Las nominaciones de Nico y Simón, un triunfo de Lezama

Ha pasado más de medio siglo desde la inauguración de la factoría rojiblanca y aunque por estos lares todavía haya quien cuestione su funcionamiento y que cada cuatro años tengamos que asistir a enmiendas a la totalidad de candidatos convencidos de que han descubierto el Mediterráneo, desde más allá de nuestras fronteras nos llega el reconocimiento implícito del valor del trabajo en la base que desarrolla el Athletic que le permite no solo sobrevivir, sino competir en la élite surtiéndose año tras año de los valores que produce su cantera.

Las candidaturas de Nico Williams y de Unai Simón significan un premio a la excepcional política deportiva del Athletic. Son los primeros rojiblancos que acceden a ese reducido olimpo de elegidos. Sus nombres figuran entre los treinta jugadores de campo más destacados y los diez mejores porteros. No está nada mal. A estos dos frutos de la cantera rojiblanca habría que añadir a Julio Salinas, otro producto genuino de Lezama, que allá por el final de la década de los ochenta también estuvo nominado aunque entonces ya vistiera la camiseta del Barcelona.

Nico y Unai son los dos jugadores del Athletic con más proyección internacional de los tiempos modernos. Nos tendríamos que remontar al comienzo de la década de los setenta para encontrar a un rojiblanco alternando en la élite mundial. Fue, ¡cómo no!, José Ángel Iribar, que defendió la portería de la selección europea que reunió a astros del momento como los hermanos Charlton, Netzer, Gordon Banks, George Best, Bobby Moore, Uwe Seeler, Cruyff o Geoff Hurst, en los partidos homenaje a los portugueses Coluna (en 1970) y Eusebio (en 1973) y en el Europa-América que patrocinó la FIFA también en 1973.

Estas dos nominaciones desmienten a los que sostienen que para hacer carrera en el fútbol hay que militar en determinados equipos. Nico Williams y Unai Simón son campeones de Copa con el Athletic y campeones de Europa con la selección. El primero fue además elegido como el jugador más valioso de la final continental, ahí es nada. El portero ha sido el año pasado el menos goleado de una de las cinco grandes Ligas europeas. Su éxito internacional ha venido necesariamente precedido de sus méritos en el Athletic.

Se puede triunfar y hacer carrera en el fútbol vistiendo una camiseta distinta a la de esos equipos. Y, en el caso del Athletic, no solo se puede triunfar sino que se puede acabar siendo un referente para una afición tan fiel y apasionada como la rojiblanca. Lo sabe muy bien Unai Simón, llamado a ser el sucesor de Iribar que hemos estado buscando desde que hace cuatro décadas se retirara el mito. El portero, que ingresó en Lezama como cadete en 2011 para escalar todos los peldaños hasta el primer equipo, siempre ha proclamado su fidelidad incondicional. A sus 27 años tiene muchas temporadas por delante para convertirse en un portero histórico en un club que presume de guardametas legendarios.

También Nico lleva media vida en el Athletic desde que llegó a Lezama en 2013 como alevín. A sus 22 años, quizá la gloria le ha llegado demasiado pronto y tal vez le esté costando digerirla. Lo mismo afirma que ha heredado el número de camiseta de Muniain porque quiere hacer historia como el excapitán, que quince días después emplaza su futuro como rojiblanco a la presente temporada. De momento sigue en el Athletic, y el mes que viene estará en la gala de París con su compañero Simón representando a un club que sostiene una idea a contracorriente del fútbol actual pero tan válida como cualquier otra para alcanzar el éxito, tal y como lo demuestra la presencia de ambos en esa cita anual de la élite mundial del fútbol.