La importancia de tener a Ernesto
La renovación de Valverde es el mejor ejemplo de que su figura es la que sostiene el proyecto deportivo del Athletic
La familia rojiblanca ha recibido a las nueve de la mañana, a través de la página web del club, la noticia de la renovación de Ernesto Valverde ... por una temporada más. Sería su octava en el Athletic, con lo que igualaría en ejercicios -en número de partidos hace tiempo que ha superado a todos- al legendario Juanito Urquizu. Lo cierto es que ha sido una buena manera de comenzar un bello día de invierno, de esos en los que el sol se va apoderando de todo lentamente hasta lograr un triunfo clamoroso.
No puede decirse que esta prolongación de contrato sea una sorpresa, aunque quizá sí lo sean las fechas, demasiado tempranas para lo que estila Txingurri en el Athletic. Recordemos que sus dos últimas renovaciones por una temporada con Josu Urrutia fueron en mayo y marzo. Los motivos de la decisión del técnico rojiblanco para seguir quedaron expuestos en la declaración que hizo en las redes sociales del club. «Es motivo de orgullo que el Club piense que soy la persona ideal para estar un año más al frente del Athletic. Trabajo muy a gusto con el equipo y veo que tenemos posibilidades de mejorar. Seguiré tratando de hacer feliz a nuestra afición», ha escrito.
Y nada de eso puede discutirse: que está a gusto, que cree que el equipo tiene margen de mejora y que desea hacer feliz a la hinchada. Es más, de haber podido ser del todo sincero y escribir con el corazón, alejado de la prosa refrigerada de los comunicados oficiales, Valverde podía haber sido mucho más caluroso y vehemente: «Yo no paro hasta ganar una Copa con el Athletic». Por ejemplo.
Los motivos de la decisión de Jon Uriarte no hace falta ni comentarlos. Ni tampoco que la renovación, como sucedió con la ejecución de la opción de compra sobre Herrera, se haya hecho tan pronto, a mediados de febrero, es decir, sin tiempo todavía a poder hacer una valoración fría y objetiva de la temporada, que todavía no puede estar más abierta. Lo mismo resulta triunfal, incluso histórica, que un petardo. ¿A qué viene, por tanto, este apresuramiento? Es fácil de entender: el peso de Valverde en la estructura deportiva del Athletic va mucho más allá de lo habitual en un entrenador, aunque sea uno de élite y, por su trayectoria, ya una leyenda del club, como es el caso que nos ocupa.
¿Y si Valverde no estuviera?
Para sentir la importancia de tener a Ernesto -digámoslo así en recuerdo de aquella divertida comedia de Óscar Wilde- basta con hacer un sencillo ejercicio de eso que los expertos llaman pensamiento contrafáctico y la gente corriente, imaginación. ¿Y si Valverde no estuviera? Imaginémoslo. Imaginemos que está otro -y no pensemos en Jesse Marsch, que tanto sonó entre las preferencias de esta directiva, cuyo despido todavía están celebrando en los pubs los hinchas del Leeds- sino en otro cualquiera sin el nivel y el conocimiento del club de Txingurri.
En ese caso, el área deportiva del Athletic sería responsabilidad, en gran medida, de Mikel González , el director deportivo; Sergio Navarro, el responsable de la cantera, y de dos buenos amigos suyos, Álex Pallarés y Julio Salinas Cavero, al frente del Bilbao Athletic y de la dirección de Metodología, respectivamente. Este último, por cierto, acudiendo a Lezama dos días por semana y trabajando el resto de tiempo por videoconferencia desde Barbastro.
No hace falta ser muy hipocondríaco para sentir un cierto escalofrío, un ramalazo de 'horror vacui', ante esa perspectiva. Las cosas como son: el proyecto deportivo de Jon Uriarte lo sostiene la figura de Ernesto Valverde. Y no es de extrañar. Porque el resto de ese proyecto ha sido una improvisación acelerada que comenzó con el intento de fichaje del mexicano Carlos Aviña como director deportivo plenipotenciario en plena campaña electoral. Cómo no celebrar, por tanto, que Txingurri vaya a continuar. Lo raro es que no lanzasen esta mañana algunos cohetes desde Ibaigane.
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