Sancet, el futbolista diferencial
Oihan Sancet Tirapu se está convirtiendo en la referencia anímica del Athletic porque ha conseguido que sus presencias tengan más peso que sus ausencias, que ... son muchas. Cuando Sancet no está su equipo lo nota; cuando está, todavía más. Su impacto es extraordinario, incluso en el ánimo de sus compañeros, y lo volvió a demostrar frente a un Rayo muy bueno, con pocas fisuras, modelado por Iñigo Pérez a su imagen y semejanza. Un conjunto inteligente que aprovecha todas las armas, y no son demasiadas, que tiene. El navarro habló de conservar la categoría, ese es el objetivo que se marcan en Vallecas, pero da la sensación de que pueden aspirar a algo más.
Cuando las imágenes de la retransmisión del segundo partido que el Athletic jugó en Anfield en la pretemporada ofrecieron la repetición de la caída de Sancet en la que Szoboslai, el jugador del Liverpool, le cayó sobre la rodilla, a más de un seguidor rojiblanco le bajó un sudor frío por la espalda. Porque hay que tener unos músculos muy elásticos para que la dolencia no sea grave en esas circunstancias. Es cierto que Oihan se retiró tranquilo al banquillo, pese a que confesaba tras el partido frente al Rayo que fue un susto grande el que se llevó -«estaba cagado», fueron sus palabras-, y que Valverde le quitó importancia minutos después, pero no dejó de rondar la posibilidad de una posible lesión de ligamentos de las que hay que recuperar durante muchos meses. Así que cuando se anunció el diagnóstico y se pronosticó, eso sí desde fuera del club, que estaría apartado durante algo más de un mes todo el entorno del Athletic respiró. Ni tan mal, fue la respuesta unánime.
Pero Sancet regresó antes del tiempo previsto, y por lo que se vio en el césped de San Mamés sin ninguna secuela visible. Volvió a ser el futbolista alegre que alegra al equipo, indetectable, como mostró en la jugada en la que fue objeto del penalti. Se apareció como un fantasma a Gumbau, que metió el pie donde no debía. Fue también eficaz y fiable a la hora de resolver el siempre complicado compromiso de transformar el lanzamiento de penalti para marcar otro gol al Rayo, uno de sus equipos favoritos a la hora de definir, y ganar así el partido.
Jugó Sancet, marcó Sancet y San Mamés fue feliz, como casi siempre que el talentoso futbolista tiene un día bueno. Cuando está en el césped, cualquier seguidor del Athletic sabe que puede ocurrir cualquier cosa. Cuando otros compañeros ofrecen un tono más gris, Oihan puede convertir las imágenes en blanco y negro en otras en color. Es lo que sucedió ante el Rayo. Fue apenas un detalle decisivo.
Luego el marketing dice otra cosa y el título de jugador más valioso del partido pasa a otras manos, pero Sancet es un jugador diferencial. Roguemos por que Valverde lo conserve entre algodones, porque si en una temporada con tantas lesiones como la anterior consiguió convertirse en el máximo goleador del equipo, qué será si consigue encadenar un buen número de partidos consecutivos. Para ganar un encuentro hacen falta once jugadores más los recambios, pero cuando en el campo está el navarro, parece todo más fácil.
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