El triunfo de una cantera
Los éxitos de este Athletic guardan una relación directa con la producción de Lezama, ya que los fichajes, salvo Galarreta, han tenido muy poca incidencia
Pocas tareas más placenteras para quienes escribimos del Athletic que ir poniendo la lupa en las diferentes razones de un gran éxito. Lo hicimos hace ... un año bajo el influjo oceánico de la gabarra y volvemos a hacerlo ahora tras una temporada magnífica coronada con el cuarto puesto y la clasificación para la Champions. Pues bien, puesto a la tarea, lo primero que se me ocurre es destacar un factor al que, a mi juicio, no se le está dando la atención y relevancia que merece. Me refiero a la relación tan directa entre la cantera de Lezama y los éxitos del equipo de Valverde.
Si uno analiza la plantilla rojiblanca y su evolución en estas tres últimas temporadas con Jon Uriarte al frente del club y Txingurri al mando del equipo no tarda nada en constatar una evidencia: la de que, con la brillante excepción de Ruiz de Galarreta, en el fondo un canterano repescado a buena hora tras años de exilio, los refuerzos llegados del exterior han tenido un impacto más bien escaso. Pensemos en Ander Herrera, Martón, Gorosabel, Adama, Maroan, Unai Núñez o Djaló. Salvo el de este último, que necesitó de una gran inversión y paradójicamente ha sido el que peor ha salido, todos han sido fichajes económicamente muy asequibles, varios de ellos gratis, y de perfil deportivo medio o bajo.
Nadie discute que Gorosabel ha cumplido por encima de las expectativas demostrando ser un jugador más que válido para ampliar el fondo del armario de la plantilla. O que Adama Boiro ha dejado detalles como para vislumbrar en él un lateral izquierdo con mucho futuro. O que Maroan ha caído muy simpático. Ahora bien, dicho esto, tampoco se puede discutir que estas incorporaciones -e insistimos en la excepción de 'Galaxy'- han tenido una influencia muy limitada en los éxitos de este Athletic.
Seamos justos: los grandes logros de las dos últimas temporadas han sido sobre todo obra de canteranos de Lezama que ya estaban consolidados o que han madurado, despegado, regresado o aparecido de repente con brillantez. Hablamos de Unai Simón, Agirrezabala, Lekue, Vivián, Paredes, Yeray, Galarreta, Vesga, Jauregizar, Prados, Unai Gómez, Sancet o los hermanos Williams. Por supuesto, no nos olvidamos de otros actores importantes. Sería un sacrilegio, por ejemplo, no citar a De Marcos, que no necesitó formarse en Lezama porque ya era canterano rojiblanco de corazón desde que jugaba en Laguardia. O no acordarse de Berchiche y Berenguer. O de Guruzeta, que se forjó en el Antiguoko pero se pasó cuatro temporadas entre el Basconia y el Bilbao Athletic, de manera que también se le podría considerar canterano sin que ningún inquisidor anónimo nos lo desmienta con fiereza.
Ahora que repaso todo esta lista de jugadores me vienen a la cabeza, no sé por qué, quizá sólo porque el Pisuerga pasa por Valladolid, las palabras de Imanol Alguacil en su despedida, cuando aseguró que le gustaría que, en un futuro, la Real replicara la filosofía del Athletic. Luego, tras la batahola de rigor en los medios guipuzcoanos, el oriotarra se desdijo de una forma decepcionante: diciendo que el que tiene boca, se equivoca. Muchos pensaron entonces que el técnico de Orio podía haber hilado más fino buscando un argumento más profundo, pero en realidad lo tenía complicado. Porque todo el mundo sabe que nadie miente cuando expresa un deseo. En todo caso puede equivocarse si, al expresar lo que siente de verdad, resulta inoportuno o molesto.
Volviendo a los éxitos del Athletic, hay que hablar del reto que representa Champions y de la obligación ineludible que este torneo impone al equipo: la de seguir progresando, la de no caer en el conformismo. Es justo lo contrario. A la Champions hay que ir afilando la ambición y en el Athletic eso pasa por dar un salto adelante y reforzar la plantilla. Ojalá haya canteranos que llamen con fuerza a la puerta, como Canales, por ejemplo, pero en todo caso va ser necesario acudir al mercado: Areso, Laporte, Oroz, Iván Martín... Son nombres que están en boca de todos. Dicho esto, vuelvo a acordarme de Imanol, en concreto del declive de su equipo. La Real se clasificó para la Champions en 2023 siendo cuarta con 71 puntos tras haber jugado en Europa. Vamos, que hizo algo muy parecido a lo del Athletic esta temporada. Pues bien la pasada campaña jugó la Champions sin haberse reforzado -incluso perdió a Sorloth- y aunque aguantó muy bien tirón hasta primeros de marzo, cuando le eliminó el PSG, en la Liga acabó sexta con 60 puntos. Pues bien, lejos de aprender del error y reforzarse, el pasado verano se quedó sin Le Normand y Merino. Resultado: undécima posición con 46 puntos y despedida del oriotarra. El fútbol da lecciones de las que conviene aprender.
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