El Bilbao Athletic se hunde y aquí nadie dice nada; el silencio se instala en Ibaigane
La crisis del Bilbao Athletic tiene la entidad suficiente como para que alguien en el club dé explicaciones, pero el silencio ha llegado a Ibaigane y todo indica que para quedarse
La crisis del Bilbao Athletic, en riesgo de caer a la cuarta categoría del fútbol español por primera vez en su historia, está llegando a ... un punto dramático. Como bien saben los aficionados al periodismo de sucesos, el filial rojiblanco volvió a desplomarse este domingo hasta el último puesto del grupo 2 de la Primera Federación tras perder contra el Intercity, un rival directo en la lucha por la salvación. Dicho de otro modo: los cachorros regresaron a la posición de farolillo rojo que el 21 de noviembre pasado le costó el puesto a Bingen Arostegi, una circunstancia sobre la que conviene detenerse un poco sobre ella y cavilar.
Vayamos en primer lugar con los datos, que no los discute nadie, aunque hay algunos 'salaos' para quienes recordarlos, si son negativos, es sinónimo de una mala digestión del resultado de las pasadas elecciones. Cuando Arostegi fue cesado, el Bilbao Athletic sumaba 12 puntos en 12 partidos: 3 victorias, 3 empates y 6 derrotas. Era colista empatado con otros dos equipos y la salvación le quedaba a un punto, el que le separaba precisamente del Intercity.
La situación era mala, sin duda, pero tampoco crítica. Digamos que era un momento como para llamar a un buen médico, no como para ir preparando el velatorio. Once partidos después, el Bilbao Athletic es colista con 18 puntos y la salvación le queda a 9, los que le separan del Sabadell. La situación, evidentemente, es mucho más grave. Al enfermo se lo está llevando la ambulancia con todas las sirenas puestas. El relevo en el banquillo está siendo un fracaso absoluto y esto lo confirman de nuevo las cifras. Con Arostegi, el Bilbao Athletic sumaba el 33% de los puntos en juego y con Pallarés, un 18%, sólo 6 -correspondientes a una única victoria y 3 empates- sobre 33 posibles.
Son datos, desde luego, como para hacerse cruces por un fichaje, el de Alex Pallarés, que sólo esta directiva, con sus nuevos criterios y su osadía generacional, se hubiera atrevido a hacer. Ninguna de las anteriores hubiera tenido valor para permitir que un responsable de Lezama desconocido y cuyo aterrizaje en el club ya fue de por sí bastante extraño -nos referimos a Sergio Navarro- fichase como salvador del filial a un buen amigo suyo en paro de un perfil más que dudoso para el Athletic: alguien ajeno al fútbol vasco cuya experiencia profesional, más allá del trabajo en los juveniles del Villarreal y del Levante o en el fútbol base del Rubin Kazan, se limitaba a dos años en la liga de Venezuela, a seis meses en un equipo andaluz de Tercera y seis partidos en el Gandía, de Regional.
Como en el fútbol los milagros no están prohibidos, como sí lo estaban en aquella estupenda novela de Alexis Ravelo, dejemos de lado a Pallarés. Sus resultados no pueden estar siendo más decepcionantes, es cierto, pero tampoco merece la picota. No es el único responsable, ni siquiera el principal, de que el Bilbao Athletic esté en una situación crítica, y mucho menos de que la cantera rojiblanca se encuentre cada vez más asfixiada por el descenso demográfico y las dificultades crecientes de la captación en Navarra y Gipuzkoa. Dejemos de lado al técnico catalán, sí, para centrarnos en algo más crudo de esta crisis: el silencio perturbador de esta directiva no sólo ya sobre este tema candente sino sobre cualquier otro.
Aquí nadie dice nada. Nadie parece considerar que los socios merecen explicaciones, que tienen derecho a recibirlas, a no sentir que las preguntas que les desvelan se pudren en el aire porque el tiempo pasa y nadie se las responde. En el día a día, Uriarte está convirtiendo a Urrutia en un presidente locuaz, comunicativo, abierto y cercano al socio. Quién lo iba a decir. En fin, que habrá que aprovechar la presentación del Plan Estratégico el próximo día 24, para ir a San Mamés con la carretilla llena de preguntas pendientes. Viejos tiempos.
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