Esto no hay quien lo entienda, lo de anoche en San Mamés es un escándalo
Vistas las imágenes una y otra vez solo queda concluir que hay que tener muchas ganas de anular el gol de Williams para finalmente hacerlo
Decía la víspera Jagoba Arrasate que esto se hace cada vez más difícil de entender. Se refería al arbitraje surrealista que había sufrido Osasuna en ... Mestalla el sábado. Efectivamente, esto es cada vez más incomprensible, porque esto ya no hay quien se lo trague. Decían que el VAR venía para arreglar el problema arbitral, más eterno y más problema en unos sitios que en otros, dicho sea de paso. Pero lo único que han conseguido con el VAR es emponzoñar una competición que siempre ha estado bajo sospecha.
Lo de esta domingo por la noche en San Mamés es un escándalo, uno más en la interminable lista de despropósitos arbitrales. El gol que anuló Gil Manzano al Athletic y que hubiera supuesto un empate más que merecido echa una palada más de tierra, o de otra materia más maloliente, a una competición cada vez mucho más difícil de entender como dijo el entrenador osasunista y como piensa cualquiera medianamente avisado.
Es muy difícil hacer una valoración de un partido decidido por quien debía ser neutral. Vistas las imágenes una y otra vez solo queda concluir que hay que tener muchas ganas de anular ese gol para finalmente hacerlo. Y no se trata de sembrar la sospecha ni de remover lo que ya está en los juzgados. Se trata, simplemente, de constatar una vez más que el nivel del arbitraje español ha tocado fondo hace tiempo y ahora sigue excavando con el VAR. A los árbitros, que ya lo tenían difícil, se lo han puesto casi imposible. Si antes se equivocaban solos, ahora lo hacen con ayuda.
Las líneas del VAR delataron a Balenziaga rompiendo el fuera de juego de Raphina que aprovecharía su posición para marcar el gol que adelantaría al Barcelona en la prolongación del primer tiempo. Cuando el partido tocaba a su fin, una disputa en el centro del campo, una de tantas que se producen a lo largo de un partido, terminó con el balón en los pies de Iñaki Williams y finalmente en la red de Ter Stegen. Gil Manzano, bien colocado y con buena visión, no apreció nada porque nada había que apreciar y el gol hubiera subido al marcador de no ser porque alguien decidió que tenía que justificar el sueldo y entendió que un balón en disputa que tocó en el hombro de Muniain de una manera absolutamente accidental, era merecedora de sanción. Definitivamente están consiguiendo desnaturalizar el fútbol hasta unos extremos insoportables.
El Athletic sufrió la derrota más cruel porque la injusticia llegó desde más allá de las líneas del terreno de juego. Tuvo mala suerte al encajar el gol al borde del descanso cuando el Barcelona no había hecho nada para merecerlo y se encontró después con Ter Stegen y con cantidades industriales de infortunio en un triple remate instantes después de que Gil Manzano perpetrara su despropósito.
Entre sanciones y lesiones, Valverde se decidió por una alineación con mucho hormigón armado para neutralizar a un Barcelona que no consiguió imponer ni su ritmo ni su juego hasta después del descanso. El Athletic acusó el golpe y le costó más de la mitad de la segunda parte recuperar el pulso del partido. El plan inicial se había venido abajo con el gol y el técnico rojiblanco no modificó el rumbo con los cambios hasta pasada la hora.
Por momentos dio la impresión de que al Athletic le estaba faltando alma para rebelarse pero el equipo despertó por fin en el último tramo y acumuló méritos más que suficientes para, al menos, igualar el marcador. De hecho, lo hizo, pero nadie contaba con que este deporte ya no es el fútbol que conocíamos. Lo han convertido en una milonga en la que uno nunca sabe a qué atenerse. Somos legión los que como Jagoba Arrasate, pensamos que esto no hay quien lo entienda.
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