La mejor respuesta posible
El equipo supo sobreponerse a la depresión copera con entrega y honradez para mantener viva la ilusión de Europa
Había dudas sobre cómo reaccionaría el Athletic después de caer en la Copa como cayó en Mestalla. Ya saben, visita del colista, San Mamés medio ... vacío, ambiente un tanto depresivo después de la oportunidad copera perdida, y el personal entretenido hablando de elecciones y renovaciones. Vamos, el escenario perfecto para el petardazo.
Afortunadamente, parece que este grupo ha madurado y es capaz de sobreponerse a las adversidades con profesionalidad. La entrega y la honradez de estos futbolistas está fuera de toda duda, pero había que comprobar cuánto daño había hecho en su ánimo lo de Valencia. Pues bien, ahora ya podemos decir que a este Athletic le queda temporada por delante. En concreto, once partidos, en los que todavía puede y debe intentar la hazaña de alcanzar la clasificación europea por la vía de la Liga. Los tres puntos que sumó ante el Levante mantienen viva la llama de la ilusión, al menos hasta la próxima jornada, porque esto, hasta el final, será así, una escalera en la que no cabe tropezar en ningún peldaño.
El equipo fue capaz de dar la mejor respuesta posible: una victoria inapelable con una buena dosis de goles para adornar. Con solo tres cambios respecto a la semifinal de Copa, el Athletic completó uno de los partidos en los que más ocasiones ha sido capaz de crear esta temporada. En la primera parte las fabricó prácticamente en serie. Y esta vez no todo lo que desperdició fue achacable a su falta de puntería. Es verdad que Iñaki Williams no pudo en un mano a mano con Cárdenas, pero después Miramón salvó sobre la línea un cabezazo de Iñigo directo a puerta en un saque de esquina, producto de un paradón del portero a tiro cruzado de Sancet. Un minuto más tarde, otra vez el portero, ayudado por el larguero, se lució en un remate de Berenguer que apuntaba a la escuadra.
Un disparo al larguero de Morales hizo sobrevolar sobre San Mamés el fantasma que tantos puntos le ha robado al Athletic. Ese fantasma que nubla la vista de los delanteros rojiblancos e inspira a sus rivales para sacarse un gol de la nada. Pero esta vez no hubo fantasma que valga, aunque el Athletic necesitara una hora para empezar a encarrilar un partido que dominaba con claridad, pero no conseguía acabar de cerrar.
Fue Vesga el héroe inesperado. Esta vez no se cobró uno de esos remates de larga distancia que se le suelen ir fuera por centímetros. Anoche marcó un señor gol, lanzándose en plancha para cabecear un centro de Berenguer. Una vez abierta la lata, todo fue más sencillo. En un par de contrataques, los de Marcelino remataron a un rival que acusó el golpe, porque, cuando ocupas la posición que ocupa el Levante en la tabla, los golpes suelen hacer el doble de daño.
Si hasta el descanso hubo motivos para estar con la mosca detrás de la oreja, en la continuación todo salió rodado a pesar de que, curiosamente, parecía que el Athletic estaba perdiendo velocidad de crucero. Todo fueron buenas noticias. Iñaki Williams consiguió, ¡por fin!, ganarle un mano a mano al portero, y en San Mamés se pudo escuchar un gran suspiro de tranquilidad, de satisfacción por el deber cumplido, como cuando te quitas de encima un peso que te está robando el sueño, o como cuando apruebas una oposición. El delantero consiguió acabar con su maleficio y la grada pudo asistir a unos minutos finales tranquilos, con tiempo para seguir haciendo cálculos sobre los puntos que hay sumar para entrar en Europa.
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