El Mundial agridulce de Iñaki Williams

El mayor de los hermanos Williams jugó los tres partidos de la fase de grupos y lo hizo en calidad de titular. Fue de la partida contra Portugal en la derrota por 3-2; en la victoria ante Corea del Sur (3-2); y repitió en el once del decisivo partido perdido frente a Uruguay que supuso la eliminación de Ghana (2-0). Los dos primeros encuentros los disputó enteros, mientras que en el último fue cambiado en la recta final. Un total de 252 minutos -además del generoso añadido- en los que apenas amenazó porterías rivales. Trabajó a destajo, trató de asociarse arriba con los Ayew y Kudus, pero no había veneno ni dinamita en su fútbol. En más de cuatro horas de fútbol, el atacante del Athletic solo ha tirado una vez (fuera) y el otro remate intentado fue bloqueado por el contrario. La FIFA le atribuye una asistencia de gol que en realidad fue un fallo en el tiro, cuyo rebote llegó al extremo del Ajax para que marcara ante los coreanos.

Tampoco hubo cabalgadas con el sello personal de Iñaki Williams, imparable cuando se convierte en viento. Y al viento es imposible atarle. Jugó en el costado derecho y luego como punta de su selección, que al final se fue a casa con cinco goles anotados, ninguno de ellos de Kwaku, al que jamás buscaron los pasadores ghaneses. Tocó el balón 70 veces en los tres partidos, dio 41 pases, 29 de ellos buenos (70,7%), con tres faltas cobradas. Gozó de la confianza de su entrenador, Otto Addo, pero no tanto de sus compañeros. Kudus monopolizaba la ofensiva de las 'Black Stars', al igual que los Ayew, que siempre vieron en Williams un apoyo, nunca una referencia. Algo lógico si se tiene en cuenta que acaba de venir y que el proceso de adaptación no se hace de la noche a la mañana.

Y todo pudo cambiar en el partido inaugural contra Portugal. Después de más de hora y media de batalla, con el 2-3 en el marcador, Iñaki Williams firmó una jugada de pillo que pudo haberle convertido en poco menos que héroe nacional. Robó la cartera al portero luso Diogo Costa después de quedarse agazapado atrás, al acecho de un guardameta despistado, saliendo como un rayo de la nada para hacerse con un balón que ya era suyo. Tenía el empate en sus botas, el cañón de confetis listo, pero en el momento clave, el de remate, resbaló y la ocasión se fue al limbo. No se lo podía creer. Ni él ni sus compañeros, que le consolaron de inmediato. Aquella jugada podía haber cambiado tal vez el rumbo de Ghana y el del delantero del Athletic, quien no volvió a gozar de una oportunidad de gol en la Copa del Mundo.

No hay ninguna duda de que la aventura mundialista ha servido a Williams, quien regresa con una valiosa experiencia. Convertirla en material de estudio y aprendizaje solo puede redundar en el beneficio del Athletic, que volverá a darle el papel de protagonista que no tenía del todo con Ghana. Habrá que ver los planes de Valverde, pero es posible que cuente con el delantero de cara al partido de Copa ante el Sestao. La vida es de nuevo rojiblanca y la Copa del Mundo un recuerdo, todavía una realidad para su hermano Nico. Kwaku vuelve a ser Iñaki, que significa viento en San Mamés.