Sancet, una pieza fundamental
Buena parte del balance del equipo al final de la temporada dependerá del despliegue del talento de Oihan Sancet
Sería exagerado decir que en los últimos tiempos Oihan Sancet vive en la penumbra, pero el hecho cierto es que la pérdida momentánea de la ... rueda de la selección y el brillo mediático de su compañero Nico Williams le han relegado a un segundo plano en los mentideros futbolísticos. Nada que le deba preocupar porque su valor sigue muy estable en los planes del entrenador y sigue interpretando un papel decisivo en el esquema de un equipo que depende mucho de su acierto para funcionar en el ataque. El navarro es una pieza fundamental en el Athletic de Valverde y buena parte del balance final de la temporada dependerá del despliegue de su talento.
Sancet es uno de esos jugadores que llaman a las puertas del primer equipo desde la más tierna edad. Se veía claro que aquel chaval que llegó a Lezama a los quince años llegaría pronto a San Mamés. Tardó solo cuatro temporadas en culminar el trayecto saltándose el trámite del Basconia y con un paso efímero por el Bilbao Athletic. La rotura del ligamento cruzado en su segundo partido con el filial, retrasó unos meses su irrupción en el primer equipo, con el que ya había participado en algunos amistosos de la mano de Berizzo, antes de que su rodilla izquierda quedara destrozada una tarde aciaga en Torrelavega.
Txetxu Rojo hubiera dicho de Sancet «ese es futbolista», clasificación que reservaba solo para aquellos en los que apreciaba un talento fuera de lo común. Y es que desde que llegó a Lezama, siempre dio la impresión de que los sucesivos escalones que debía subir en su escalada hacia el primer equipo se le quedaban muy pequeños. Siendo juvenil ya llamaba a la puerta del Bilbao Athletic, y solo el año que pasó prácticamente en blanco en el Bilbao Athletic, le obligó a prolongar dos cursos su estancia en el filial aunque en el segundo ya alternaba con el primer equipo.
Basta con recordar en qué términos y cómo se anunció la renovación de Sancet al final del partido contra el Getafe el 1 de abril del año pasado, para valorar su trascendencia en el equipo. Hace apenas año y medio el navarro era la pieza clave cuya permanencia había que asegurar para sostener el proyecto deportivo. La prolongación de su contrato hasta 2032 fue uno de esos golpes de efecto que alimentan la ilusión y la fe del aficionado; la inédita puesta en escena del anuncio no hizo sino confirmar su trascendencia.
Diecisiete meses después Oihan Sancet necesita recuperar el protagonismo para asentarse en el equipo como algo más que el titular indiscutible que ya es. El juego de ataque del Athletic gira en torno a su posición en el campo y todo el equipo agradece su inspiración en esos partidos en los que parece omnipresente y su talento hace la vida mucho más fácil sobre todo a sus compañeros más adelantados.
Ocupa una posición tan complicada como clave para el sistema de juego de un alto nivel de exigencia al que no siempre está consiguiendo responder. La irregularidad es un problema a resolver. La alternancia entre apariciones deslumbrantes con ausencias que se hacen más evidentes porque desnudan al equipo es un factor a corregir y, posiblemente, sea solo una cuestión de tiempo, oficio y madurez el conseguirlo.
A sus veinticuatro años está cumpliendo su sexta temporada en el primer equipo. Ya es un joven veterano que ha llegado al momento ideal para encauzar una carrera tan brillante como se anunciaba en sus tiempos de meritorio. Quizá en este caso la mentalidad influya tanto o más que la forma física. El Athletic necesita al Sancet exultante que marcó el gol del empate en la final de Copa porque, no lo olvidemos, además de su capacidad de organización, es un centrocampista con una llegada estimable como lo demuestran los veintisiete goles que ya lleva anotados con el primer equipo.
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