bermeo, Bernando, me dijo que tenía que elegir entre el fútbol y la esku pilota y me decidí. Aposté por el fútbol.

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– No se ha equivocado.

– No, me ha ido bien.

– Y así llegó a Lezama con 17 años después de diez temporadas en el Bermeo. ¿Cómo fue el momento en que se enteró de que le quería el Athletic?

– Fue en un partido que jugamos en Bermeo contra el Otxarkoaga. Entré al campo, tuve la suerte de que me cayeran dos y las metí. A la semana siguiente le llegó una carta al director deportivo del Bermeo, una citación para ir a entrenar unos días en Lezama. Estuve dos semanas y luego me llegó una carta en la que me decían que el Athletic me fichaba.

– ¿Qué sintió?

– No me lo creía. Llevaba haciendo pruebas en Lezama desde pequeño y nunca me cogían...

– ¿Nombre del responsable?

– Ja, ja, ja, no tengo ni idea. Al final se hizo realidad mi sueño. En casa tampoco se lo creían. Estábamos todos con una ilusión enorme y ganas de empezar.

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– ¿Recuerda su primer día en Lezama?

– Al estar en el juvenil tampoco veía tanto al primer equipo. El primer día que entré en el vestuario estaba un poco nervioso porque no conocía mucho a los jugadores. Le agradezco a Ibon Sánchez, que debutó en Dortmund, y a Aimar Peña que me integraran en el equipo. Tenemos una amistad muy especial. A partir de ahí, todo para adelante.

– Era 2021. Solo dos años después debutó con el primer equipo en la Copa frente al Cayón. ¿Cómo vivía todo lo que le estaba pasando en tan poco tiempo?

– No lo sé, creo que lo llevaba bastante bien. Es raro llegar y estar con el primer equipo en dos años. Me han ayudado mucho mis familiares, amigos y jugadores del primer equipo para que no se me fuera la cabeza.

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– ¿Cuesta?

– Cuesta porque cuando debutas te crees que eres parte de los que están aquí, de los que llevan diez años... como Iñaki Williams. Esa no es la realidad. Eres un chaval que tiene que luchar todavía por las oportunidades, hacerlo bien, jugar partidos. Muchos se creen que ya están, pero no es solo llegar. Lo difícil es mantenerse.

– ¿Le ha cambiado la vida?

– No. ¿Cómo cambiar?

– Pasa a ser conocido, firma un contrato de larga duración con el Athletic, tiene al alcance de la mano todo lo que quiere, sale a la calle y le paran, va a la selección sub'21... Es mucho cambio.

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– Sí, pero sigo haciendo lo de siempre. Alguna vez me piden fotos o firmas, pero nada cambia. Por las tardes estoy con los colegas y la familia. Nada más.

– Se resiste a vivir en Bilbao.

– Estoy muy bien en Bermeo, con mi gente. Me respetan mucho. Todavía no quiero salir de allí.

Once asignaturas para acabar

– Sigue estudiando CAFyD (Ciencias de la Actividad Física y del Deporte) en Deusto. ¿Por qué ?

– Es importante tener una formación por lo que pueda pasar en el futuro. Empecé la carrera cuando entré en el Athletic y debuté estando en tercero. Sería de tontos no acabar. Hablo con los tutores para que me ayuden porque no puedo ir a clase. Hago trabajos y presentaciones. Me queda este año, 11 asignaturas, a ver si las puedo sacar y si lo hago me quedarían las prácticas y ya está.

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– ¿Cómo llevan sus padres tener a un hijo en el Athletic?

– Siguen sin creérselo. Cuando me ven jugar por la tele o en San Mamés flipan. Lo viven con nervios para que no me pase nada. Mi madre suele estar atacada. El otro día que jugamos contra el Arsenal estaba nerviosísima desde por la mañana. Me decía: 'Igual no voy, me va a dar algo'.

– Ya no le dicen «¡estudia!».

– ¡Sí que me lo dicen! Me queda poco. Me dicen 'acábalo ya'.

– ¿Trabaja con psicólogos para asumir lo que le está pasando?

– Sí. Cuando debuté estuve unos dos meses en el primer equipo, pero luego bajé otra vez al Bilbao Athletic. Ese cambio suele ser duro, difícil, porque se te pasan muchas cosas por la cabeza. ¿Por qué bajo? Enseguida me puse a trabajar con el Txolo, Iñigo Aguinaga, psicólogo del Bilbao Athletic, y me ayudó mucho a comprender que no pasaba nada. Mi sitio era el Bilbao Athletic y el primer equipo era un premio que se me dio por mi trabajo.

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– No tardó en volver y hacerse con el centro del campo y la confianza de Valverde. ¿De dónde le viene la madurez que transmite siendo tan joven?

– Suelo tener nervios antes del partido. Me ayuda haber jugado en el Bermeo con gente mucho mayor que yo. Dicen que los de Bermeo somos de otra especie, que el salitre nos da algo (risas). Intento salir siempre sin miedo al campo, hacer lo que se me da bien y ayudar al equipo.

– Está más cerca del gol. ¿Intuición o petición del míster?

– Las dos cosas. Ernesto me pide que llegue al área, que sea más incisivo en el último cuarto del campo y lo estoy intentando. A veces me equivoco y la meto, pero otras soy un poco negado (risas).

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– Hace poco renovó sin cláusula hasta 2031. ¿No hay nada más allá del Athletic?

– No. Lo tengo muy claro. Para mí es el club de mi vida, siempre lo ha sido. Mi sueño ha sido jugar aquí y lo estoy cumpliendo. Soy un privilegiado. Espero disfrutar de esto toda mi carrera.

– ¿One Club Man?

– Ojalá.

– ¿Cómo le explicaría a alguien de Albacete o de Pekín que jamás dejaría a su club por nadie?

– Lo que se vive aquí no se vive en ningún lado. Somos únicos en el mundo, de casa, todos amigos. He podido debutar con un amigo de toda la vida (Unai Gómez). Somos jugadores que siempre hemos querido jugar en este club y lo defendemos a muerte. Cada vez que saltamos a San Mamés es lo mejor que nos puede pasar. Ninguno cambiaríamos este sentimiento por nada del mundo.

– En su primer año ganó la Copa, en la segunda llegó a las semifinales de la Europa League y en la tercera juega la Champions. ¿Sueña a lo grande?

– Nos dicen mucho a los que acabamos de llegar que hemos tenido suerte de vivir estas temporadas. Somos unos privilegiados al poder vivirlo con el Athletic, y ojalá podamos hacerlo más veces.

– Tras tres años en la élite, ¿confía menos en la gente?

– Siempre he estado con los mismos, quiero estar con los mismos, con los que he estado toda la vida. Alguna vez se te acerca más gente por ser profesional, pero soy precavido. Intento ser educado, pero si me viene alguien y no me gusta su forma de vida o sus valores suelo alejarme.

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