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Se encontró el Athletic enfrente un equipo muy solidario, que se convirtió en un espejo de lo que suelen ver los aficionados rojiblancos en cada partido en San Mamés o fuera, tal vez con menos talento individual pero el mismo espíritu colectivo. De hecho, fue ... un partido entre dos equipos que encuentran su virtud en la unión del grupo y al final todo acabó igualado porque si el Athletic tal vez mereció ganar por su insistencia del primero al último minuto, el Leganés posiblemente no mereció perder, y en ese equilibrio se movió un partido que pude ser una decepción en cuanto al resultado, pero no le quita ni un ápice de valor a lo que define a los rojiblancos desde que comenzó la temporada.
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No hubo goles, tampoco por parte visitante, y menos mal, porque otras veces sale cruz en este aspecto. La entrega rojiblanca como si no hubiera un mañana, suele jugar a veces malas pasadas, y frente a un equipo que ha ganado a domicilio al Barcelona y al Atlético en Butarque, hay que tener mucho cuidado. No se consiguen esas victorias por casualidad, sino por un trabajo concienzudo, y el Leganés, hay que reconocerlo, tuvo sus oportunidades para llevarse los tres puntos y dejar a todo San Mamés con un palmo de narices.
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Pero hay que quedarse con los brotes verdes, fijarse en jugadores como Adama Boiro, que va dando pasitos partido a partido, y que es un futbolista con el que cuenta Valverde, está claro. Todavía le sobra timidez y le falta determinación. Da la sensación de que a veces echa el freno cuando tendría que apretar el acelerador sobre todo cuando sube la banda hacia el ataque. Le pasó frente al Leganés un par de veces. Todos esperaban que siguiera hacia delante, pero él prefería esperar, tal vez en un excesivo ejercicio de prudencia, como si no quisiera salirse de las vías y descarrilar, porque en defensa cumple con creces su misión.
También habrá que destacar a Dani Vivián, esa locomotora del tren de alta velocidad que circula desbocado, y cada vez impone más su jerarquía, y no solo en el área propia sino en la ajena. Hay veces en las que sus pases y sus cesiones al portero parecen ir demasiado fuertes para el receptor si no está atento, por su afán de defensa pesimista, que prefiere pasarse a quedarse corto. Claro que son los receptores los que deben estar atentos. En su haber frente al Leganés, esa pelota que sacó de la línea cuando parecía que el delantero rival llegaría antes. Es muy complicado llegar antes que Vivián.
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Qué decir también del portero, Unai Simón, que salvó dos ocasiones manifiestas de los pepineros, y que cada vez está más cerca del guardameta que consiguió el 'Zamora' y ganó la Eurocopa. Si es que alguna vez estuvo lejos tras recuperase de la lesión.
Y claro, en esta recopilación de señales optimistas a pesar del empate, un resultado que dado el nivel actual de exigencia, sabe a poco, también está el regreso de Oihan Sancet, el jugador al que se dirigen todas las rogativas de la afición en la ermita de San Mamés. Jugó veinte minutos y fue recibido entre aclamaciones. No tuvo mucho que decir, pero verlo en el campo ya es una alegría para el Athletic. Que le respeten las lesiones es lo que piden todas las oraciones, para que sea el de siempre, el santo y seña del juego alegre del equipo.
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